Al margen de la crónica

¿De qué meseta hablan?

La teoría de la inversión fluídica es un concepto que busca explicar que el agua cae de abajo hacia arriba. Ni Albert Einstein se atrevió a tanto, pero ése es tal vez el marco teórico de algunos economistas y opinólogos de variada procedencia, que se atribuyen la capacidad de calificar la evolución de la realidad. Para esos entendidos, la economía ha entrado en una “meseta”. Pero, ¿de qué meseta hablan? Según los más elementales conocimientos que aporta la geografía -léase la ciencia que trata de la descripción de la tierra- la meseta es una planicie extensa situada a considerable altura sobre el nivel del mar.

Bien se puede inferir de esta contradicción, que los economistas que hablan del “amesetamiento” no son geógrafos. Cabría entonces preguntar si en rigor son mejores poetas.

Pero tampoco les cabe esa cualidad. Ninguna metáfora que busque explicar el hundimiento sostenido en un punto constante de involución, apelaría a la figura del altiplano.

Salvo, claro, que los especialistas del caso sean cínicos, es decir personas que practican la desvergüenza en la defensa y práctica de acciones o doctrinas vituperables. Eso o la ignorancia lisa y llana.

Se sabe que la economía no es una ciencia exacta, e incluso que su pertinencia técnica está muchas veces condicionada por las subalternas apetencias de la política. Pero la sociología, que es menos exacta aún, sólo encontraría certeza en la consistencia de la perplejidad, para explicar por qué los teóricos que hablan de meseta son consultados y escuchados sin más.

Menos romántico que el reino del revés de María Elena Walsh; menos surrealista que Alicia en el país de las Maravillas, el escenario económico del día es así. Estamos hundidos y constantes, pero los entendidos le llaman a eso meseta, en un acto de envidiable optimismo voluntarista. Y la nave va.