EDITORIAL

Disuasión, para controlar el tránsito

El fuerte incremento en las multas por infracciones de tránsito votado por el Concejo Municipal santafesino generó previsible sorpresa en la comunidad por la magnitud de los valores asignados, como también firmes respaldos y fuertes voces de alerta, disparando un debate que recién comienza, y que arreciará a medida que avance la aplicación de la nueva normativa.

Si bien no faltan quienes le atribuyeron a la iniciativa del Departamento Ejecutivo una intencionalidad recaudatoria, los términos en que se tradujo dejan en claro que apunta a la endémica condición asumida por la accidentología en nuestro medio. Por eso, a diferencia de otros casos previos, los esfuerzos no están apuntados aquí a llevar adelante una fácil cacería de vehículos mal estacionados, sino a quienes ponen en peligro su vida y la de sus semejantes cruzando semáforos en rojo, desplazándose a contramano, careciendo de los elementos mínimos de seguridad requeridos, o incurriendo en alguna de las manifestaciones de la “conducción peligrosa”.

En ese plano, se aprecia claramente la finalidad “disuasiva” de la medida: aquí el propósito no es producir una exacción de miles de pesos, sino convencer a los potenciales infractores sobre la conveniencia de ser más prudentes. Y, si no lo hacen para evitar siniestros, que los motive el severo impacto que las conductas infractoras tendrán en sus bolsillos.

La adición propuesta por el cuerpo deliberativo al mensaje del intendente va en orden a reforzar este razonamiento, al estipular como único destino posible de los fondos recaudados la inversión en mejorar las condiciones del tránsito, a través de la señalización y ejecución de obras orientadas a ello. En todo caso, el efecto de esta asignación específica también entraña una noción de justicia intrínseca: los costos que demanda la política de prevención de accidentes terminarán recayendo sobre quienes, por su desaprensión, los hacen necesarios.

Naturalmente, el elevado costo de las infracciones -eventualmente prohibitivo para algunos poseedores de vehículos- disparará una avalancha de protestas, quejas y reclamos, cuya molestia muchas veces no ameritaban los actuales valores. Y es que, precisamente, el duro impacto monetario que significarán las multas deberá tener como inescindible contrapartida un sólido y confiable esquema de controles, capaz de resistir los embates que forzosamente recibirá y de exhibir una credibilidad que lo preserve adecuadamente ante la sociedad. En tal sentido, la incorporación de tecnología capaz de zanjar las versiones contrapuestas y rígidas pautas que eviten la corrupción entre los inspectores serán el factor determinante para equiparar desde el sector oficial la ineludible responsabilidad de los conductores.