“Me sentí cornudo”, declaró

Mandan a Coronda al padrastro

de la nena violada y asesinada

El juez García Porta procesó al “Gordo” Javier Díaz por el “abuso sexual doblemente agravado” de Agustina Facio, una nena de 12 años, que murió asfixiada el 8 de julio.

Mandan a Coronda al padrastro de la nena violada y asesinada

Juliano Salierno

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El “Gordo” Díaz está preso en la cárcel de Coronda, en el pabellón “Los Hermanitos”, el mismo al que enviaron al “Colorado” Baroni. Con menos cámaras y micrófonos que su vecino de celda, Díaz acaba de ser procesado por un delito tanto o más aberrante que el de la maestra Alejandra Cugno: la violación y muerte de su hijastra, una nena de apenas 12 años.

El viernes pasado el juez de Instrucción, José Manuel García Porta, procesó a Javier Cristian Díaz, por el delito de “abuso sexual doblemente agravado, por ser el guardador de la víctima y por el resultado de muerte”.

Su abogada defensora, Emma Piñeiro, declaró que “no tiene sentido apelar el procesamiento de un crimen que está confeso, porque sería alargar la instrucción sin sentido”. No obstante adelantó que “vamos a pedir una pericia psicológica más profunda”, aunque prevé “que le va a salir una perpetua”.

Agustina Facio, la nena de 12 años que apareció muerta en su casa de barrio Nuevo Horizonte, fue violada y ahorcada por su padrastro el 8 de julio pasado. Para el juez García Porta, el “Gordo” Díaz desconfiaba de la “fidelidad” de su pareja, de lo que “surge claramente un acto de venganza”. Ya sea “por celos” -como dijo una fuente del caso-, o porque “me sentí cornudo” -según confesó en la indagatoria- el acusado aprovechó que estaba a solas con la pequeña para abusarla.

Por asfixia

El hombre de 31 años no tiene antecedentes penales. Terminó la secundaria en una Eempa, estudió Enfermería y trabajaba en el horno de ladrillo junto con su padre. Hacía diez años que convivía con Carina Facio, la mamá de Agustina, con la que además tiene un hijo de 3 años.

“Nunca la había abusado antes” declaró la semana pasada durante la indagatoria, que duró tres horas. Sin embargo, ese día “me salió el monstruo de adentro”, le dijo al sumariante, que continuó con el interrogatorio.

Díaz “confiesa lisa y llanamente la autoría material del ilícito, proporcionando detalles y móviles de su accionar”, indicó el magistrado en su resolución. Para el juez hay elementos de sobra para procesar y dictar la prisión preventiva ya que se trata de un “delito contra la integridad sexual, agravado por el resultado de muerte” afirmó en los “Considerandos”.

Los médicos forenses que estuvieron en la casa de calle Sarsoti al 6500, casi al límite con la ciudad de Recreo, constataron que la muerte de la menor se produjo por “asfixia” y “golpes en la cabeza”. La autopsia confirmó más tarde la “asfixia por compresión de cuello”. Además de ahorcarla con sus manos, Díaz le apretó el rostro con la almohada, sobre la que se vieron rastros de sangre.

A juicio oral

Antes de que se conociera la tragedia, Carina recibió un par de mensajes de su pareja en el que le decía: “No me busques”; o “Agustina se fue”. Alarmada por esa situación y por que su hija no le contestaba el teléfono, llamó a sus vecinas para que se fijaran si la chica estaba bien.

Un rato antes Díaz había dejado a su hijo y las llaves de casa en lo de una amiga y salió sin rumbo en su Dodge 1500 anaranjado. En su declaración confirmó haber sido él quien llamó a la policía al 911 para denunciar el crimen. Después se fugó. Lo atraparon en horas de la siesta, cuando se quedó sin nafta a la vera de la Ruta Nº 6, a la altura de la ciudad de Esperanza.

La hipótesis de que se trató de una venganza encuentra su origen en la mala relación que el acusado tenía últimamente con su mujer. Todo comenzó a empeorar cuando Díaz “compró una computadora y solicitó la conexión a Internet”. Su mujer habría comenzado a chatear con desconocidos y recibía mensajes de textos a toda hora.

El fiscal Juan Pablo López Rosas solicitó la prisión preventiva, y lo trasladaron desde la comisaría Nº 25 del barrio El Pozo, hacia el pabellón Nº 4 de la cárcel de Coronda. Por su parte, el juez García Porta destacó que al concubino de la madre de Agustina, Díaz era “guardador encargado de velar por la salud física y moral” de la nena y que por la gravedad del delito cometido la pena en expectativa sería de prisión perpetua y por lo tanto irá a juicio oral.

Hubo gran conmoción esa mañana en el barrio Nuevo Horizonte, cuando el vecindario supo lo que había pasado.

Foto: Archivo El Litoral/ Luis Cetraro

“Otra oportunidad”

Si bien “no pienso en la inimputabilidad, vamos a pedir una pericia psicológica más profunda al juez de Instrucción”, dijo la defensora, Emma Piñeiro. “Este chico ha tenido guardado algo durante años que le afloró de la peor manera”, y ahora “necesita asistencia psicológica y espiritual”.

“Creo que hay que darle otra oportunidad” dijo Piñeiro, aún sabiendo del tipo de crimen cometido. “No tiene antecedentes” y jamas manifestó ser una persona violenta, por lo que la noticia sorprendió a sus allegados.

Atento a que seguramente “le va a salir una perpetua, que oscila entre los 20 y los 50 años de cárcel, vamos a tratar de que vaya cuanto antes a juicio para trabajar en la ejecución de la pena, para que sea equitativa y realmente tenga por finalidad la reinserción en la sociedad”.

Por su parte el informe psicofísico que por ley se le realiza a los imputados, no mostró “alteraciones morbosas en sus facultades mentales” se afirma en el procesamiento.

/// EL DATO

Intento de suicidio.

En su declaración en Tribunales, Javier Díaz aseguró que se quiso suicidar y que se arrojó del puente del río Salado, que está sobre la Ruta Nº 70. Pero el agua no le llegó más que a la cintura al caer y tuvo que salir. La policía de Esperanza no advirtió que haya tenido la ropa mojada cuando lo apresó.