Al margen de la crónica

A propósito de los amigos

Rara vez se habla de la amistad. Como el aire, los buenos amigos están aunque no los veamos, son imprescindibles para la vida, pero casi nunca se menciona aquello que nos une con ellos, y mucho menos se recuerda cuán importantes son para nuestras existencias finitas y perecederas. Esta es una buena oportunidad para permitirse hablar de la amistad.

La amistad se ha desnaturalizado como vínculo real. Dentro de las redes sociales que frecuentamos -como Facebook-, recibimos o enviamos solicitudes “de amistad” a personas que conocemos poco, o desconocemos por completo. ¿Podemos congraciar con el título de amigo -nada menos- a alguien de quien ni siquiera conocemos el sonido de su voz? Cosa extraña pasa con la Internet: celebramos a diario nuevas amistades con extraños.

La amistad se ha mercantilizado. Ejemplo: cada vez que llega, el Día del Amigo se vuelve una excusa de ventas para restaurantes, boliches y de todo aquel oportunista que sepa aprovechar la ocasión festiva para hacerse unos pesos de más. Además, la amistad se ha vuelto atributo de un falso reconocimiento público: quien dice tener muchos amigos seguramente cuente con una impresión social positiva. Pero ello no garantiza que tenga o sepa construir amistades valiosas y perdurables.

Sin ánimos de incomodar susceptibilidades ni de moralizar sobre el tema -cada quien entenderá esta cuestión como mejor le plazca-, la amistad es nada menos que un contrato tácito de fraternidad, respeto, tolerancia, comprensión y compasión entre personas. Un compromiso asumido. Demanda ejercitar la capacidad de ponerse en el lugar del otro, para entender, para auxiliar en el dolor, cuando sobrevienen el hastío, las tristezas, las pérdidas.

La amistad, así entendida, es hoy un bien escaso. Por eso es tan necesario generar fuentes renovadoras. Hacer una nueva amistad no es una tarea fácil: se deben tamizar acciones, medir gestos, ponderar actitudes. Elegir y, a su vez, ofrecer lo mejor de uno. Conquistar un nuevo amigo en estos tiempos de ligerezas y frivolidades puede volverse todo un proyecto de vida.