EDITORIAL

Conflictos en la cima del Estado

En los últimos días, desde las usinas del oficialismo arreciaron las opiniones a favor de la renuncia de Julio Cobos a su cargo de vicepresidente de la Nación. Para la tradición peronista, el verticalismo es una de las virtudes esenciales y quien no se reporta en esa disciplina no le queda otra alternativa que presentar la renuncia. Por el contrario, están quienes piensan que Cobos tiene derecho a seguir en el cargo ya que es materia políticamente opinable determinar si una disidencia con el Ejecutivo es una causa que justifique la renuncia.

Lamentablemente, en la Argentina hace rato que los trámites institucionales están muy lejos de encuadrarse en la normalidad institucional. En rigor, Néstor Kirchner, diputado electo, se desempeña como un copresidente de facto, en tanto que Cobos está en su cargo por el voto popular.

Al respecto, conviene recordar que la gran promesa electoral de la fórmula integrada por Cristina Kirchner y Julio Cobos fue el mejoramiento de la calidad institucional. Desde esa perspectiva, la conducta de Cobos parece más ajustada a las promesas electorales que la que sostienen los Kirchner con su evidente desprecio a la tradición republicana.

A nadie escapa, de todos modos, que la situación creada es anómala, pero si se presta atención al desarrollo de los acontecimientos se advertirá que los responsables de esa anomalía son los Kirchner, ya que ellos fueron quienes crearon un escenario político crispado que dio lugar a que la intervención de Cobos serenara los ánimos de la sociedad y, al mismo tiempo, ganara un respeto que la pareja presidencial está muy lejos de disfrutar.

Como se recordará, fue el célebre voto “no positivo” de Cobos lo que permitió resolver un conflicto que ya llevaba varios meses y que de persistir hubiera puesto en peligro la paz social y la propia estabilidad política. En ese sentido, su actitud ha sido y es a favor de las instituciones y así parece haberlo reconocido la sociedad en la medida en que hoy es el dirigente con más intención de votos en el país.

Si de lealtad al electorado y respeto a la república se trata, hay que decir que el comportamiento de Cobos está más cerca de esas metas que lo que está la señora presidenta. La situación es tan paradójica que bien podría decirse que si Cristina fuera consecuente con sus compromisos de campaña debería acercarse a Cobos en todo lo que este tiene de dialoguista e institucionalista y alejarse de Kirchner en todo lo que éste tiene de autoritario y prepotente. No hace falta realizar una encuesta, alcanza con prestar atención a lo que sucede en la sociedad para admitir que la gente prefiere a gobernantes moderados, dialoguistas y defensores de las instituciones. En este sentido, la actitud de la gente no es distinta de la que sostuvieron en las elecciones de hace dos años. Quien se apartó de ese mandato electoral no fue precisamente Cobos y ésa es una verdad que la presidenta debería reconocer lo más rápido posible.