La experiencia del COLEGIO Inmaculada

Se afianza el intercambio entre los colegios jesuitas

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Todos juntos. Los chicos intercambistas, del Inmaculada y los llegados de Norteamérica: la experiencia de viajar a otro país fortalece el uso de un segundo idioma, y afianza valores.

Foto: Gentileza Colegio Inmaculada

Este año se inició un programa por el cual alumnos secundarios de esa institución viajan a Estados Unidos y, a su vez, estudiantes de aquel país vienen a nuestra ciudad. La vivencia permite reforzar un segundo idioma, afianzar valores y ampliar la visión del mundo en una edad “bisagra”.

De la redacción de El Litoral

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Para un adolescente en etapa de secundaria, un viaje de intercambio estudiantil hacia otro país puede convertirse en una de esas experiencias que lo acompañarán toda la vida. Pero no sólo por la vivencia en sí -que implica viajar en avión, hacer amigos extranjeros o conocer nuevas formas culturales, etc.: se ponen a prueba las capacidades de adaptación a un contexto desconocido, la “supervivencia” comunicativa (la obligación de hablar en otro idioma), el sentido de la responsabilidad, la empatía y la solidaridad hacia el prójimo. Y se esboza, además, una primera apertura hacia el mundo y su complejidad.

En este sentido, el Colegio de la Inmaculada Concepción comenzó este año un programa de intercambio a través del cual alumnos del nivel medio viajaron a otros colegios de los Estados Unidos (Phoenix y Sacramento); a su vez, estudiantes de aquel país visitaron nuestra ciudad. El intercambio educativo es toda una novedad para éste y otros colegios pertenecientes a la Compañía de Jesús. Experiencia que, seguramente, enriquecerá la pedagogía ignaciana.

“Es el primer intercambio que realizó nuestro colegio. El programa se continuará el año que viene. La iniciativa nació y cobró forma porque había mucha energía puesta en trabajar sobre la formación el inglés de los chicos, y sabemos lo mucho que sirve vivir durante un mes en un país donde se habla ese idioma. Por otro lado, la inquietud institucional de empezar a trabajar en redes con otros colegios jesuitas del mundo”, explicó a El Litoral Sonia Bonazzola, vicedirectora de nivel secundario del Colegio Inmaculada.

El objetivo central del intercambio estudiantil es educativo: perfeccionamiento en el manejo fluido de la lengua extranjera inglés, su uso y valoración en situaciones reales de comunicación. Pero además, hay una aspecto social y cultural. “Es un mes de intercambio que implica estar en un colegio alojado con una familia, cursar las clases en el colegio y realizar actividades de servicio comunitario”, explicó Bonazzola.

Segundo idioma

“Más allá de la lo experiencial en sí que viven los chicos, es muy importante para consolidar un segundo idioma, algo tan importante para las exigencias del mundo actual”, refirió Gabriela Guglielminetti, coordinadora de inglés del Inmaculada. “Al encontrarse en Estados Unidos, con gente que habla fluidamente otra lengua que no es la propia, los chicos se ven obligados a utilizar la lengua en situaciones reales de comunicación para “sobrevivir’. Y esto les sirve muchísimo”.

Ésta es la única forma de comunicarse, y se ponen a prueba las capacidades de adaptación a un ambiente comunicativo nuevo, que a su vez se enriquece con el fortalecer fortalecimiento en valores: solidaridad, sociabilidad, sentido de la responsabilidad, y los valores universales de la verdad y el bien. Por eso se vuelve tan positiva la experiencia del intercambio”, coincidieron Bonazzola y Guglielminetti.


Diferencias socioculturales

Al llegar a Santa Fe, los chicos norteamericanos se encontraron con diferencias socioeconómicas importantes. “Allá están acostumbrados a estudiar con tecnología de punta (todos tienen notebooks, hay pizarras magnéticas en las aulas, etc.), con todas las comodidades del Primer Mundo, y aquí notaron la diferencia. Pero siempre fueron muy modestos y amables, y se adaptaron bien”, refirieron Pedro, Ignacio y Pablo, alumnos del Inmaculada que viajaron a Estados Unidos, y que a su vez recibieron y conocieron a los intercambistas norteamericanos.

“Ellos tienen, por el estilo y la forma de vida que llevan, personalidades cerradas: son de poco socializar. Están acostumbrados a rutinas y horarios estrictos, son estructurados. Nosotros somos de salir más, de reunirnos en algún punto de la ciudad -contaron los chicos del colegio-. Creemos que aquí estuvieron muy cómodos, y les gustó recorrer los lugares de Santa Fe, conocer esos rasgos distintivos que tenemos los santafesinos, como la amistad o la pasión por el fútbol”, concluyeron.