Artes visuales

“20 Años de Pintura”

Por Domingo Sahda

En el Centro Cultural La Ribera (Dique 1 Puerto Santa Fe) fue inaugurada una exposición de pinturas de la artista Gabriela Pertovt, quien titula a la misma como “20 Años de Pintura”, interpretándose que la colección a la vista se autodefine como una acotada retrospectiva de su producción plástica en este período de tiempo, en un ámbito que presenta dificultades ciertas para el recorrido y la apreciación a distancia de lo expuesto en razón de las particularidades arquitectónicas del mismo que “compite” visualmente con la obra expuesta, retaceándose la posibilidad de construcción de una panorámica de la selección pictórica. Las insalvables limitaciones arquitectónicas para el tipo de exhibición como el propuesto, fragmentan la mirada de las obras de formato mayor. Hay lugares de excelencia y otros que no lo son.

Cuando se trata de obras cuyas dimensiones exigen un cierto distanciamiento, que súbitamente se ve interrumpido por la presencia de columnas, ángulos u otros accidentes insospechados y no serenamente calibrados frente al entusiasmo por mostrar la obra, se producen accidentes que limitan la mirada. El intenso contraste cromático de las pinturas en exhibición fuerza la atención, obligando a sucesivos desplazamientos que parcializan el impacto de las pinturas a la vista.

La proposición visual de Gabriela Pertovt, empeñosa trabajadora del arte visual cuya voluntad de crear y ofrecer una estilística propia en el modo de encarar la resolución de cada pintura, se sostiene tanto por la argumentación formal, el discurso sociopolítico elíptico evidente en la mayoría de sus trabajos en exhibición, tanto como por el tratamiento formal de la materia y la arquitectura de las imágenes. En todos los casos estamos en presencia de acrílicos directos, con el acoplamiento de elementos a modo de collages en algunas pinturas, explorándose aquí texturas y soportes alternativos, algunos de ellos con meta-mensajes de connotación ideológica.

El metalenguaje intencional de la autora nos traslada a territorios subjetivos que inicialmente podríamos englobar con el término “argentinidad”. Sus obras muestran una y otra vez que estamos frente a pinturas que se nutren de una idea inicial, quizás extrapictórica, que da sustento y contenido intencional a aquello que luego deviene lenguaje visual. La necesidad intrínseca de territorialización de su pintura, su voluntad artística que se rehúsa al puro juego plástico de oscura significación, hacen de estos trabajos claros manifiestos que unen la idea con una construcción plástica deliberada, sin dejar nada librado al azar. El tratamiento pictórico es impecable y cuidado mixturándose planos, recorridos lineales de contorno con texturas en las cuales la luz y la sombra juegan un particular rol.

Apelando a referencias hipotéticamente históricas en sus primeros trabajos, en otros acudiendo a símbolos de la cultura de masas internacional, la autora explicita aquello que es centro expresivo de su interés, sin ambages, trabajando al límite, y de este modo consigue elaborar un camino que es propio e inconfundible en el panorama local. En todas las obras su autoría es inconfundible, al punto de resemantizar citas de terceros dándoles un sello que le es propio, aun al precio de menoscabar la fuerza expresiva original de las mismas.

El modo en que la expositora construye cada metáfora visual de contraste neto entre figura y fondo, ocasionalmente ambiguo en sus obras posteriores, responde a un mayor interés de riesgo y desafío plástico autoimpuesto. La articulación un tanto reiterativa de sus imágenes a partir de bandas, insólitas en un principio, luego más cercanas al tour de force disminuyen el interés de la metáfora visual pintada, anonadando todo énfasis visual que se desee destacar, privilegiándose peligrosamente la habilidad por sobre el significado plástico.

La vaca argentina, símbolo de la cultura agrario-pampeana deviene emblema ideológico que en algunos trabajos adquiere significación mayor y en otros es casi un recurso plástico. La obra de Pertovt cobra mayor potencia cuando el contenido subyacente de sus imágenes es reforzado por un tratamiento plástico particular en su doble sentido. Aquí su mirada crítica trasciende las seducciones superficiales del arte pensado como espacio intimista y seductor. La pintura se potencia cuando toma claro partido sin por ello entenderse como literatura pintada. La autora sabe cuáles son sus posibilidades y sus recursos. Sus trabajos nunca son inocentes hallazgos circunstanciales: son deliberadas proposiciones que pretenden de la pintura algo más importante que el adorno circunstancial o el chispazo insólito.

Los textos que incorpora a los cuadros operan como viñetas señalizadoras, mixturan imagen y palabra con clara voluntad discursiva.

Los procesos de una clara sintaxis, de decididas formas y brillantes tintes nunca enturbiados ni vacilantes muestran distintos momentos creativos de una autora que dentro de su autodesafío ocasionalmente aparece como encorsetada en sus logros.

El manifiesto y dúctil oficio a veces es una trampa para la pintora.

En todos los casos Gabriela Pertovt reposa en la voluntad creadora de hacer de su oficio algo más sustantivo que el ocasional divertimento. Expresa desde su controversial ángulo expresivo una opinión del mundo del cual es testigo y partícipe. Y desde ese lugar arremete con ímpetu. Esta colección es un “suma que supuestamente sigue” quizás sea necesario un alto para poder redoblar el paso, tanto en intención creativa como en esfuerzo de no repetirse a sí misma. Tiene suficientes herramientas como para acometer cualquier desafío. Estamos atentos a ello.

“20 Años de Pintura”