Al margen de la crónica

De certezas e incertidumbres

“En un mes todos nos hemos convertido en especialistas en gripe A”. Así comienza una nota que esta redacción hizo acerca de cómo la enfermedad es vista y sufrida en los barrios carecientes y utiliza como introducción de qué manera el resto de la sociedad se comporta ante la eventualidad. Un médico que trabaja en el movimiento Los Sin Techo reconoce que en “esos lugares” no están tan “psicotizados”.

Sin agua, gas ni luz, la gente se ve imposibilitada de tomar precauciones mínimas de higiene, y un mecanismo de defensa la lleva a bajar el tono dramático de la situación. ¿Qué hacer si no? Para los marginados es uno de los tantos problemas con los que deben convivir a diario, además del frío, el hambre y el olvido; es una gripe más.

En la mayoría de los barrios del cinturón pobre de la ciudad, el agua es un elemento escaso, y hacerse de un balde implica tener que caminar bastante para conseguirlo. Por eso, las reglas elementales de higiene son difíciles de implementar, aun cuando los profesionales insistan en ello.

Como siempre, la realidad es de acuerdo al cristal con que se mire. El grupo medio de la ciudad agotó stocks de alcohol en gel, toallas y aerosoles desinfectantes, y colapsó consultorios y guardias de sanatorios y hospitales. Se mostró asustado. Y no es para menos, la confusión vino desde muchos lados y, para colmo, se mediatizó. Algunos especialistas magnificaron y otros minimizaron la cuestión, y en medio, la gente quedó atrapada por el clásico desconcierto ante lo desconocido. En el cinturón pobre, la cosa siempre es distinta. Es habitual que los vecinos convivan con la basura y los focos infecciosos proliferen metro a metro, al tiempo que deben luchar contra otras enfermedades comunes en ese ámbito. No hay presupuesto para leche, mucho menos para una botella de alcohol y, entonces, las recomendaciones preventivas son sólo algo más que se escucha en la radio. Pero es meritorio el trabajo de los profesionales que cada día deben enfrentar realidades opuestas a las personales, y lo más difícil es que, desde ese limbo real, tratan de ayudar a los que están excluidos de cualquier derecho que les corresponde apenas por ser personas.

Otra vez, enfrentar una misma situación muestra tantas diferencias de comportamiento como grupos sociales hay conviviendo, como facetas de la misma piedra. En el caso de los marginados, tomar conciencia preventiva respecto de la gripe A es lo que menos importa, ya que no cuentan con los rudimentos para actuar en consecuencia, porque donde viven abundan las incertidumbres y escasean las certezas.