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Promesa de amor eterno

 

La costumbre de intercambiar alianzas se mantuvo a lo largo del tiempo, y es preciso encontrar la alhaja que exprese ese sentimiento.TEXTOS. EDITH S. MIROZNIK GERMAN.

La antigua costumbre de intercambiar anillos en la ceremonia de boda se remonta a más de 2000 años a.C. En la antigüedad, el marido ataba los tobillos y las muñecas de su mujer con cuerdas de hierbas, creyendo que este acto la mantendría por mucho tiempo a su lado, en épocas en que la vida era dura y corta.

La hierba pasó a ser primero cuero, luego piedra, metal, y finalmente, hoy es de oro. Ahora las novias solamente se “atan’ sus dedos con el anillo de boda.

Pocas tradiciones se conservan tan intactas como la de intercambiar anillos durante la boda. A pesar del tiempo transcurrido a través de la historia, la simbología es idéntica.

La forma circular del anillo recuerda, sin duda, algo que no tiene fin, que es lo que se quiere representar: la “eternidad” , según la ceremonia de la boda de los mormones, o “hasta que la muerte los separe”, según lo indica el rito católico.

En el antiguo Egipto, los anillos representan un compromiso sublime de amor perpetuo. Casi todos los historiadores afirman que los egipcios fueron los primeros en usar anillo de compromiso como costumbre arraigada. El novio le ofrecía a la novia un anillo -en general de oro y con formas originales- que debía usar en el dedo anular, ya que se creía que iba directo al corazón.

Según la costumbre romana, en general el anillo que daban como muestra de afecto y duración de la relación amorosa era de hierro.

Un diamante para la novia

El anillo con diamantes que acompaña a las alianzas recién comienza a usarse en el siglo XV. Hasta ese momento, las mujeres no lucían estas piedras. En Francia, el rey Carlos VII le regala a su favorita, Agnes Sorel, un diamante, y la moda se expande rápidamente.

Pero el primer anillo de compromiso matrimonial con diamante fue el que entregó Maximiliano de Austria a su novia María, hija del duque de Borgoña. Una reproducción de esta pieza se expone en un Museo en Viena.

Para querer decir

Desde siempre, la sortija simboliza dos de los momentos más importantes del amor: un solitario para decir “te quiero’ y una alianza para decir “sí, quiero’.

Por ello, la sortija debe ser perfecta, porque interpreta los sentimientos más profundos, porque está destinada a recordar los mejores momentos y además, porque debe poder llevarse siempre, por encima de las modas y de las tendencias.

El material más noble y tradicional que se elige es el oro. En sus distintas variantes -rojo, amarillo o blanco- les va a durar toda la vida. El oro simboliza la belleza duradera, la pureza y la fuerza.

Al entregar el anillo de compromiso a la amada, el novio expresa la necesidad de crear un momento entrañable y eterno sorprendiéndola con una bonita alhaja.

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PARA ELEGIR

A la hora de elegir alianzas, nos encontramos con diversos estilos y modelos: las de oro blanco, las de platino, son para parejas más audaces o para aquellas que no les guste el “dorado” para sus dedos.

El oro rosa o amarillo son un clásico, millones de hombres y mujeres circulan por el mundo con alianzas tradicionales. Y la combinación de colores de oro es ideal para aquellos más sofisticados o para quienes quieran algo más original.

EL SÍMBOLO

Un anillo con diamantes para sellar el soñado sí es infaltable.

Las alianzas fueron arrastradas culturalmente a través de los años y todavía se cree que representan el amor infinito e interminable que queda de manifiesto en su forma redonda.