En el bicentenario de la muerte de Haydn

Wanda Rudich

(EFE)

Los 200 años de la muerte del compositor austríaco Joseph Haydn es recordada en Austria con numerosos actos y conciertos, entre los que destaca el famoso oratorio “La Creación” que se celebró a fines de mayo en Eisenstadt, al este de la república alpina.

“Nunca he sido tan devoto como cuando compuse “La Creación’. Todos los días me arrodillaba y le pedía a Dios que me diera la fuerza para llevar a buen término esa obra”, reza una declaración de Haydn.

El concierto se considera como uno de los puntos culminantes del jubileo 2009 de Haydn, mientras en la llamada “Casa Haydn”, donde el compositor vivió los últimos doce años de su vida, se ha reabierto el jardín del edificio, que fue restaurado según el estilo de comienzos del siglo XIX.

Haydn, nacido en la localidad de Rohrau en 1732, fue un compositor que los estudiosos coinciden en calificar de renovador, y que pasó a la historia como el padre de la sinfonía y del cuarteto, dejando un impresionante legado de unas 1.200 obras, sin las cuales la historia de la música hubiese sido muy diferente. Haydn murió a los 77 años de edad en Viena, ocupada entonces por Napoleón, y fue enterrado con todas las formalidades, aunque modestamente, en el cementerio de Hundsturm de la ciudad. Desde entonces las tinieblas se hicieron sobre el destino de sus huesos, ya que su cráneo fue robado. Lo que se sabe a ciencia cierta es que once años después de su muerte, cuando la familia Esterházy quiso llevar sus restos a Eisenstadt, se percató de que faltaba el cráneo.

Aparentemente, Joseph Carl Rosenbaum, un secretario de la familia de los príncipes, apasionado de música y seguidor de una extraña teoría sobre los cráneos, consiguió hacerse con el del músico ocho años después de que éste fuese enterrado. Rosenbaum pensaba que las capacidades intelectuales y geniales de una persona se encontraban físicamente en el cráneo. Sólo mucho más tarde los herederos del usurpador devolvieron la reliquia, que primero fue guardada por la Asociación de Amigos de la Música de Viena (Musikverein), antes de encontrar su reposo definitivo en 1954 en la “Bergkirche”.