ENTREVISTA CON LA DRA. EN FILOSOFÍA MARÍA RODRÍGUEZ MARTÍN

Metáforas de luz y sombra, tras la aprehensión del concepto de belleza

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Las metáforas sobre los conceptos de belleza y fealdad atraviesan las exposiciones de la docente.

Foto: LUIS CETRARO

La investigadora española, que se halla dando un seminario sobre Estética en la ciudad, se refiere a las modificaciones de la noción de belleza a lo largo de la historia, desde diferentes corrientes filosóficas. Establece, además, vinculaciones entre las ideas de lo proporcionado y lo luminoso, con la locura, la deformación y lo oscuro.

Estanislao Giménez Corte

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María del Carmen Rodríguez Martín tiene 31 años. Nació en Badajoz, España y se doctoró en Filosofía, en la Universidad de Salamanca, con una tesis sobre “El problema de la identidad en Borges”. Rodríguez Martín se encuentra residiendo en la Argentina desde hace tiempo: trabaja en la UBA y, desde mayo, dicta el Seminario Anual Abierto de Estética, en la Universidad Católica de Santa Fe, donde aborda cuestiones como “Arte y belleza en Grecia”, “La belleza como Splendor Dei”, las relaciones entre el concepto de belleza y la proporción, y las posibles relaciones de la belleza y la fealdad con el Romanticismo, el Idealismo y el Nihilismo, entre otros temas. Aquí, sus reflexiones sobre los tópicos generales que trata el curso.

—¿Cómo se puede explicar por qué es importante estudiar o tratar de desentrañar el concepto de Estética?

—Bueno, lo que estoy intentando hacer en el curso es ocuparme de la belleza como preocupación estética. Intento establecer relaciones (...) entre los conceptos de la belleza y de la estética con otros problemas fundamentales de la Filosofía, con problemas de teorías del conocimiento, por ejemplo, o con el problema de la identidad (...) y también buscamos acercarnos al arte, no sólo por la aprehensión del sentido de lo estético, sino también en un intento de vinculación con lo gnoseológico (...). Lo que intento hacer, en este recorrido por la historia de la Estética, es trabajar con determinadas metáforas, que son las metáforas de la luz y de la visión, unidas a las equivalencias con los conceptos de belleza, bien, bondad y determinada concepción de la divinidad, caracterizadas por la aspiración a tener un conocimiento de lo sensible. Y, frente a eso, la contraparte: el lado de lo feo, lo siniestro, lo oscuro, que también tiene su discurso pero, siguiendo a Nietzsche, queda soterrado lo dionisíaco por lo apolíneo...

—Ese concepto de Estética que se relaciona con lo bello ¿se educa o puede educarse, depende de un conocimiento o es algo más instintivo?

—Depende de cada uno. Yo empecé las clases mostrando una lluvia de imágenes, que representaban obras artísticas: esculturas, pinturas, arquitectura (...); puse a la Venus de Milo y una fotografía de una inglesa, de una chica que no tiene brazos...

—Una comparación de la representación de belleza, que morfológicamente son lo mismo...

—Claro, hay un planteamiento (...) y hay un trabajo artístico. Les decía a los alumnos que no hay ningún problema con la Venus porque se atiene a los cánones de un determinado concepto de belleza; y la fotografía generó distintas opiniones, de disgusto inclusive (...).

UNA HISTORIA DE LA BELLEZA

—¿Puede sintetizarse cómo se ha ido modificando, grosso modo, el concepto de belleza?

—De manera muy general. Hay determinadas características del concepto de belleza que se han ido manteniendo desde la antigüedad, que se reafirman en la Edad Media y el Renacimiento. Por ejemplo, uno puede otorgar o establecer equivalencias entre lo bello y lo proporcionado, o lo bello e íntegro, o lo bello y algo claro u ordenado (...). Algunas de éstas son las características de Santo Tomás (...); digamos entonces que lo bello podría estar relacionado con eso, lo que está claro es que los cambios de paradigmas y de contextos culturales son los que cambian las perspectivas, las lecturas y las recepciones. En tanto eso sucede, cambian también las exposiciones (...), y también tratamos la belleza dentro del marco del arte contemporáneo y la proporción; (entendemos) la belleza de lo corporal como una parte de la belleza (...).

—En el Arte Contemporáneo ¿no hay una alteración de esa noción de proporción, equilibrio y belleza?

—Digamos que obedece también a todo lo que supone el pensamiento posmoderno, que implica poner en cuestionamiento las grandes categorías de la Modernidad (...), también se da en el arte desde la vanguardia, como una mayor explosión...

—Desde el momento en que toda vanguardia propone romper con lo precedente...

—Bueno, tú comentabas sobre Baudelaire, por ejemplo; y ante los discursos paralelos a lo bello, están presentes pero opacados por el discurso apolíneo. Lo mismo en el Romanticismo: tenemos a Kant, que trabaja una crítica del Juicio, y tenemos el concepto de belleza y lo sublime (...).

LA BELLEZA Y...

—Uno de los ítems del programa es la relación entre Ética, Arte y Política. ¿Cómo se puede sintetizar el planteo?

—La vinculación entre Ética y Estética viene de la antigüedad: el bien estaba relacionado con una práctica de la virtud, y luego también lo político forma parte de determinados aspectos de la belleza. El cumplimiento de un individuo dentro del orden social, en Platón, garantiza un orden y una proporción (...); también tratamos allí el tema de las utopías, como proyección de un ideal social.

—¿Qué lugar ocupa el “Elogio de la locura”, de Erasmo, en el programa?

—Eso también estaría en la línea de lo dionisíaco, porque si seguimos con estas metáforas de identificación entre la belleza con el bien, estamos también dando prioridad a todo lo que es racional y lo que entra dentro de unos determinados límites, lo que está definido...

—¿Se utiliza la distinción o la disyunción entre lo dionisíaco y lo apolíneo para todo el programa?

—No, es de alguna manera una distinción que viene desde Platón: ir a lo diestro o ir a lo siniestro. El camino hacia arriba o el camino hacia abajo. Es el dilema de salir o “quedarse en la caverna”. Entonces él rompe con lo de la locura, la fealdad, lo oscuro (...), también estuve hablando sobre un grabado de Goya, donde de algún modo se plantea qué es el lado monstruoso de la razón: cuando la razón duerme y sueña y da vía libre a la imaginación como elemento potencial y necesario para la creación artística, o cuando la razón rebasa sus propios límites, rebasando sus propiedades naturales y hablando de aquello de lo que no puede hablar con verdadera conciencia (...).


La vinculación entre Ética y Estética viene de la antigüedad: el bien estaba relacionado con una práctica de la virtud, y luego también lo político forma parte de determinados aspectos de la belleza.

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La distinción entre lo apolíneo y lo dionisíaco, desarrollada por Nietzsche, tiene un lugar preponderante en el curso que dicta la investigadora.

Foto: LUIS CETRARO.