EL TALLER CASA DE ARTE
Diez años de puertas abiertas al arte
La casona de 1º de Mayo 2924 celebra una década de trabajo actoral y musical, actividad que con el paso del tiempo transformó al espacio en una sala independiente.
De la redacción de El Litoral
“El taller. Teatro, música, plástica”. Pintadas a mano sobre un cartel de madera, las palabras intentan definir el mundo de juegos, de roles y sonidos que se gestan tras el muro gris que las sostiene. En contraste, sólo recortan las actividades que nacen y se entrelazan en la “casa de arte” en que se convirtieron las viejas habitaciones de la casona de 1º de Mayo 2924, que este año festeja una década de trabajo artístico o, como ellos prefieren decir, “diez años de puertas al arte”.
El espacio nació como iniciativa de Darío Giles, “en respuesta a la necesidad de un lugar donde realizar los ensayos de diferentes grupos de teatro con los que trabajaba en preparación del actor”, contó. Desde hace tiempo, Giles se dedica a esa actividad, en la que “siempre es difícil encontrar un lugar donde trabajar porque las salas suelen tener una disponibilidad acotada a las puestas”. Así se alquiló la casa, donde “empezamos a dictar nuestros talleres y, más tarde, se sumaron amigos de diferentes áreas, como talleres de música y plástica. Con el tiempo tomó otras dimensiones, otra importancia... se armaron muestras colectivas de arte que convirtieron el espacio en un lugar conocido por los artistas y lograron que la gente empezara a frecuentarlo -explicó-. Así fue como, de una sala de ensayos, El Taller se transformó en una casa para las artes, y tomó su nombre”.
Manos a la obra
Hoy, El Taller Casa de Arte es una casa alquilada, con tres habitaciones convertidas en sólo dos ambientes que ofician de sala de ensayos teatrales y musicales, y como una sala independiente para puestas pequeñas, con capacidad para 40 espectadores.
Bajo su techo, cada semana, unas sesenta personas aprenden principios del teatro y la actuación articulados en tres talleres, diferenciados por edades. “En este momento estamos abocados principalmente al teatro por falta de espacio, pero también se desarrollan otras actividades”, expresó. Allí, también, Alina Almada dicta clases de piano y, en el mismo sitio, diferentes grupos de música realizan sus ensayos.
Darío es quien coordina todas las actividades “junto a colaboradores que se interesan por sumarse. A pesar de ser una sala chiquita, tenemos muchísima actividad, y cuando no hay obras de otros grupos, aprovechamos para presentar las puestas que surgen en los talleres... Así que, de un modo u otro, todos los fines de semana tenemos función”.
Con la mezcla de peso y orgullo que despierta aquello que requiere esfuerzo, Darío reconoció que “es difícil llevar adelante una sala independiente. Por suerte, contamos con apoyo de la Universidad Nacional del Litoral y en algún momento tuvimos el del Instituto Nacional del Teatro; pero hoy dependemos de la actividad y los alumnos de los talleres; y en enero y febrero, cuando otras salas paran, agarramos la brocha y aprovechamos para hacer algunos arreglos...”.
De cara a otra década de trabajo artístico, Giles contó que “la intención es trasladarnos a un espacio más grande, porque la casa nos está quedando chica; y, a la vez, lograr un plantel docente de teatro como para crear una escuela de actuación que, desde allí, se proyecte a otras expresiones. Es un proyecto que desde hace tiempo tenemos con Jorge Ricci y seguro será algo que concretemos en los próximos tiempos”.