Una posta en el camino hacia el Alto Perú

El casco de la Estancia “Las Taperitas” se erige donde antes había pozos de agua en el camino hacia el Alto Perú. Foto: Adolfo Previderé

Una posta en el camino hacia el Alto Perú

En esta nueva entrega de Arquitectura Rural, historia, patrimonio, turismo, conocemos pasado y presente de la Estancia “Las Taperitas”, cercana a la ciudad de El Trébol, en el departamento San Martín.TEXTOS. ARQ. CRISTINA S. GALETTI.

La Estancia “Las Taperitas” se encuentra ubicada muy próxima a la ciudad de El Trébol, en el departamento San Martín. En sus orígenes, el pueblo que dio origen a la ciudad, fue conocido como Pueblo Passo, y fue trazado por solicitud realizada por Eduardo Paso, quien era sobrino nieto del secretario de la Primera Junta de Gobierno, Juan José Paso.

Otro de los ancestros del Dr. Paso, de nombre Francisco y que era comerciante de frutos del país, se cree instaló el “puesto de los Paso”, en el sitio que, más de un siglo después, tuviera el Dr. Eduardo Paso: la Estancia Las Taperitas.

En una etapa anterior, que puede situarse entre fines del siglo XVIII y principios del XIX, en un montecito autóctono de una hectárea aproximadamente, existían -y hoy quedan vestigios- dos antiguos pozos para extracción de agua, para la posta en el camino al Alto Perú. Este sitio, por haber sido abandonado, se convirtió en tapera, alrededor de 1850, no quedando muchos más restos que las bocas de los pozos de agua (sin brocal); de allí, se cree, nació el nombre “las taperitas”. Esta zona está ubicada, aproximadamente, a un kilómetro del casco actual.

El campo fue adquirido por Paso a un criollo de apellido Machado. El casco original, que aún se conserva, fue puesto en valor por la empresa actualmente propietaria, Las Taperitas S.A., del grupo Williner, y habitado por personal del establecimiento. Su construcción data de 1884.

Resulta muy interesante leer el libro diario de la estancia, escrito por Enrique Miles, de origen galés, llegado a Las Taperitas para ejercer las funciones de mayordomo y administrador general. El registro comienza en el mes de febrero de 1886, y se realiza para el conocimiento del propietario, quien residía en Buenos Aires y, en ese momento, colaboraba con su amigo Dardo Rocha en la organización de la recientemente fundada ciudad de La Plata, capital de la provincia de Buenos Aires.

LA VIDA COTIDIANA

En el diario, que en realidad era un libro “a llenar”, impreso en el Reino Unido, Miles describe el funcionamiento del establecimiento, el “día a día” de la vida en la estancia, y permite conocer las actividades de una típica explotación ganadera del siglo pasado. Lo escribía durante la noche, una vez finalizadas sus otras ocupaciones, y contiene referencias al estado del clima, el proceso de alambrado de los campos, las pestes que, ocasionalmente, atacaban al ganado y, también, las visitas que realizaban los patrones.

En 1885, el Dr. Paso, compró una legua cuadrada de campo a los sucesores de Ana María Southam, instruyendo a Miles, en diciembre de 1886 para que la colonizara. Con esa nueva adquisición el campo alcanzó una extensión aproximada a las 15.000 hectáreas.

En el diario se hace referencia a la existencia de cinco rodeos (el del casco, noroeste, noreste, sur y suroeste), identificando de esta manera los planteles que, según conteos realizados ese año arrojaban un total de 1.330 crías vacunas, 1.196 ovinos y 237 yeguas y 120 caballos, en el rubro equino. La caballada era importante en el devenir del establecimiento ya que se utilizaba para los trabajos diarios y para los viajes.

Para viajar, por ejemplo, hasta Cañada de Gómez -principal lugar de abastecimiento- se utilizaba un break que cubría esa distancia con una escala en la estancia “La California” de Benitz, en Las Rosas, donde se cambiaba el tiro con caballos frescos, enviados el día anterior.

Un hecho frecuente en la estancia, descripto por Miles, era la quema de pastizales para combatir la garrapata. La dieta principal se basaba en carne, ya sea asada, en puchero o en algún guiso.

El diario de Miles sirve, además, para conocer nombres de personas relacionadas con el establecimiento, ya sea por razones de vecindad, con lo cual se contabilizan los campos poblados en ese momento; o que tenían relaciones comerciales como clientes o como abastecedores.

LOS PIONEROS

Es válido hacer un alto en la historia de Las Taperitas para consignar que Enrique Miles se casa con una de las hijas de Paso, Teresa Rosa, quien, al fallecer su padre, recibe en herencia una fracción de dos leguas de campo que dio origen a la actual Estancia La Porteña, que será motivo de otra nota.

Aquí, en un quiebre del relato, haré un salto para acercarnos en el tiempo. Es el momento en que “entran en escena” los hermanos De Lorenzi, Victorio y Esteban, quienes en 1912 eran conocidos en El Trébol por sus actividades relacionadas con el campo y ramos generales. Habían instalado, en la línea Rosario-San Francisco del ferrocarril, los primeros silos para cereales y decidieron crear una fábrica de quesos de pasta dura, al tipo del parmesano, al que denominaron con la marca “Trebogliano”.

La Primera Guerra Mundial dio enorme impulso a la fábrica que, dirigida por los Hnos. De Lorenzi, llegó a contar con un stock permanente de más de 1.300.000 kg. de quesos. En 1932 la firma se organiza bajo la razón social S.A. Victorio y Esteban De Lorenzi Limitada, Sociedad Agropecuaria, Industrial, Inmobiliaria y Financiera. Es en ese año que se construye el nuevo casco. El proyecto y construcción estuvieron a cargo de uno de los integrantes del directorio de la nueva sociedad y miembro de la familia propietaria, el Arq. Ermete De Lorenzi.

En pleno auge de la empresa, los hermanos De Lorenzi al frente, se produce un crecimiento sostenido de la fábrica y del tambo y adquieren otros establecimientos rurales además de “Las Taperitas”. Entre ellos “El Porvenir”, “La griega”, “Tres Árboles”, y “La Caledonia”.

Años después, “Las Taperitas”, campo, tambo y fábrica, es adquirida por la empresa familiar del Grupo Williner, de la ciudad de Rafaela, conformando la sociedad Las Taperitas S.A., que, en la actualidad, desarrolla diferentes explotaciones dentro de un conjunto de 60.000 hectáreas de campo.

En el organigrama funcional del establecimiento, “el fuerte” es la producción de leche, para abastecer la industria que dispone el grupo, además se hace agricultura, específicamente trigo, soja y maíz, este último ya sea para silaje o granos para alimentar a las vacas, de igual modo la soja, que se utiliza para pastoreo directo, para silaje o para granos. Hay una sección del campo donde se recrían las vaquillonas para abastecer los tambos propios de la empresa.

Las Taperitas, desde sus orígenes hasta la actualidad, con diferentes propietarios, ha sido una empresa ligada a historias familiares.

Fuentes:

- Fernández Méndez, H.: “El Trébol Historia de sus 75 años” 1965.

- AAVV: “El Trébol Dinámica de un pueblo”. Ediciones de la Bandera, Rosario, 1990.

Agradecimientos a:

- Darío Brocca, por sus testimonios personales, compilación de datos históricos y fotografías pero sobre todo por el amor a su tierra.

- Adolfo Previderé, por haber aportado la primera imagen de Las Taperitas con que conté y por su labor en el Museo de la Fotografía de Rafaela.

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La construcción del casco de esta estancia data del año 1884. Foto de Darío Brocca.

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Una imagen del monte donde estaba la posta. Foto de Darío Brocca.

Huellas en la arquitectura rosarina

Vale, aquí, hacer una breve referencia al significado de la obra del arquitecto Ermete Esteban Félix De Lorenzi. Nació en el establecimiento agropecuario paterno en el 6 de julio del año 1900. En junio de 1927 obtiene el título de arquitecto otorgado por la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires. Una vez recibido se traslada a la ciudad de Rosario, donde deja una impronta marcada por la particularidad de su arquitectura, la que es fruto de su sociedad con los arquitectos Otaola y Roca. El estudio, así conformado, proyecta numerosas obras que cambiaron la fisonomía rosarina, entre ellas el edificio para “La Comercial de Rosario”, en Oroño y Córdoba.

Una obra singular es la casona de Córdoba y Moreno, residencia particular de De Lorenzi que, entre los años 1976/83, fuera sede del Comando del II Cuerpo de Ejército, luego sede del Bar Rock & Fellers y que se ha destinado como sede del Museo de la Memoria. Fue docente y produjo importantes obras para la formación de futuros arquitectos. En la ciudad de El Trébol dejó su impronta en muchas obras, algunas lamentablemente desaparecidas a manos de la piqueta.