Máxima velocidad

Máxima velocidad

Desde la modificación de los montos de las multas en la ciudad de Santa Fe, por fin la gente empieza a ponerle atención a la velocidad con que debe movilizarse. La ordenanza establece un máximo de 40 kilómetros por hora. Pero con algunas variaciones, como para ponerle piripipí al tránsito. Esta nota va con onda.

TEXTO NÉSTOR FENOGLIO / ilustración LUIS DLUGOSZEWSKI.

La norma del aumento de tarifas aterrizó sobre la vieja norma de tránsito que ya preveía velocidad máxima de 40 kilómetros por hora en la ciudad capital. Ahora, por ir a más de 40 te fajan (a veces te fajan por cualquier cosa, pero es otro tema) y bien fajado, como para que duela. No hay discusión al respecto. Si los ediles o las autoridades competentes o los especialistas (las tres categorías no suelen concentrarse en una sola) antes determinaron que esa es la velocidad a la que debemos andar, pues, todo bien: las normas están para ser cumplidas. Y si son incorrectas, se las modifica. Y se cumple la nueva norma, que se entiende superadora.

Ahora bien: si uno hiciera el ejercicio de llevar a pasear a un visitante, o si es el visitante mismo el que se enfrenta a la ciudad cordial, tendrá unos cuantos matices que cumplir...y deberá poseer un auto con velocímetro milesimal, muy bien aceitado, o un motor espectacular que reaccione para arriba o abajo con igual presteza.

El paseo arranca a 40, como corresponde, pero en el emblemático bulevar Gálvez te permiten 45, en la bella Costanera 50, si salís de la ciudad hacia la costa, 60 (y 15 si doblás hacia la otra costanera) y luego la velocidad permitida en ruta. Si uno encara por Facundo Zuviría, hay hermosos carteles nuevos que prometen 50 kilómetros por hora, pero en el medio conviven otros carteles que dicen 35, lo que abre la posibilidad de que nuestros inspectores de tránsito, conocidos por su vocación docente, se pongan a metros de esos carteles y te expliquen la diferencia entre 35 y 50...

En Aristóbulo del Valle, en las pizarras electrónicas que están al lado de los semáforos, se especifica 45 o 35 según los casos, así que debés estar atento porque el común mortal santafesino, y ni digamos el visitante, desconoce los mecanismos por los cuales cambia el máximo permitido, ni cuándo lo hace...

La ágil Urquiza, por ejemplo, tiene simpáticos carteles que indican que hay onda verde coordinada, pero ninguna referencia respecto de la velocidad imperante, regida por el SAO (Sistema A Ojo): uno se apura o no de acuerdo con el ritmo de encendido de los semáforos, que parece rondar los cincuenta. Igual no se metan con esa calle, carajo: porque es la que hace llegar fluidamente a los funcionarios y empleados a la Municipalidad, a la Legislatura, a Casa de Gobierno y al Centro Cívico.

Ante tanta diversidad, y descontando la buena fe y la escasa intención recaudadora del municipio, sugiero armar una especie de polinómica con la velocidad promedio de la ciudad, que daría unas líneas por encima de los cuestionados pero vigentes 40 y sus matices. Se puede armar incluso la velocidad máxima por barrio, por cuadra, por cara, por la presencia o no de árboles, estacionamientos, parquizados, negocios...

Deberían ingresar en la fórmula, además, los taxis y remises que pierden plata a cuarenta y obligan al pobre transportado a infringir la ley, contra su voluntad (y de paso, te miran con inmisericorde asco si preguntás por el faltante cinturón de seguridad, cosa de maricones o jodidos); los carritos, que tienen su propia máxima y lógica de circulación, las viejas camionetas, ciertos fletes y repartidores, algunos estimados colectiveros, de manera de hacer un cóctel de velocidades máximes variables.

La parte buena del asunto es que por fin estamos atentos al tránsito y le ponemos un poco de atención, mientras esperamos que se unifiquen las velocidades, cambien los carteles y alguien diga verdaderamente qué corno hay que hacer, a cuánto hay que andar, por dónde y todas esas cosas. Alguien que nos cante las cuarenta, bah. Y acá freno.