“Algún día comprenderás”

El pasado que vuelve una y otra vez

Laura Osti

“Algún día comprenderás” es una película gris, lenta, de largos planos secuencia, con un guión que sugiere más de lo que dice y que sumerge al espectador en un estado de tristeza infinita del que parece imposible emerger. Esa promesa que sugiere el título se adivina falsa o al menos, dudosa.

La película está basada en un libro autobiográfico de Jérôme Clément y refiere a la investigación que hace el protagonista sobre el pasado de su propia familia. En el filme, el personaje, de nombre Víctor, interpretado por Hippolyte Girardot, es un hombre de edad mediana, padre de familia, que se manifiesta muy inquieto al revisar documentos en los que su padre, católico, se confiesa ario y denuncia a su mujer Rivka (la madre del protagonista), que es judía, durante la ocupación alemana en Francia.

Esto ocurre mientras la televisión transmite en vivo (año 1987) el juicio público a Klaus Barbie, el “carnicero de Lyon”, por sus crímenes de guerra.

Se trata de uno de los tantos casos en que el conflicto bélico y la persecución de los judíos ocasionó heridas profundas que no solamente devastaron familias enteras sino que también quebraron la integridad de otras, conformadas por miembros de diferentes orígenes.

Víctor se obsesiona con el deseo de reconstruir la historia familiar y pretende hablar de eso con su madre, una anciana frágil pero monumental, interpretada con gran acierto por Jeanne Moreau, maestra en sutilezas expresivas capaces de ocupar toda la pantalla y mantener en vilo al espectador.

Los esfuerzos de su hijo por arrancarle algún dato del pasado, que advierte oscuro, son en vano. La mujer no responderá ninguna de sus inquietudes y solamente abrirá apenas su corazón ante sus nietos, dos adolescentes hijos de Víctor, cuando siente próximo su propio fin. En un último gesto rinde homenaje a sus muertos y transmite algo de su tradición judía a los chicos, reconciliándose con sus orígenes... y les deja el legado de unos pocos recuerdos personales encerrados en un pequeño cofre, con el mandato de que nunca se deshagan de ellos.

En tanto que Víctor y su hermana Tania (Dominique Blanc) hacen denonados esfuerzos por ordenar sus propias psiquis, plenas de confusión y zonas oscuras, sobre todo referidas al papel que jugó el padre en la tragedia, que se llevó las vidas de los abuelos maternos, quienes a pesar de haber huido a la campiña, igualmente fueron apresados por la Gestapo y deportados a un campo de concentración de donde nunca más volvieron. Las sospechas, el dolor y el temor a descubrir que su propio padre haya denunciado a sus suegros es el fantasma presente durante todo el filme. Una duda que no termina de resolverse y que forma parte de esas cuestiones desgarradoras, esas decisiones difíciles que en realidad no se pueden entender si no se está en la situación en que se debieron tomar.

Sucesos horrendos

Al igual que en los juicios públicos, en las historias más íntimas, aun cuando se ventile información que se mantuvo oculta durante mucho tiempo, los procesos no culminan con una plena comprensión de los acontecimientos, parece que no es posible llegar al fondo de la verdad. Sobre todo cuando se trata de hechos tan horrendos cuyas motivaciones surgen de oscuridades de la mente humana todavía insondables, tanto en el plano individual cuanto en el colectivo.

Como dice el mismo director, que es también de origen judío, “son cuestiones que siguen siendo problemáticas; Francia sigue visitada por sus propios fantasmas”. Y lo que se propone, con su cine, es tocar esos nervios sensibles, mostrar, decir de alguna manera lo que los propios protagonistas no pueden, impedidos de distinta manera, ya sea por su desaparición física o por negación, por renuencia a mortificar la memoria con recuerdos dolorosos.

La mayor debilidad de la película de Gitai es un flashback tan fantasioso como innecesario, cuando Víctor imagina el momento previo a la detención de sus abuelos. Su acierto es lograr expresar la complejidad, muchas veces indescifrable, de cuestiones que trascienden los tiempos y las generaciones, impregnando la existencia con una atmósfera que no por inaprehensible, deja de ser real.

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BUENA

Algún día comprenderás

“Plus tard, tu comprendras”. Francia, 2008. Drama. Director: Amos Gitai. Guión: Dan Franck. Intérpretes: Emmanuelle Devos, Daniel Duval, Hippolyte Girardot, Jeanne Moreau. Iluminación: Caroline Champetier. Montaje: Isabelle Ingold. Duración 90 min.

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El actor francés Hippolyte Girardot es uno de los protagonistas del film de Amos Gitai, que se exhibe en el América.

Foto: Agencia AFP