EDITORIAL

Un gobierno que sigue empeñado en negar la realidad

“Ganamos en El Calafate”, respondió la presidenta Cristina Fernández de Kirchner a un periodista que le acababa de preguntar por la derrota del kirchnerismo en la provincia de Santa Cruz. El hecho ocurrió en la Casa Rosada, durante la conferencia de prensa convocada por la mandataria para evaluar el resultado de las elecciones del domingo.

Esta respuesta es una clara muestra de lo que fue la conferencia. Cuando algunos aguardaban un cambio en el estilo discursivo de la presidenta -sobre todo porque el encuentro con los medios se producía poco después de la renuncia de Néstor Kirchner a la presidencia del PJ-, la mandataria volvió a caer en el error de refugiarse en vanos intentos de negar la realidad, hablar de sus contrincantes y advertir que el gobierno no está dispuesto a replantear sus modos.

Tanto es así que, en su afán de defender “el modelo”, resaltó la cantidad de votos obtenidos por Proyecto Sur en Capital Federal. Según Fernández de Kirchner, esto demuestra que un sector importante del electorado porteño está reclamando profundizar el modelo kirchnerista. “Si (Pino Solanas) nos ha criticado, ha sido tal vez porque no hemos profundizado demasiado el cambio, porque no hemos cambiado demasiado”, dijo la presidenta.

Los Kirchner siguen leyendo la realidad en términos ideológicos, a partir de los conceptos de derecha y de izquierda anclados en la década de los setenta. Lo que no parecen advertir es que, en realidad, lo que la sociedad rechazó a través del voto no es la ideología kirchnerista, sino el modo agresivo y autocrático de ejercer el poder.

No importa si son de izquierda, centro o derecha. Quienes votaron en contra de este estilo caracterizado por la confrontación permanente, hubieran castigado a cualquier otro gobierno por ejercer el poder de esta manera.

El uruguayo Tabaré Váquez proviene de la izquierda, pero es un político respetuoso y conciliador. Quienes fogonearon el golpe de Estado en Honduras, pertenecen a la derecha, y develaron un claro desprecio por el diálogo, las instituciones y libertades públicas.

La consultora Poliarquía fue la única que acertó con sus encuestas preelectorales y adelantó que Néstor Kirchner perdería por un par de puntos en la provincia de Buenos Aires. Su director, el sociólogo Eduardo Fidanza, publicó en el diario La Nación una columna en la que advierte que “el dogmatismo ideológico es una falsificación de cómo funcionan las cosas en este mundo. Los dogmáticos viven refugiados en una nube donde todo encaja y ajusta. No hay lugar para la incertidumbre, las paradojas o las mediaciones. Los Kirchner cayeron en una trampa destinada a los dogmáticos. Si los pequeños productores están alineados con la Sociedad Rural, debe haber un error. Si Carrió va con Prat Gay, es de derecha...”.

A este gobierno le quedan todavía dos años de gestión que podrían brindarle a la presidenta la posibilidad de replantear su forma de hacer política, sin dejar de lado sus convicciones.

Se trata de una nueva oportunidad, que sólo ella está en condiciones de aprovechar o de dilapidar definitivamente.