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Fiesta en los charcos

El aroma de la lluvia sobre la tierra. Por fin, la caricia del agua roza los campos. Cambios de funcionarios y la soja que llega, inexorable.

Federico Aguer

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El dato de la semana fue la lluvia. Sin lugar a dudas, los registros pluviométricos alcanzados en toda la provincia significan, si no el fin de la sequía, por lo menos un buen indicio para empezar a revertir la situación. Es cierto que no llueve pasto, y que la calamitosa realidad de la cría ganadera en el norte no se mejora de un día para el otro, pero en campos cercanos a Tostado o Vera, muchos productores respiraron aliviados después de mucho tiempo. Un poco más al sur, la situación es bastante diferente. En la semana del comienzo de una nueva campaña de vacunación contra la aftosa, la oferta de forraje se muestra abundante y reafirma la potencialidad para la cría y la lechería de los departamentos del centro provincial.

El otro dato, casi desapercibido en medio de la vorágine mediática, fue la renuncia del secretario de Agricultura de la Nación, Carlos Cheppi. La figura de “Che pibe”, según palabras de Felipe Solá, venía desdibujándose de manera progresiva e irremediable por varios motivos. El creciente traspaso de poder de esta cartera hacia la ONCCA, la secretaría de Comercio Interior, y la flamante secretaría de Integración a cargo de la polémica María del Carmen Alarcón, pusieron al malogrado Cheppi en una situación cercana a la inexistencia operativa.

Según trascendió, lo reemplazará el diputado bonaerense Julián Domínguez, funcionario del riñón de Aníbal Fernández, y cuyo aporte más cercano al campo fue haber votado a favor de un aumento del inmobiliario rural provincial superior al 128%. También se rumoreaba que el flamante funcionario gozaría de un ascenso de la cartera agropecuaria al rango de ministerio, lo que a todas luces asoma más como otra maniobra mediática más que como un hecho concreto que apunte a solucionar los problemas del sector.

Mirando un poquito más allá de la coyuntura nacional que no nos da respiro, se supo que el USDA proyecta para la Argentina una campaña sojera récord cercana a las 51 millones de toneladas. Todo parece indicar que hacia allá vamos, y las últimas lluvias aportan la humedad necesaria para la implantación. Mientras los mercados siguen esperando la publicación de las últimas medidas en favor del trigo y el maíz, se sabe que estos cereales volverán a repetir campañas paupérrimas, cercados por una realidad que dice favorecerlos pero que los asfixia de manera inexorable.