Entre Scioli con los obispos y los gremialistas fanáticos del fútbol

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El gastronómico Luis Barrionuevo fue presidente de Chacarita Juniors. Es uno de los tantos gremialistas y políticos ligados al fútbol.

Foto: Archivo El Litoral

Luis Tarullo

(DyN)

El renovado debate por la pobreza dio lugar a dos hechos salientes provenientes del ámbito oficial: el gobierno nacional anunció un plan para crear empleos y el gobernador bonaerense, Daniel Scioli, se reunió con los obispos de su provincia para abordar el severo problema.

La iniciativa difundida por la presidenta Cristina Fernández apunta al fomento del cooperativismo y, en consecuencia, a la generación de unos 100 mil empleos, según el objetivo oficial. Las buenas intenciones son siempre bienvenidas, pero es hora de que, además de no quedar sólo en eso, tengan una mayor extensión y complementariedad con otras iniciativas imprescindibles para el éxito de cualquier empresa destinada a combatir desempleo y pobreza. Por ejemplo, una adecuada educación y formación, sobre todo en los siempre requeridos oficios, ya que hay una importante carencia de personal especializado para tareas diarias y esenciales que demanda la ciudadanía.

Casi en simultáneo con el anuncio presidencial, el gobernador Scioli se reunió con los obispos de su provincia, en un gesto de alto calibre político, luego de que la Iglesia Católica -a través del Papa Benedicto XVI primero y del cardenal Jorge Bergoglio después- denunciara el “escándalo” de la pobreza en la Argentina.

Hubo una masiva asistencia de prelados al encuentro, que podría definirse como el más importante hasta ahora y también difícil de empardar en esta etapa de diálogo abierta por el propio oficialismo, después de la debacle electoral del 28 de junio pasado.

Scioli mostró reflejos acordes con la situación que atraviesa casi históricamente su provincia, cada vez más explosiva, donde se multiplican los bolsones de pobreza y marginalidad, sobre todo cuando las economías regionales del resto del país entran en decadencia y expulsan a ciudadanos que se instalan en los cordones del conurbano bonaerense, que van extendiendo implacablemente su geografía.

El mandatario provincial pidió colaboración a quienes, además de su influencia política superestructural, tienen un peso trascendente en sus diócesis y cuyas parroquias son cada vez más ámbito de contención -y hasta de alimentación- de los sectores que van en picada hacia las catacumbas de la sociedad.

Así, ante los vaivenes políticos y económicos que también pegan en la línea de flotación de su administración, el gobernador bonaerense sigue acelerando en la búsqueda de redes de contención para evitar desbordes mayores a los que ya le están planteando, en su sensible distrito, flagelos que tienen vasos comunicantes con la pobreza, como la violencia y la marginalidad absoluta de importantes bolsones sociales.

En tanto, en las arenas sindicales, cuyos dirigentes en esta etapa no han ido más allá que de alguna manifestación de circunstancia y continúan mirándose el ombligo, Hugo Moyano sigue moviéndose a sus anchas, con la misma autonomía y el mismo fervor oficialista de siempre y haciendo caso omiso a las quejas de quienes hasta hace pocos días prácticamente pedían su cabeza por su vocación personalista.

A las fintas que hizo para desarmar el embate de sus rivales internos y a la vez mantener influencia en el área del manejo del dinero de las obras sociales, estos últimos días se lanzó a despotricar contra los aumentos de tarifas y a apoyar el acuerdo por la televisación del fútbol entre el gobierno y la AFA.

Moyano fue, según los trascendidos, protagonista importante en el armado de este nuevo esquema para el deporte más popular del país, por supuesto cortándose solo otra vez, y acompañado solamente por sus espadas más cercanas. Acerca de las tarifas, es válido suponer que el grito en el cielo del dirigente camionero no fue ajeno a una acción política consensuada, toda vez que el jefe de la CGT tiene una estrecha relación con el ministro de Planificación, Julio De Vido.

Y en ese marco sería ingenuo pensar que la voz crítica de la CGT -en realidad la de Moyano- fue determinante para la marcha atrás con los aumentos en los servicios públicos. Tan ingenuo como presumir que Moyano no habría sabido que el gobierno -justamente merced a su relación con De Vido- iba a tomar esa medida.

En cuanto al fútbol, se pronunció abiertamente a favor de los planes del gobierno y de la AFA para adueñarse de la transmisión por TV de ese deporte. Los puntos en común de Moyano con este caso son varios. Por un lado no extraña su jugada progubernamental a partir de su extensa sociedad con la administración kirchnerista. Pero también es conocida la intervención de Moyano en el mundo del fútbol.

Fanático de Independiente de Avellaneda -la ciudad del titular de la AFA, Julio Grondona- y concurrente al estadio, participó, y también lo hicieron dos de sus hijos, en la vida institucional del club. También es estrecha su relación con Barracas Central, entidad que preside un familiar suyo (al club lo llaman el “Camionero”) e incluso creó un equipo propio, Mutual de Camioneros, que jugó en la Liga de Luján con la intención de saltar desde allí a las diversas etapas del Torneo Argentino, del cual salen equipos que participan en la Primera B Nacional.

Pero Moyano no posee la exclusividad en este rubro. Luis Barrionuevo presidió Chacarita Juniors y dejó su impronta en la entidad de San Martín. También se recuerda el paso de Juan José Zanola por la presidencia de Huracán. El tabacalero Roberto Digón es otro sindicalista que interviene en la vida política de Boca Juniors.

Hugo Curto -intendente de Tres de Febrero- tuvo estrecha relación con Estudiantes de Buenos Aires, al punto que una tribuna del estadio lleva su nombre. Y ni hablar de otros dirigentes del ámbito político que intervinieron e intervienen en la vida de los clubes del fútbol argentino.

Como se ve, jugadores hay siempre, muchos y para todos los gustos, en variados cotejos y con resultados diversos. Pero aún está pendiente el triunfo en el fundamental y definitorio partido contra uno de los mayores flagelos nacionales: la pobreza.