Las universidades católicas hoy, según Mons. Roberto Rodríguez

El saber visto desde una mirada más humanística

Devolver al hombre su centralidad como sujeto de conocimiento superior y promotor de cambios para la comunidad, es la gran misión de las casas de estudio católicas. Una mayor armonización entre doctrina y ciencia y la generación de más investigación, los desafíos.

1_aa.jpg

El Dr. Fabián Jerkovich (UCSF) y Mons. Roberto Rodríguez, presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Universitaria.

Foto: Amancio Alem

De la redacción de El Litoral

[email protected]

Las ofertas académicas crecen, se reproducen en nuevos soportes -de lo presencial a la modalidad a distancia- y se diversifican. Frente a un contexto cada vez más competitivo y abundante en opciones, las universidades católicas tienen -principalmente para quienes asumen una inclinación hacia la fe cristiana- una ventaja comparativa: además de la opción de estudio proponen una formación espiritual integral, poniendo el acento en el valor humanístico del saber y la centralidad del hombre como sujeto de conocimiento.

Mons. Roberto Rodríguez, presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Universitaria (Cepau), visitó nuestra ciudad para ofrecer una charla sobre esta misión de las universidades católicas, y la enseñanza de la Filosofía y la Teología en las carreras profesionales. Disciplinas que permiten “completar una visión total del hombre, más allá de esa cierta utilidad práctica que implica el conocimiento”, destacó el religioso a El Litoral.

“El tema del centralismo del hombre y la visión humanística de la formación universitaria es algo que puede hacerse extensivo y fortalecerse en otras casas de estudio. Lo que se quiere destacar es la primacía de la persona”, expresó por su parte el Dr. Fabián Jerkovich, de la Universidad Católica de Santa Fe (UCSF).

Desarrollo y evolución

¿Cómo puede evaluarse el desarrollo de las universidades católicas en los últimos años? Para Mons. Rodríguez, “el vínculo con los alumnos en las universidades católicas ha crecido y se fortaleció. El estudiante es un sujeto inmerso en problemáticas que van cambiando con el tiempo: es distinto el joven “ideologizado” de los “60 que el de hoy, por ejemplo. Y, en este sentido, el desarrollo académico de nuestras casas de estudio debe estar orientado a dar al joven las respuestas que necesita a sus diversas inquietudes”.

“La pregunta es de qué manera podemos llegar al joven actual. Ésta es una de las metas de la universidad católica: cómo darle sentido a su compleja realidad de joven, para que se prepare para ejercer una profesión que tenga un sentido social y humano. Nuestra formación debe poco a poco ir dando a este joven las respuestas que necesita”, enfatizó el religioso.

Desafíos

Consultado sobre aquellos aspectos que deben fortalecerse y mejorarse en el concierto de las universidades católicas de la Argentina y América Latina, Mons. Rodríguez mencionó la necesidad de fortalecer la producción de investigación, sobre todo aquellas orientadas a generar un impacto social relevante: “Planteada desde un punto de vista humanístico, la investigación no puede dejar de considerar la trascendencia, el impacto social de su producto. Esto es, tratar de obtener una mejora de la situación de las personas que socialmente se encuentran en riesgo social, y buscar desde el conocimiento la mejora de sus condiciones de vida”, destacó.

El religioso puso por caso algunas experiencias comunitarias en La Rioja: “Allí, en muchas zonas se produce y exporta nueces y miel. La gente se organiza en cooperativas conformadas sobre estas actividades. Hay profesionales de nuestra universidad que trabajan con ellos. Entonces, la tecnología y el elemento social contribuyen a educar, a compartir, a trabajar organizadamente. Ahí el profesional encuentra una novedad en su tarea que enriquece y humaniza su desarrollo profesional”, refirió.

“En el caso puntual de la UCSF -aportó Jerkovich-, se hace necesario pensar como un desafío fortalecer ofertas de estudio sobre otras disciplinas y ramas de la ciencias (como las ingenierías), y ampliar un mayor intercambio entre las universidades católicas de todo el país”, cerró.

 

“La presencia y fortalecimiento del diálogo interreligioso implica tener un espíritu trascendente, es decir, levantar la mirada hacia el cielo para no quedarse rastreando en las mezquindades de la tierra”.

Diálogo interreligioso

—¿Cómo evalúa el diálogo interreligioso e intercultural hoy, en el contexto latinoamericano?

—Considero que el diálogo viene siendo muy fructífero, sobre todo porque se logró establecer pautas comunes. La presunta tendencia a “suprimir” o negar a Dios frente a la sociedad, no es cierta; tanto islámicos como judíos y cristianos creemos en Dios, por lo tanto no hay por qué sacarlo de la sociedad.

El diálogo interreligioso -y ecuménico con los cristianos- ha dado muchos pasos importantes sobre diversos temas de discusión. Frente a algunas situaciones ante las cuales Dios parece estar a veces “arrinconado”, la presencia interreligiosa es importante.

El diálogo interreligioso tiene que ver con esto: con tener un espíritu trascendente y levantar la mirada hacia el cielo para no quedarse rastreando en las mezquindades de la tierra.