En busca de las extensas pampas sudamericanas

Catalina Meyer y Mauricio Ruben, con 9 de sus hijos.

En busca de las extensas pampas sudamericanas
 

El matrimonio formado por José Ruben y Christine Wellig, oriundos de Suiza, fueron los primeros de ese apellido en llegar a la localidad de Progreso. Sus descendientes los recuerdan con afecto.Textos de Mariana Rivera

Mario Perrone Ruben se acercó a nuestra redacción munido de un libro y varias fotografías. Su intención era que también la historia de su familia materna -de origen suizo- quede plasmada en nuestras páginas de De Raíces y Abuelos.

El libro titulado “Historia de Progreso: nuestro pueblo santafesino”, de Hugo Hülsberg, -según explicó- da cuenta de los principales protagonistas de este relato, de sus antepasados, de los primeros Ruben santafesinos, que descienden de la pareja formada por José (Joseph) Ruben y Christine Wellig, quienes vivían en Naters, un pueblo del distrito de Brig del cantón vales de habla alemana de Suiza.

La publicación hace referencia a las familias que poblaron esta localidad de nuestra provincia, incluyendo anécdotas, leyendas, historias, el motivo que las impulsó a establecerse allí, cómo se integraron a la vida comunitaria, entre otros temas. Pero también incluye fotografías antiguas, aunque Mario Perrone Ruben también aportó otras originales, que habían sido distribuidas entre algunos miembros de la familia. Según contó, “las fotos y otros recuerdos de los antepasados se repartieron entre las hermanas de mi abuela y algunas había en mi casa”.

A continuación sintetizamos el capítulo de este libro en donde se refiere a los descendientes de José Ruben, quien había nacido en ese pueblo suizo en 1807, del matrimonio formado por José Ruben y Teresa Gertschen. Su esposa, Christine, había nacido en Fischerthal en el distrito de Goms, también de Valais, en 1820, y era hija de Antonio Wellig y de María Josefa Zeiter.

De acuerdo a las copias de las actas de bautismo traídas desde Suiza por José y Christine, la pareja tuvo seis hijos, todos nacidos en Naters, y bautizados el mismo día de su nacimiento: Juan José (24 de setiembre de 1842); Teresa (15 de abril de 1845); José (24 de febrero de 1847); Mauricio (25 de marzo de 1854); Catalina (19 de diciembre de 1855); y Francisco (8 de octubre de 1857.

Poco después de nacer el pequeño Francisco, un suizo que había vivido un tiempo en Santa Fe, Lorenzo Bodenmann, empezó a recorrer la zona del Alto Valais con el objeto de entusiasmar a sus pobladores para dejar sus escasas y empobrecidas tierras por otras extensas y vírgenes en las pampas sudamericanas, explica el libro.

Así (...) sólo seis familias y un soltero se embarcaron en 1858 al lejano destino, de las que cinco finalmente llegaron a ese rincón santafesino (un campo de Ricardo Foster), donde fundaron una colonia agrícola, que tomó el nombre de San Jerónimo. Pero como la colonia no podía sostenerse con población tan exigua, Foster convino con Bodenmann la realización de un segundo viaje para atraer más familias suizas.

Cruzaron el Salado

Las noticias llegadas a Suiza -continúa- sobre la suerte del primer contingente eran buenas, y Bodenmann tuvo en esta oportunidad mayor convocatoria. Fueron 24 las familias que se embarcaron en Génova el 20 de abril de 1861, de las que 20 se radicaron en San Jerónimo.

Después de tres meses de navegación llegaron a Buenos Aires y enseguida a Santa Fe, días más tarde, tras cruzar el río Salado por el Paso de Santo Tomé, arribaron finalmente a la zona apenas poblada: era el 25 ó 26 de agosto de 1861.

Una vez llegados a San Jerónimo, se asentaron en la concesión número 25, y cada componente de la familia debió dar el mayor esfuerzo de sí para adecuarse a la nueva realidad. Construir su vivienda, proveerse de animales y útiles de labranza, conseguir provisiones para sembrar y para alimentarse. También conseguir madera y leña fuera de la colonia, defendiéndose de los peligros que ello podría acarrear.

Fue en ocasión de esta tarea que ocurrió una tragedia: los “indios selváticos” que vivían en “los montes del noroeste, en la zona del Cululú y Las Prusianas” mataron a José Ruben y secuestraron a su hijo José, de 16 años. Existen varias versiones sobre estos hechos pero “la memoria familiar (...) es concluyente: el hijo secuestrado nunca más apareció”.

A fines de 1863, la viuda Christine Wellig se casó en segundas nupcias con Félix Schwick, otro valesano llegado a San Jerónimo en 1861. La vida volvió a la normalidad: Juan, el hijo mayor, se casó en 1866 con Catalina Atzger, y a partir del año siguiente, con el nacimiento de José Antonio Ruben, comenzó la primera generación argentina de los Ruben, que se compondría por más de 30 personas nacidas durante más de 30 años. El pequeño José Antonio falleció de cólera al año siguiente, golpeando otra vez a la familia que seguiría -pese a todo- desafiando al destino.

En la década de 1870 se trasladaron a Humboldt, pueblo fundado en 1869. La familia seguía creciendo, y los hijos se irían marchando en busca de tierras más hacia el norte, hacia donde se dirigía el proceso colonizador.

Llegada a Progreso

Juan Ruben y su familia fueron los primeros de su apellido en llegar a Progreso, en fecha tan temprana como 1883. Según las actas de bautismo de la Iglesia Católica de Esperanza, una hija de Juan y Catalina Atzger fue bautizada el 16 de abril de 1882, dándose por domiciliados en Humboldt.

Pero el siguiente bautismo en la familia, el 27 de enero de 1884, correspondiente a Rosa, nacida el 2 de agosto de 1883, ya los da por domiciliados en Progreso. Salvo el mayor de los hijos que los acompañaba, todos se marcharon antes de 1887, buscando seguramente mejores actividades: la única noticia posterior encontrada para esta historia es una carta de otra hija, Emma, fechada en Sunchales en 1915. (...) Pero es Mauricio, el último de los Ruben, en llegar, el que se queda para siempre en Progreso.

El 25 de junio de 1881 firmaron las tres primeras escrituras de compra de concesiones en Progreso Ernesto Lang, Lukas Meyer y Kaspar Weder. Los dos últimos vivían en Humboldt, eran compatriotas (suizos) y mantenían una relación de gran amistad entre sus familias.

Por eso se lanzaron juntos a comprar tierras en Progreso, eligiendo concesiones adyacentes. Tiempo después, Weder decidió desprenderse de todas sus propiedades en la colonia y el comprador fue su amigo y compadre Lukas Meyer (padrino de Walter, el hijo menor de Kaspar).

(...) Coincidiendo con esta compra, se estableció en Progreso en parte de estas tierras una de las hijas de Lukas: Catalina Meyer, acompañada por su esposo Mauricio Ruben y seis pequeños hijos, que estaban por entonces viviendo en la Colonia Cavour, por lo menos desde 1881, cuando adquirieron las tierras de Lukas Meyer, padre de Catalina. (...)

Un Ruben, propietario

El 20 de marzo de 1892, la viuda de Lukas -quien había fallecido en 1890- vendió parte de su herencia a Mauricio Ruben, con lo cual un Ruben obtuvo el primer título de propiedad en Progreso.

Parte de estas propiedades continúan actualmente en manos de descendientes directos de Mauricio.

La segunda esposa de Lukas Meyer era Teresa Ruben, hermana de Mauricio, Juan y Francisco. Estos dos últimos, que habían llegado a Progreso con anterioridad, pero que nunca fueron aquí propietarios de tierras, posiblemente se ocuparon de trabajar las de su cuñado Lukas Meyer, hasta que algún hijo de éste (Antonio por ejemplo), tuviera edad y familia como para establecerse definitivamente en ellas.

Concluyendo -dice el texto- el apellido Ruben llegó a Progreso como una extensión de la familia Meyer. Es más, todos los Ruben que se quedaron para siempre en Progreso (salvo uno), incluyendo los que hoy siguen viviendo aquí, son descendientes directos de Lukas Meyer.

DE RAÍCES Y ABUELOS

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Germán y Ana Ruben con sus hijos Zoilo, Vidal (abuelo), Macario y Porfirior.

Los “indios selváticos” que vivían en “los montes del noroeste, en la zona del Cululú y Las Prusianas” mataron a José Ruben y secuestraron a su hijo José, de 16 años.

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Casamiento de Germán Ruben con Ana, bisabuelos de Mario.

familia numerosa

Mauricio Ruben y Catalina Meyer se habían casado en 1878 en San Jerónimo, aunque ambos vivían por entonces en Humboldt. Los primeros hijos nacieron en Humboldt: José, Lucas, Teresa y Antonio; los dos siguientes en Cavour: María y Germán; y los últimos cinco fueron progresinos: Margarita, Rosa, Regina, Berta y Sofía.

Antonio falleció pequeño, antes de llegar sus padres a Progreso, y también a temprana edad, Rosa. Dos de los hermanos formaron su familia en otro lugar.Teresa y Regina permanecieron solteras y Berta y Sofía se casaron con jóvenes de familias progresinas, Caliani y Carboni. Dos varones se casaron con señoritas de pueblos vecinos (de apellidos Arosio y Humeler). Y la hermana restante, María... con el final de la historia que viene a continuación...

Sobre Catalina Ruben, nacida en 1855, el sexto miembro de la familia original, se tejieron varias historias, según explica la publicación. “Se ha tejido una serie de historias que la vinculan con una familia santafesina de terratenientes y políticos de primer nivel: los Iturraspe. Según revelación del Padre José Pusetto a la familia (por 1940), Catalina trabajaba en casa de una de las familias Iturraspe en Santa Fe, donde conoció a Ignacio, con quien tuvo dos hijos: Agustina e Ignacio, que llevaron el apellido materno”.

Y aclara: “La vida de Catalina Ruben siguió al margen de la del político”, quien luego se casó con José Vaschetti, en 1886. Respecto de su hijo Ignacio, precisa que “Catalina llevó su sangre a Progreso a través de este hijo, el único Ruben progresino que no descendía de Lukas Meyer sino del hacendado y político Iturraspe”. (...) Éste se casó con su prima María Ruben, con quien tuvo siete hijos Ruben Ruben, vivieron en la estancia de Claus, en Providencia, y se establecieron más tarde en Progreso.