Diario de América Latina

Sebastián Michellod lleva más de un año recorriendo Latinoamérica y tiene proyectado viajar por tres años más.

Diario de América Latina

Sebastián Michellod, un joven cineasta suizo que recorre nuestro continente a bordo de un motorhome. Graba películas para la TV de su país. Es hijo de una santafesina.

TEXTOS NICOLÁS LOYARTE / FOTOS S. MICHELLOD Y N. LOYARTE.

 

¿Es suizo? ¿Es santafesino? ¡Es un rutero! Sebastián Michellod (24 años) vive en un motorhome al que bautizó “Shiva Kali”. Viaja por las rutas de Latinoamérica desde hace ya un año y tres meses, y estima que continuará en esa condición durante los próximos tres años.

Es cineasta y fotógrafo. Lleva consigo una cámara de video desde la que retrata a la gente común de cada lugar que visita. Ya cosechó más de 30 “retratos”, como los llama, grabados en Uruguay, Brasil, Paraguay y Argentina. Además tomó cientos de fotografías. Todo el material documental lo envía a Suiza, donde un equipo lo edita para publicarlo en los medios de comunicación como el proyecto “Diario de América Latina”. Mientras usted lee estas líneas Sebastián recorre la Patagonia, lugar donde residió cuando era chico.

Sebastián Michellod nació en Lausanne (Suiza), el 27 de octubre 1984. Pero su historia familiar tiene un vínculo de sangre con nuestra ciudad.

En su paso por Santa Fe, Sebastián visitó la escuela de su infancia en barrio Santa Rita, al norte de la ciudad; se encontró con familiares y amigos, y se acercó a Nosotros para contar, en un castellano muy claro y fluido, algunos detalles sobre su vida.

-¿Cuál es la historia que te une a Santa Fe?

- Mi papá es suizo. Cuando era joven, a los 25 ó 26 años, viajó con su hermano por toda América del Sur y del Norte. Él conoció en Santa Fe a mi mamá y su hermano conoció a su mujer en México, y ambos se casaron. Cuando mis padres se casaron se fueron a vivir a Suiza y a los seis meses de mi nacimiento nos vinimos a vivir a Santa Fe. Mi papá abrió un restaurante de comida típica suiza, pero en verano no funcionaba (risas). Así que nos fuimos a vivir a la Patagonia, ya que unos parientes de mi mamá nos apoyaron. Allí mi papá abrió una chocolatería que tampoco funcionó. Entonces él regresó a Suiza para preparar nuestra vuelta y luego nos fuimos todos para allá. Vivimos en varias ciudades. Y cuando crecí estudié fotografía en una escuela secundaria de arte de Nyon, y después en otra escuela de arte aplicado de Vevey, donde me especialicé en fotografía. Allí me recibí y en paralelo estudié todo lo que es la filmación y el cine.

Por esos años lancé una película que aborda un proyecto sobre el cambio climático, que se llama “Haarp”, y luego otra que se llama “Proyecto B166ER”, sobre el parkour (personas que saltan por los techos y lugares urbanos de riesgo).

- ¿Cuánto incidió la experiencia de tu papá por América en tu proyecto?

- Tal vez sea algo de familia. Mi papá viajó mucho durante su vida y mi mamá fue mochilera, recorrió la Patagonia. Mi abuela es un ejemplo: hasta hoy, que tiene ochenta y pico de años, viaja a todos lados. Vengo de una familia nómade.

Ya me acostumbré a cambiar de ciudades. Cuando estudiaba tenía que viajar en tren hasta otra ciudad, siempre viajé. Es una necesidad: llego a una ciudad, hago las cosas que tengo que hacer, conozco a la gente que tenga que descubrir y tengo que continuar en la ruta. Es como un aprendizaje.

- ¿Cómo surgió el proyecto de recorrer Latinoamérica?

- Surgió unos cinco años atrás, con tres amigos. El objetivo era que dos se iban a quedar en Suiza para elaborar los contenidos y los otros tres íbamos a viajar por América del Sur. Uno en la vida tiene proyectos, entonces de a poco fueron surgiendo otros trabajos; uno empezó con algo, otro con un trabajo, y nos fuimos desmembrando. Entonces nos encontramos solos, junto a otro amigo que se quedó allá. Y como soy un poco caradura me dije: “Si lo tengo que hacer solo hago toda América Latina”. Y lo transformé en un proyecto documental, hasta que en un momento ya estaba arriba del avión viajando para acá.

COMPAÑERA DE VIAJE

- ¿Cuando llegaste a América compraste la camioneta?

- Recorrí Buenos Aires buscando una Van en la que pueda trasladar todo con seguridad. Con el presupuesto que contaba no tenía muchas posibilidades. Caí en Villa Elisa, donde encontré el vehículo que me enamoró. Pero era muy vieja, modelo ‘83. Hice tres cuadras y se paró. La tuvimos que remolcar hasta Buenos Aires y cuando llegué al taller el mecánico no me la quería armar, me dijo: “A este auto no lo toco” (risas). Hasta que lo llevé a lo de un mecánico que trabaja con autos de carrera, donde lo pude arreglar. Después lo traje a Santa Fe, donde un amigo de mi papá le hizo toda la protección de seguridad como a los autos de policía, y cuando estuvo listo me largué a la ruta.

- ¿Por qué lo bautizaste Shiva?

- Es en honor a una perra que tenía en Suiza. Después, investigando, me enteré que es el nombre de un dios hindú, de la construcción y la destrucción; es por eso que se rompía y se reparaba (risas). Y después tuvo un segundo bautizo como Shiva Kali, porque Kali es la diosa que siempre acompaña a Shiva. Entonces así le di un poco más de fuerza al auto, para que me deje volver a Argentina.

- ¿El proyecto de tu vida es viajar de forma permanente o contemplás la posibilidad de establecerte en un lugar y hacer familia?

- Ese es un gran sueño. Pero por ahora no.

- ¿Tuviste alguna compañera de ruta?

- Tuve alguna compañera, pero para este tipo de aventuras no. Es muy difícil seguir una vida así, te movés todo el tiempo. Además, al estar solo podés meterte en lugares más peligrosos, es tu propia responsabilidad, y uno puede juzgar sus propios límites físicos y mentales.

EN CONTINUO MOVIMIENTO

- ¿Cómo financiás el viaje?

- El 97 por ciento es mío. Todos los años de estudio en Suiza trabajé como fotógrafo, DJ, grabé videos; hacía todo lo que podía para recolectar dinero para el proyecto. No junté todo lo que necesitaba, pero me dije: “O me lanzo ahora o espero unos cinco años para poder hacer todo lo que quiero”, y me lancé. Ahora hay que esperar que todo el material que ya está en Suiza y es elaborado por un equipo de gente comience a difundirse en la televisión y el cine, y eso de sus frutos económicos.

- ¿Cuánto dinero necesitás para vivir?

- Depende de los países. Brasil y Argentina son muy costosos. En Bolivia y Perú se hizo un poco más fácil.

- Estás en la ruta desde hace más de un año, ¿cómo continúa tu viaje?

- Ahora comienza otra etapa. Como voy hacia la Patagonia quiero experimentar el contacto con la naturaleza, quiero perderme por ahí, conectarme con paisajes solitarios. Voy a pasar por Buenos Aires, donde tengo previsto vender el motorhome. Me va a doler en el alma. Pero siento que ya cumplió su ciclo. Y entonces emprenderé el viaje sólo con una mochila. Mi intención es llegar a la Antártida y después subir por Chile, comprar un kayak y hacer un tramo a remo, para seguir hacia arriba, llegar a México y terminar en Venezuela. Creo que todo esto me demandará unos tres años más.

+info

EN EL CINE

Varios de los trabajos de Sebastián Michellod fueron subidos a Internet. Algunos se pueden encontrar en su sitio, sebi-che.com o en Youtube.com y otras plataformas de video. Trabajos: Diarios de América Latina (contempla hasta el momento más de 30 retratos), a difundir en la televisión de Suiza. Otros cortometrajes: Proyecto B166ER (parkour), Haarp (proyecto americano; cambio climático).

sudamerica revista.pdf

UNA CÁMARA EN LA RUTA

-¿Qué destacás de este primer tramo del viaje ya realizado?

- Fue todo lo contrario de lo que pensaba. Creí que en Brasil me encontraría con problemas de comunicación, que sería una experiencia con la naturaleza y fue todo lo contrario. Brasil me adoptó. Aprendí el portugués y me adapté a vivir como un brasileño. Viví en la casa de un tipo que yo digo que es como el Che, pero referido a todo lo que es medioambiente: Elson Maceió. Es un luchador de izquierda por la ecología. Viví un tiempo en su casa en plena campaña política. Él, por entonces, era candidato político en su localidad, Guaruyá, donde ahora es director de Medio Ambiente.

Caí de casualidad, a través de un amigo de Suiza. Me encontré con una persona humilde, del sector popular de Guaruyá, y me adoptó. Vivíamos nueve personas en la casa. Estaban los que mantenían el sitio en Internet, los que escribían en la campaña política. Eran ideales de otro mundo. No teníamos un peso. Ellos se aliaron con el PT, el partido de Lula (Da Silva), pero no estaban totalmente de acuerdo. Recibían muchas presiones de otros partidos más poderosos. Pero trabajamos mucho. Además, la campaña política es un carnaval. Hay que ver cómo se moviliza la gente, hay gente con banderas en las esquinas, todos aprovechan porque hay trabajo, oportunidades. Eso lo tengo todo grabado.

- ¿También conociste Ciudad de Dios?

- Me contacté con unos artesanos que, además, son músicos. Tenían proyectado viajar a Río de Janeiro para grabar un CD de samba-rock. Fuimos todos juntos, durante seis días, de ómnibus en ómnibus, fue una experiencia muy interesante. Conocí a la gente que vivía en la calle, de la nada, de las artesanías, de la viveza criolla brasilera. Paseando por Copacabana conocí a un pintor, Octavio Fragoso, que vivía en Ciudad de Dios. Sus pinturas relataban la vida en la favela. Me invitó a su casa y pude conocer la verdadera Ciudad de Dios. La historia de Octavio es dura. Fue drogadicto, estuvo preso, y cuando salió, un amigo le dio lo necesario y le dijo: “Pintá”. Ahí empezó a pintar cosas maravillosas. Sus cuadros comenzaron a venderse más que los de su amigo. Entonces, se dedicó de lleno. Un día pasó una familia holandesa y le compró todos los cuadros. En Río de Janeiro tuve un accidente con mi tarjeta del banco, se me rompió. Todo se complicó de golpe, porque no tenía dinero. Y una amiga, que tenía una fábrica de bikinis, me armó un disfraz de pirata: como era fin de año, fue un suceso total sobre las playas de Guaruyá. Venían de las radios, de la televisión y terminé desfilando de pirata, arriba de un barco, en el carnaval de Guaruyá.

- ¿Mantenés contacto con la gente que conociste?

- Todos los días recibo mails.

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El correo electrónico es: [email protected]. Sitio web: www.sebi-che.com/blog En: Facebook, Jpgmag.com, Youtube.com, Dailymotion.com.

- ¿Por qué usás Sebi-che en tu identificación digital?

- Por un lado, por el seviche, que es una comida latinoamericana; además, porque el “che” es el logotipo del pasaporte suizo: Confederación Helvética, y la “e” es la identificación iso. Y también me inspiró la historia del Che Guevara.

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