De domingo a domingo

Los tres enemigos que enceguecen a Kirchner: campo, Fondo y medios

Hugo E. Grimaldi

(DyN)

Mientras el viernes, el ministro de Economía, Amado Boudou, pasaba su remendada gorra en Londres ante los países que manejan el FMI para evitar que haya una auditoría severa sobre el Indec y los ruralistas terminaban a la vera de las rutas su protesta con renovadas promesas de que ahora viene lo mejor en materia de acción política, ya que piensan aglutinar “¡de frente, march...!” a la oposición, conversábamos mano a mano con un legislador del Frente para la Victoria para saber qué se cocina en los despachos del Congreso sobre el Proyecto de Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual.

Justamente, coincidieron en un día las tres cuestiones que lo tienen a Néstor Kirchner en su atalaya como atento vigía y disparando perdigonadas a tontas y a locas: el Fondo, el campo y los medios.

“Yo entiendo a muchos opositores. A este tipo es difícil comprarle un auto usado”, decía el interlocutor en su descarnada descripción del ex presidente y se preguntaba, en simultáneo, cuánta cuerda le queda aún a Kirchner para seguir metiéndoles miedo a muchos justicialistas, para cooptar y remover funcionarios y para devaluar inclusive la figura de su esposa, la presidenta de la Nación.

“Es un milagro que alguien que perdió como perdió y que ha seguido cayendo en imagen continúe siendo Pugliese”, señaló la fuente con admiración crítica, desnudando, además, sus preferencias tangueras y en la misma semana en que se conocieron encuestas sobre estrepitosas pérdidas de confianza del gobierno.

“Mire, este país ama la acción del Estado, no le importa la discrecionalidad y los peronistas lo sabemos muy bien. Hasta el ARI, el socialismo o la UCR bien podrían haber escrito casi todo el Proyecto de Medios, pero no le creen a Kirchner, como tampoco le creen ni el campo ni el Fondo”, añadió el político, y así enlazó los tres temas que obsesionan al ex presidente.

“Los tres berretines”, sentenció. Luego arrimó su opinión a la hora de hacer un probable conteo de votos: “Así, como está, la ley no sale”, arriesgó. Para él, al bloque oficialista todavía no le dan los números en Diputados, ni mucho menos en el Senado. Entonces, explicó que hay dos o tres costados del proyecto que son resistidos con mucha fuerza por los bloques de centro-izquierda de mucha afinidad ideológica con el mismo, pero que no creen en la pretendida democratización y pluralidad que pregona el Ejecutivo.

En cuanto a por qué esos diputados que están a mitad de camino entre la crítica acérrima y la sumisión oficialista no plantean con más claridad sus disensos, el avezado político aventuró que “revisan todo con cuatro ojos, porque en cada costado ven una trampa y por eso no quieren saber nada”, Y añadió que tampoco hablan tanto públicamente, porque no les gustaría que les ocurra “lo que le pasó a la “Negra’ (por Graciela Caamaño, quien dijo que no iba a votar la ley y la mandaron a buscar una coima), pero la verdad es que no se tragan ni lo de las telefónicas, ni la composición de los órganos de fiscalización”.

El artículo 25 de la futura ley es precisamente uno de los más resistidos por los bloques que podrían inclinar la balanza a favor del oficialismo en la Cámara Baja, ya que son diputados que participan de la necesidad de cambiar la legislación, pero entienden que se deben acotar del todo las posiciones dominantes y no reemplazar unas por otras.

Por eso, se niegan a convalidar que se les abran las puertas del mercado a las poderosas empresas de telefonía para que accedan al llamado “triple play” (entrega de voz, datos y televisión en un solo paquete de servicios), ya que habían quedado explícitamente afuera del negocio, a partir de los pliegos de la venta de Entel. Ahora, la nueva legislación les pone alfombra roja con una serie de requerimientos que no son para nada difíciles de completar, habida cuenta del premio que tienen por delante.

Este ingreso, como también el del resto de las empresas de servicios públicos, fue invalidado en primer lugar por los cableros el interior, ya que suponen que la nueva ley de medios va a barrer del mercado a muchas empresas Pymes.

Sin embargo, el principal reparo de los diputados que no comulgan con ese artículo es que se estaría a las puertas de reconcentrar el mercado en cabeza de nuevos grupos que, se teme, respondan a los amigos del kirchnerismo.

Otro punto central que rechazan estos diputados-clave para que se destrabe la posibilidad de tratar el Proyecto, diputados que más de una vez le han servido al oficialismo para conseguir quórum o para ganar votaciones, son las estructuras que tendrán a cargo la fiscalización de todo el Sistema de Servicios de Comunicación Audiovisual: una Autoridad Federal, un Consejo Federal más un Consejo Asesor dedicado a la Infancia, una Comisión Bicameral de Promoción y Seguimiento de la actividad y una Defensoría del Público.

Otro punto que hace al fondo de la cuestión son los tiempos en que se pretende tratar el Proyecto, lo que no es un dato secundario, ya que está en juego la composición de la Cámara Baja y esto es lo que subyace en los apuros del oficialismo del tratamiento express y en las chicanas opositoras para dilatar los tiempos. “Después del 10 de diciembre no sale más”, aseguró el interlocutor.

Quienes apoyan el proyecto en esencia, aun intelectuales que simpatizan con el gobierno, han sido muy críticos durante los últimos días con la propia Cristina Fernández, sobre todo por el afán marketinero que puso en presentar la división de operadores en tercios, ya que dicen que esos porcentajes llaman a engaño, porque el Estado nunca podría llegar a disponer de 33 % de las emisoras de radio y TV, ni aún sumando las Universidades, lo que dejaría los porcentajes abiertos para todo lo que deseen acrecentar las empresas privadas “con o sin fines de lucro”.

Precisamente, este afán presidencial de hacer anuncios rimbombantes que luego no pueden confrontarse con la realidad ha sido recurrente en las últimas semanas, como, por ejemplo, cuando Cristina dijo que no se enviaron proyectos de ley de medios en democracia y la confusión de cifras que tuvo entre recaudación y blanqueo. Si se descarta la posibilidad de que sean chicanas de alto nivel destinadas a subestimar a los ciudadanos, no se entiende muy bien por qué los asesores le están pasando una letra inadecuada a la presidenta, si porque creen que así serán más papistas que el Papa y harán quedar bien al gobierno o para perjudicarla. Al respecto, el legislador kirchnerista expresó un sentimiento de piedad por la investidura presidencial y pidió una vez más reserva de su identidad.