En el Estado de Veracruz

El esplendor de las Culturas Mesoamericanas

En el Museo de Antropología de Xalapa (MAX) es considerado de gran importancia en la cultura mexicana. Posee una extraordinaria colección de Arte Precolombino.

Jorge Terpin

Licenciado en Museología

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Xalapa, capital del Estado de Veracruz Llave (México), es una hermosa ciudad de calles empinadas y románticos callejones empedrados, donde su cuidado patrimonio arquitectónico expresado en edificios religiosos y civiles nos habla claramente de la valoración social del mismo, quizás debido en parte a una sociedad de marcada tradición cultural, pero también a su gente sencilla y alegre, que conviven inmersos en los testimonios de la grandeza de su historia.

No lejos del Centro Histórico, aislado del entorno urbano por una barrera de árboles y cuidados jardines, se encuentra el magnífico Museo de Antropología de Xalapa -MAX-, el que por la calidad de las colecciones que alberga, es considerado segundo en importancia en el país, sólo superado por el Museo Nacional de Antropología de la ciudad de México.

Sin duda alguna, digno de especial mención es el edificio, que ha obtenido numerosos premios, entre ellos el Nacional Landscape Award en 1992 y el de Arquitectura de Paisaje, otorgado en el 2000 por la Sociedad de Arquitectos Paisajistas de México.

Las obras del actual edificio que reemplazó al original construido en 1957, se inician por iniciativa del gobernador Agustín Acosta Lagúnez en 1985, según el proyecto del arquitecto norteamericano Raymond Gómez, inaugurándose la nueva sede en octubre de 1986. Cabe consignar que desde su creación, el Museo depende de la Universidad Veracruzana.

La extraordinaria colección de Arte Precolombino que posee es producto de décadas de investigación y rescate, como asimismo de las importantes donaciones realizadas, tanto de estudiosos como de los simples campesinos, que consideraron necesario contribuir con sus fortuitos descubrimientos, a la preservación y valoración de las espléndidas culturas precolombinas, legado del que se consideran herederos.

Para el diseño del museo, el arquitecto ha tenido en cuenta tanto la geografía del Estado de Veracruz, que largo y angosto bordea las costas del Golfo, como asimismo la enorme diversidad topográfica, que asciende desde el nivel del mar hasta alcanzar la mayor elevación de México en el nevado Pico de Orizaba o Citlaltépetl.

Proceso evolutivo

Todo ello se encuentra simbólicamente expresado en el MAX, cuyas salas se desarrollan a partir de un gran eje longitudinal que con progresivos desniveles marcan secuencialmente el proceso evolutivo de las culturas prehispánicas, desde las etapas formativas hasta la llegada de los españoles, a la vez que se inicia el recorrido geográfico del Estado desde el sur hacia el norte.

En un área de aproximadamente 9.000 m2, unas 2500 piezas arqueológicas de las 29.000 que posee el museo, se encuentran dispuestas con total acierto en las 18 galerías, 6 salas y 3 patios cubiertos con que cuenta, posibilitando la compresión del pasado prehispánico de Veracruz.

La cuidada integración entre los espacios interiores y exteriores pone en contacto al visitante con la lujuriosa vegetación de los jardines, que reproducen toda la diversidad ecológica de la naturaleza veracruzana, y las piezas allí expuestas recuperan en el entorno natural de su creación su pleno significado, brindando nuevos e insospechados mensajes.

El imponente vestíbulo es el adecuado marco para una de las piezas de la Cultura Olmeca más representativas y mejor conservadas, la Cabeza colosal número 8, que procede de San Lorenzo Tenochtitlan, donde fue descubierta en 1969 enterrada en la posición en que se la observa. El color claro, propio de la andesita en la que fue realizada, contrasta con el verde del jardín principal, el que separado por enormes ventanales, se encuentra a sus espaldas.

Maestría en las piedras labradas

Este museo es el repositorio de obras capitales de la cultura olmeca, quienes trabajaron imponentes esculturas monolíticas como las mundialmente conocidas Cabezas colosales, que se denominan según el orden cronológico en que fueron halladas. Asimismo esculturas, tronos, altares, figuras antropozoomorfas y estelas, muestran con la maestría del labrado de la piedra uno de los momentos cúlmines del arte precolombino.

En el área olmeca, se destaca el conjunto de los Gemelos y el Jaguar, quienes ubicados en la misma posición en que se encontraban al momento de su descubrimiento, miran quizás con reto o veneración al felino, importantísima deidad de los olmecas, cuya piel está simulada por el trabajo sobre una piedra de naturaleza sedimentaria poco dura y porosa.

Una de las obras más importantes que se exhiben es El Señor de Las Limas, que representa a un personaje de alto rango, quizás un sacerdote, sentado sobre sus pies cruzados que sostiene entre sus brazos a un niño, ambos con motivos simbólicos esgrafiados.

En vitrinas de diseño acorde a las específicas necesidades de los distintos tipos de materiales y tamaño de las piezas, se pueden observar máscaras, hachas, vasijas, imágenes de arcilla llamados baby face o cara de niño, que en distintas posturas y actitudes muestran todas ellas, la típica deformación craneana llamada por su forma peropoidal.

Su extraordinaria capacidad para labrar la piedra encuentra el justo parangón con la calidad de su cerámica, como se puede observar en la pequeña escultura de Huehuetéotl, representación de un dios anciano relacionado con el fuego.

En la continuidad del recorrido histórico y geográfico que propone la museografía implementada, se llega al área de las Culturas del Centro de Veracruz, amplia zona con distintas etnias, lenguas y costumbres que generó una región de notable complejidad. Atendiendo a ello y para una mayor comprensión, las piezas se encuentran clasificadas según su origen en centro sur y centro norte.

En la primera de las zonas, habitada por pueblos de habla totonaca desde el siglo VIII DC floreció El Tajín, la ciudad prehispánica más importante de la zona del Golfo, centro urbano con palacios, plazas, templos, 17 juegos de pelota, y en la zona ceremonial pirámides escalonadas, donde se destaca la Pirámide de los Nichos, de siete cuerpos en los que se disponen 365 nichos, en coincidencia con el número de días del calendario solar.

La cuidada maqueta que posibilita la compresión del complejo de El Tajín, nos remite a la Lápida de Aparicio, que representa a un jugador de pelota decapitado, del que brotan en vez de chorros de sangre, siete serpientes, clara alusión a Chicomecóatl, deidad del maíz maduro, principal alimento de esta cultura.

De esta sorprendente urbe, que a la llegada de los españoles se encontraba abandonada desde siglos, se exhiben numerosos relieves. En uno de ellos denominado El Árbol de la Vida, labrado en la piedra caliza, se observa claramente un árbol de cacao.

De los testimonios expuestos en estas salas, que impactan por su número pero sobre todo por la calidad del trabajo sobre distintos materiales, se pueden mencionar algunos sorprendentes como la escultura de Mictlantecuhtli, señor del inframundo, que descarnado y sonriente, en actitud de tranquila espera, expresa cabalmente el concepto prehispánico sobre la muerte. Por su frescura, convoca El Columpio, pequeña escultura que posee un silbato en la parte posterior y que representa a dos niños en una hamaca, una de las actividades lúdicas que desarrollaban los infantes prehispánicos.

La Cultura Huaxteca, que habitó el norte de Veracruz está representada por numerosas esculturas de piedra arenisca, de notable belleza como la imagen de Tlaloc, el todopoderoso dios de la lluvia, cuya importancia sólo se comprende cabalmente al asistir en estas regiones, al efecto milagroso del agua sobre el mundo yermo.

Excelencia en planificación

En vitrinas se exhiben ejemplos de la magnífica cerámica Huaxteca, figurillas, vasijas, juguetes, jarras, trabajos en conchilla esgrafiada y uno de los pocos ejemplos de objetos de metal encontrados en la zona, un enorme cascabel de cobre de magnífica factura.

El museo es un ejemplo de la excelencia en planificación y diseño, donde a partir de las piezas que con enorme creatividad, estas culturas representaban a sus dioses, practicaban su culto, expresaban su vida cotidiana y escenas míticas, se realizó una cuidada selección y estableció una perfecta secuencialidad, a lo que se suma la correcta ubicación en el espacio y el cuidado en el diseño de los medios físicos.

La acertada iluminación, que juega con los espacios abiertos y orienta al visitante, logra la perfecta integración de los ámbitos del MAX, lugar propicio para la contemplación, descubrimiento y valoración de estas culturas que utilizando la piedra, metal y el barro mesoamericano, expresaron su cosmovisión con un refinamiento artístico no igualado.

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Huehuetéotl.

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Cabeza colosal Nº 1.

El esplendor de las Culturas Mesoamericanas

El Columpio es una de las piezas arqueológicas de la cultura Olmeca que se expone en el MAX. Foto: Agencia EFE

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Mictlantecuhtli.