Al margen de la crónica

Un juez que atrasa

Mientras la provincia realiza ingentes esfuerzos para modernizar el sistema por el cual se imparte Justicia en su territorio, algunos funcionarios en actividad se empeñan en aferrarse a las viejas fórmulas del proceso escrito, secretísimo y sólo apto para seres sublimes y dotados de todo saber.

La semana pasada, el periodista que cubre Tribunales osó violar las normas impuestas por el secreto del sumario y pedirle a la Oficina de Prensa de la Corte que suministre información precisa, respecto de la situación procesal de un detenido, imputado por un cruento homicidio ocurrido recientemente, en el frente de una vivienda y en uno de los barrios más populosos de la ciudad.

Un hecho, público a todas luces, que conmocionó a la barriada y se instaló en la agenda periodística de la ciudad en aquellos días, por ser la víctima un famoso rufián perteneciente a una banda que se desactivó a medidos de la década del “90. Además, habrá que convenir que aunque los delitos que suceden en la ciudad son muchos, es poco común que a un ciudadano de a pie le descarguen una andanada de balas de grueso calibre; al menos por estos lugares.

Lo cierto es que al enfrentar el burocrático camino del acceso a la información, el intrépido buscador de noticias se topó con una muralla infranqueable de silencio, propio de quien a sabiendas de su posición de poder se niega poner a consideración pública un episodio justamente público y canalizado por los caminos que la ley ofrece para todo habitante del suelo argentino.

La negativa del magistrado -en ejercicio desde la vuelta a la democracia- fue tal que cometió el desatino de ignorar el pedido del órgano oficial, resguardando el expediente bajo siete llaves. Tal es el sigilo con el que se maneja el entripado, que ni siquiera el fiscal pudo verlo, y eso que bajo las nuevas normas -ya vigentes- es quien debe instar la acción penal y llevar a cabo la investigación.

Lamentamos tanto oscurantismo. Pedimos disculpas a los lectores y explicaciones a quienes estén en condiciones de enfrentar grabadores, micrófonos y cámaras, pero sin ofuscarse.