EDITORIAL

Muerte y dudas en Corrientes

 

La provincia de Corrientes se ha caracterizado por reproducir problemas sociales y políticos de envergadura. Las causas han sido diversas, como también lo han sido las soluciones institucionales, tanto provinciales como nacionales. Los recientes comicios celebrados en ese territorio parecen inscribirse en esta tradición de discordias, turbulencias e irregularidades institucionales. Una vez más, Corrientes es noticia nacional y no precisamente por su apego a la ley y a las prácticas republicanas.

Un rasgo distintivo de la política en sus versiones tradicionales es la personalización de los liderazgos y la emergencia de caudillos. Si durante años los Romero Feris fueron los que impusieron los ritmos de la política lugareña, en los últimos tiempos a ese rol lo cumplen los Colombi. La presencia de familiares en la disputa por el poder no está prohibida por la ley, pero para politólogos y sociólogos son síntomas visibles de prácticas personalistas en sociedades atrasadas.

Por motivos históricos que incluyen factores socioeconómicos y culturales, la provincia de Corrientes se ha caracterizado por desarrollar este estilo político que sólo tiene lugar cuando existen electorados sumisos o sometidos a las leyes impuestas por la tradición. La pobreza, la vigencia de hábitos rurales precapitalistas, la concentración de la tierra, la dependencia del empleo público, los fenómenos superestructurales de carácter religioso y folclórico, explican estos escenarios políticos, a los que se suma como la sombra al cuerpo la corrupción, las prácticas más groseras y burdas del clientelismo y el despilfarro de recursos.

En el caso que nos ocupa, el clima político se ha enrarecido aun más por la sospechosa muerte de Hernán González Moreno, un joven empresario vinculado familiarmente con los apellidos tradicionales del terruño y ligado políticamente al actual gobernador Arturo Colombi. Es más, era quien administraba la publicidad oficial según un criterio político de premios y castigos. Y, de acuerdo con la información disponible, era también uno de los beneficiarios privilegiados de esa publicidad pagada con los recursos del Estado.

Según los partes oficiales, González Moreno se habría suicidado a pocos kilómetros de la ciudad de Goya donde posee una propiedad rural. Posteriores investigaciones han puesto en tela de juicio esa conclusión, ya que distintos indicios sugieren un probable homicidio, hipótesis que remite, a su vez, al mundo político y al manejo de los fondos públicos. Las presunciones, en este sentido, se refuerzan con supuestas amenazas que habría recibido y con las recientes denuncias que había hecho.

Por el momento priman las especulaciones, pero a nadie escapa que en poco tiempo podrá probarse con un mínimo de dudas si González Moreno se suicidó o fue asesinado. En caso de que se concluya que fue un homicidio, la Justicia deberá investigar para determinar la autoría material e intelectual del crimen. Pero si así fuera, es seguro que se desataría un escándalo político de imprevisibles consecuencias.