Publicaciones

“El candor del Padre Brown”

Un sacerdote católico de una aldea de Essex, petiso y retacón. Así presenta Chesterton a su inolvidable personaje, el Padre Brown, quien a la par de Sherlock Holmes, Poirot, Maigret y Marlowe, constituye uno de los detectives más famosos y entrañables de la literatura policial. “El corto sacerdote era la esencia misma de los insulsos habitantes del este: cara redonda y sosa como un budín de Norfilk y los ojos tan vacíos como el Mar del Norte. Sin duda, el Congreso Eucarístico había arrancado de su estancamiento local a muchas de aquellas criaturas, ciegas e indefensas como topos desenterrados”. Esta despiadada descripción, con la que aparece por primera vez el héroe, resalta además porque aparece acompañada de la de otros dos personajes: el criminal Flambeau, enorme, apuesto, astuto, brillante; y el jefe de la policía de París, el investigador más famoso del mundo. La lucha está claramente expuesta entre Valentin y Flambeau, aunque el policía “se daba perfecta cuenta de sus desventajas. El criminal es el artista creativo, y el detective, sólo el crítico”.

La paradoja, que es la musa ética, estética y teológica de Chesterton, se perfila como la explicación última de los extravagantes enigmas en los que se verá implicado el sacerdote. En el primer cuento de la saga, el Padre Brown replica al criminal: “La razón siempre es racional, incluso en el último limbo, en el límite perdido de las cosas. Sé que la gente acusa a la Iglesia de rebajar la razón, pero es al contrario. En la Tierra, la Iglesia convierte a la razón en algo supremo. Aquí, en la Tierra, la Iglesia afirma que el propio Dios obra movido por la razón... El universo es infinito sólo físicamente, no infinito en el sentido de escapar a las leyes de la verdad”. Lo mismo sentenciaba en primera persona Chesterton en una de sus frases memorables: “La Iglesia nos pide que al entrar en ella nos quitemos el sombrero, no la cabeza”.

Aprovechemos para recordar otras definiciones de Chesterton: “Una buena novela nos dice la verdad sobre su protagonista; una mala nos dice la verdad sobre su autor”. “El periodismo consiste esencialmente en decir ‘¡Lord Jones ha muerto!’ a gente que no sabía que Lord Jones estaba vivo”. “No puedes hacer una revolución para tener la democracia. Debes tener la democracia para hacer una revolución”. Publicó Punto de Lectura.