EDITORIAL

Amia: quince años

de impunidad

Se cumplieron quince años del atentado terrorista contra la Amia y no es exagerado decir que también se han cumplido quince años de impunidad. Lo sucedido con la investigación pone en evidencia los límites, las falencias, cuando no la corrupción de la Justicia argentina y sus dispositivos procesales. Es más, no sólo que no se ha dado con los responsables, incluida la célebre conexión local, sino que existe la certeza de que se han eliminado testimonios, se han borrado pistas y en definitiva se ha trabajado desde algunas zonas “invisibles” del poder en una dirección opuesta a la que dicta la Justicia.

Los reclamos de la comunidad judía en ese sentido son atendibles, pero estos reclamos exceden a una comunidad para expresar la demanda de justicia de toda la sociedad argentina. Es necesario insistir que el atentado contra la Amia fue, en primer lugar, un atentado contra el Estado argentino. Reducirlo a un problema de los judíos con los musulmanes integristas es, en el más leve de los casos, un error, un grave error.

No hay antecedentes en Occidente de que un atentado terrorista de esta magnitud disfrute de tanta impunidad. Lo sucedido en Nueva York con las Torres Gemelas o los atentados en Madrid y Londres fueron dolorosos, trágicos, pero las investigaciones dieron con los culpables y hoy los terroristas están entre rejas o muertos, y sus redes han sido desbaratadas.

Nada de esto ocurrió en la Argentina. A los vicios e ineficiencias del sistema de seguridad nacional se suma la complicidad encubierta o explícita de funcionarios estatales. Todo esto debe investigarse, porque subleva al sentido común y al espíritu republicano.

Los vicios más serios, sin duda, han ocurrido durante la gestión de Menem. En ese punto, la fracturada comunidad judía local está de acuerdo y la misma opinión comparten los periodistas que investigaron el caso.

Con todo, existe la certeza de que el operativo fue perpetrado por la organización terrorista Hezbolá, con el financiamiento y el resguardo diplomático de Irán. Los pedidos de captura a diplomáticos y funcionarios iraníes no han prosperado, entre otras cosas porque Irán protegió a los imputados y no hay motivo para creer que vaya a acceder a entregarlos a la Justicia. Sin ir más lejos, y para que nadie tenga dudas al respecto, conviene recordar que en las recientes elecciones en Irán uno de los presuntos cabecillas del operativo contra la Amia fue un funcionario diplomático que se candidateó en las recientes elecciones.

Por último, las serias disensiones internas en la comunidad judía no ayudan a despejar interrogantes. Las diferencias son visibles y en algún punto da la impresión de que no tienen retorno. A las internas ideológicas y religiosas se suman, en este caso, visiones diferentes sobre cómo encarar la investigación. Si bien la responsabilidad por hallar a los culpables es del Estado nacional, las disidencias internas en la colectividad judía perturban la pesquisa. Al respecto, no hay duda de que los antagonismos existentes impactan negativamente sobre el curso de la investigación.