Según la OMS son cancerígenas
Las camas solares, en la mira
Los dermatólogos aseguran que, al igual que el sol, contienen radiaciones que producen fotodaño. Una alta y prematura exposición puede generar cáncer. En Buenos Aires prohibieron su uso a los menores de 21 años.
De la redacción de El Litoral
Las camas solares siempre generaron polémica. Algunos aseguran que los rayos que emiten son cancerígenos; otros, aducen que esto no está comprobado. Sin embargo, los rayos UVA de las camas solares, hasta ahora considerados como “probablemente” cancerígenos, fueron clasificados como “cancerígenos” por el Centro Internacional de Investigación sobre el Cáncer (Circ), agencia de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
“Tanto la persona que se expone a la cama solar como la que está indebidamente al sol tienen mayor probabilidad de desarrollar cáncer de piel, por la exposición a las radiaciones. Eso está científicamente comprobado”, aseguró la Dra. Silvia Paredes, jefa del Programa de Dermatología Sanitaria de la provincia. La especialista calificó de “excelente” que “la OMS lo haya planteado como una estrategia para que la gente vaya tomando conciencia sobre el peligro de esta práctica”.
Advertencia
Esta dermatóloga del hospital Iturraspe recordó que los médicos “hace tiempo que venimos diciendo que las camas solares son nocivas para la salud de la piel”. “Las radiaciones que emiten son cancerígenas. La Sociedad Argentina de Dermatología ha sacado comunicados avalando esto, porque se vio que las personas que toman cama solar durante todo el año están más predispuestas a desarrollar todo lo que produce el sol: fotoenvejecimiento, cánceres de piel y fotodaño. La cama solar produce ciertos cambios biológicos en las células tan importantes como si fueran las radiaciones solares, que están demostrado que son cancerígenas”, explicó.
Asimismo, señaló como un perjuicio que “los rayos de las camas solares son luces artificiales que están concentradas en una sola persona en un corto tiempo”.
Por su parte, Mariano Tagliaferro, dueño del solarium El Dorado, confesó: “Siempre me choca que te digan no se puede tomar cama solar porque es cancerígeno. Yo trato de defender lo que vengo haciendo hace muchísimo tiempo. En mi negocio, a la gente se le explica y no se le permite tomar dos sesiones en un día. Es una cuestión de responsabilidad”.
En este sentido reconoció: “Hace 20 años que tomo pantalla y cama solar y nunca me pasó nada. No conozco ningún caso de alguien que haya tenido cáncer de piel por usar cama solar con responsabilidad”.
Controlar los tubos
Mariano está en el negocio de las camas solares desde 1992, cuando puso su primer local en Buenos Aires. Desde hace once años trabaja en la ciudad de Santa Fe, al frente de dos solariums. Cuando habla de responsabilidad, apunta a varias cuestiones: que la sesión no supere los 15 minutos permitidos, colocarse anteojitos para evitar daños en los ojos, no exponerse en caso de embarazo y, principalmente, controlar las máquinas.
“Hay que manejar bien el tema. El secreto está en los tubos. Cada fabricante dice hasta cuánto se pueden usar, que puede ser 400 ó 600 horas. Después hay que cambiarlos porque tienen una vida útil”, afirmó. Para controlar el tiempo que los aparatos son usados, cada uno cuenta con un timer que marca 15 minutos, que es lo que se puede tomar por sesión. “De ahí en más es la responsabilidad de cada uno”, señaló el empresario, aunque aclaró que en sus locales no permiten tomar más de una sesión diaria.
Mariano insistió en que si los tubos son usados correctamente no se corren riesgos y detalló: “Acá tenemos tubos con 400 horas de vida útil, pero nunca se llega al tope máximo. Cuando rondan las 380 horas de uso, los cambiamos. El gran problema es que un tubo sale cerca de 32 euros y una cama solar trae 50. Es mucha plata, pero yo cuido el cliente y mi negocio”.
Regular su uso
En tanto, la Dra. Paredes insistió en la necesidad de controlar y comentó que la Sociedad Argentina de Dermatología estableció una regulación junto con el gobierno de la ciudad de Buenos Aires. “Se trata de una ficha y protocolo que tiene que llenar el técnico, avalado por un médico. Se controla el tipo de cama y hay un cuestionario para la persona que la va a usar: si tiene antecedentes de lunares o de cáncer de piel, si toma alguna medicación (porque algunas medicaciones con el sol, al igual que con la radiación de las camas solares, producen fotodaño, como diuréticos, algunos antiinflamatorios o los denominados antipalúdicos), la frecuencia con que se expone, el tipo de piel, entre otras preguntas que hacen al cuidado saludable de la piel. Esto tiene que estar firmado por un médico, pero sabemos que hay institutos que no tienen ningún médico que regule el funcionamiento de las máquinas”.
En este sentido, la profesional propuso que haya una “entidad que controle los institutos que tienen camas solares”.