El judeoespañol, una cultura

que va perdiendo su idioma

Elías L. Benarroch

(EFE)

En el corazón del desierto del Neguev, un grupo de académicos de la Universidad Ben Gurión se dedica a preservar la cultura judeoespañola o sefardí, aunque el futuro de este idioma, reconocen, se limitará dentro de pocos años sólo a las aulas de estudio.

Cultura y lengua de los judíos expulsados de España en el siglo XV, el judeoespañol es hablado actualmente por unas 300.000 personas en todo el mundo, pero ni siquiera el creciente interés por la cultura sefardí podrá impedir la desaparición del idioma como lengua franca.

“La lengua sigue viva, porque, por definición, toda vez que haya dos personas que la hablen estará viva. La pregunta que debemos hacernos es por cuánto tiempo más”, dice en una entrevista el investigador Eliezer Pappo.

“Actualmente ya no tiene masa crítica”, agrega, al aludir “a ese conjunto de personas que conviven e interactúan a diario en una misma lengua para sus necesidades más rutinarias”, y base para que una lengua subsista a lo largo del tiempo.

Nacido en Sarajevo, Pappo es uno de esos pocos privilegiados en el mundo que aún habla esta lengua con absoluta soltura y fluidez, y que tiene sólo 40 años.

“La edad promedio de los que hablan el judeoespañol supera los 70”, asevera la también investigadora Tamar Alexander.

Ambos encabezan, en la Universidad Ben Gurión del Neguev, el llamado Sentro Moshe David Gaon de Kultura Djudeo-Espanyola, creado en 2004 en memoria de ese destacado historiador, escritor y bibliógrafo israelí de origen sefardí.

“Sefarad” es la palabra hebrea para “España”, pero el gentilicio de este término alude también al patrimonio histórico, cultural y lingüístico relacionado con los descendientes de los judíos que debieron abandonar la península Ibérica tras firmar los Reyes Católicos el Edicto de Expulsión, el 31 de marzo de 1492.

Alexander, directora del “Sentro”, subraya que su objetivo en estos momentos es “desarrollar la cultura judeoespañola”, una misión que llevan a cabo con la publicación de libros y revistas, investigaciones académicas, coloquios periódicos entre usuarios de ese idioma, congresos internacionales y jornadas de estudio”.

A ello han agregado un vasto programa de educación universitaria que, en el futuro, aspira a convertir en una licenciatura por sí misma.

“Ésta es la primera vez que nuestra universidad dedica un programa de estudios íntegramente a la cultura judeoespañola y no sólo un curso aquí y otro allá”, refiere la lingüista.

Sólo en la Ben Gurión hay un centenar de universitarios que este año han seleccionado cursos relacionados con la historia y cultura sefardí, entre ellos, algún que otro beduino que, curiosamente, encuentra un cierto paralelismo entre las romanzas sefardíes y la cultura árabe.

La decisión de abrir programas de estudio sobre la cultura judeoespañola se siente en otras universidades, lo que hace presagiar que en el futuro esta cultura seguirá viva, aunque sólo en los pasillos universitarios.

“El futuro del judeoespañol es la pregunta del millón. En la academia, como cultura, tiene un gran futuro, y lo vemos en un florecimiento desde hace diez años, pero no es el caso de la lengua”, explica Alexander.

A diferencia de muchos de sus colegas, Pappo nació y creció en esta lengua que algunos llamarían “cervantina” por su parecido con el castellano medieval; sostiene que el “judeoespañol” es una “lengua étnica” y, por lo tanto, no tiene futuro si los judíos no viven juntos en un mismo entorno. “La mayoría de los sefardíes -concluye- vive hoy en Israel pero se expresa en una lengua nacional que es el hebreo, así que, nunca van a crear un “Sefardistán’, pues el judeoespañol no volverá a ser nunca lo que fue en su día”.