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“Filosofía del dandismo”

Heidegger, a propósito de una célebre sentencia de Nietzsche, escribía: “La frase “Dios ha muerto’ significa: el mundo suprasensible no tiene poder eficiente. No prodiga ninguna clase de vida. La metafísica, es decir, para Nietzsche, la filosofía occidental entendida como platonismo, ha llegado a su fin”. El nihilismo es la consecuencia inmediata; el propio Nietzsche definía al nihilismo como el estadio al que sobreviene cuando “los valores más preciados se desvalorizan”. Y otra consecuencia es insuflar trascendencia al hombre y transformarlo en superhombre. Daniel Salvatore Schiffer parte de esta situación filosófica y existencial para estudiar la “espiritualización del cuerpo y la materialización del alma” que presenta la “Filosofía del dandismo”.

“A pesar de esta divinización del Hombre, en esta inmensa y trastornante atmósfera de duelo, ya que de ahí en más sólo la sombra de Dios planeará, en el decir de Nietzsche, sobre Europa, donde nacerá, en la segunda mitad del siglo XIX esa enigmática pero fascinante corriente literaria y artística que es el decadentismo”, recuerda Schiffer.

La palabra “dandy” nace en Inglaterra en 1760, en la época en que vivieron estetas como Byron, Shelley y Keats, pero no se impone hasta 1800, cuando el término se encarna en George Brummell (1778-1840), llamado el “Bello Brummell”, amigo del Príncipe de Gales, futuro rey Jorge IV. A él Jules Barbey d’Aurevilly le dedicará un ensayo, que es a la vez un ensayo sobre el dandismo, y donde sostiene que Brummell “hizo de su vida una obra de arte”. Jores-Karl Huysmans se servirá al mismo tiempo de otro personaje brillante y refinado, el decadente y libertino Des Esseintes, para crear el excéntrico héroe de “A rebours”. Entre tanto, la vida y la obra de Kierkegaard, Baudelaire, Oscar Wilde, Lautréamont, Nerval, Verlaine, Rimbaud, Théophile Gautier, y tantos otros, de Proust a D’Annunzio, van conformando y mutando esta filosofía del dandismo.

Albert Camus dedicaría su atención al fenómeno y asentaría que el rasgo esencial del dandismo “es el de producir siempre lo imprevisto, aquello a lo cual el espíritu acostumbrado al yugo de las reglas no puede atenerse en buena lógica. La excentricidad, ese otro fruto del terruño inglés, lo produce también, pero de otro modo, de una manera desenfrenada, salvaje, ciega. Es una revolución individual contra el orden establecido, a veces contra natura: aquí linda con la locura. El dandismo, por el contrario, se burla de la regla y, sin embargo, la sigue respetando. La sufre y se venga de ella, sin dejar de soportarla”. Publicó Nueva Visión.

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Oscar Wilde, prototipo del dandi.

Foto: Archivo El Litoral