Al margen de la crónica

La TV narcisista

Por castigo de Némesis, la diosa de la venganza, Narciso murió ahogado luego de contemplar absorto su rostro perfectamente bello reflejado en el agua de un estanque. La filosofía y el psicoanálisis adoptaron este pasaje de la mitología griega para explicar la veneración de un yo ideal, la egolatría y la vanidad.

La televisión abierta ha cedido a la tentación de esa devoción narcisista. No deja de mirarse el ombligo y sólo eso, todos los días, todo el tiempo. Mientras tanto afuera, en el mundo real, cunden las pandemias, el hambre y la desesperanza.

El fenómeno de la TV autorreferencial -esto es, la televisión narcisista que habla de sí misma- no es nuevo. Hace ya varios años un estudio de la Universidad Austral sobre la calidad de los contenidos televisivos advertía sobre la creciente difusión de programas compuestos por “requechos” y sobras de otros. Esos que muestran fragmentos de furcios, actos fallidos, exabruptos, riñas y todo tipo de barrabasadas televisivas -que suponen ser graciosas- de lo más escandalosos y vergonzantes. Léase programas tales como TV Registrada, Ran15, RSM, Zapping TV, El podio de la TV -nótese esa reiteración que proclama la autorreferencialidad endógena- y la lista sigue.

Todo con una mínima inversión -cuyo mayor porcentaje se va en una escenografía fastuosa y en contratos basura para un vasto auditorio de reidores-, dos conductores que sepan ajustarse a un guión de bromas trilladas y un buen editor de archivos de video que sepa rastrear y reciclar cualquier menudencia televisiva. ¡Voilá! Éxito -negocio- asegurado con el menor esfuerzo.

Hoy la TV abierta se adula, se venera y se celebra, refregándose en la osamenta de la cháchara y el esperpento mediático. Ya no necesita producir contenidos originales a manos de profesionales de la comunicación audiovisual para dar valor agregado a un producto. Con mostrarse a sí misma le alcanza.

Por suerte, aún nos queda esa preciosa libertad de enarbolar alto el control remoto y hacer zapping. O mejor, mucho mejor aún: de apagar el televisor.