Llegan cartas

Enfrentar la crisis

Tito L. Rocchetti.

Señores directores: La palabra crisis está íntimamente relacionada con el cambio, porque en última instancia significa la necesidad de promover un ajuste para modificar estructuras que no han resultado eficaces en la resolución de problemas y situaciones no deseadas, justificando la necesidad de aplicar otras nuevas que aporten soluciones.

Los vaivenes, que sufren tanto las personas como los Estados, constituyen un proceso que, para superar la negatividad de crisis existentes pueden requerir procesos necesarios que circunstancialmente resulten dolorosos. Por eso se señala que hay áreas del subconsciente que inciden sobre la voluntad, y dado que la producción del cambio implica asumir sacrificios o esfuerzos, se resisten y dificultan salir adelante. Esto es algo que implícitamente lleva a resignarse a continuar sumergidos en situaciones asfixiantes.

Ante el difícil panorama mundial se advierte en algunos gobiernos poderosos una firme voluntad de producir cambios profundos tendientes a encontrar salidas positivas, en respuesta a la actual encrucijada, marcando así un camino a un mundo que necesita reaccionar constructivamente ante la emergencia. Vemos por ejemplo que Barak Obama, presidente de los Estados Unidos, visitó a su similar de Rusia para programar un desarme progresivo. También con su prédica conciliadora, reiterando un mensaje para todos, en el Cairo pronunció un discurso ante el mundo árabe instando a que el islamismo político y la dirigencia israelí contribuyan con voluntad a solucionar el largo conflicto que los enfrenta. Por su parte, la Organización de Estados Americanos, después de años de exclusión, acogió nuevamente a Cuba, que ahora tiene la oportunidad de reinsertarse en ella. Éstos son vientos de cambio que soplan por el mundo y a ellos podrían sumarse países como el nuestro para superar situaciones negativas propias, buscando resolver problemas institucionales, económicos, éticos, sociales, etcétera.

Uno de los genios que alumbró la Humanidad —Albert Einsten— consideró que una crisis también contenía algo positivo, porque suponía un desafío para superar dificultades, e instaba al cambio positivo: “Quien atribuye a la crisis sus fracasos y penurias, violenta su propio talento y respeta más a los problemas que a las soluciones. La verdadera crisis, es la crisis de la incompetencia. El inconveniente de las personas y los países es la pereza para encontrar las salidas y soluciones. Sin crisis no hay desafíos, sin desafíos la vida es una rutina, una lenta agonía. Sin crisis no hay méritos. Es en la crisis donde aflora lo mejor de cada uno, porque sin crisis todo viento es caricia. Hablar de crisis es promoverla, y callar en esa situación es exaltar el conformismo. En vez de esto, trabajemos duro. Acabemos de una vez con la única crisis amenazadora, que es la tragedia de no querer luchar por superarla”.