La filosofía como ascesis

6.jpg

Por Marcos Denes

“El gobierno de sí y de los otros”, de Michel Foucault. Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2009.

En el marco de su cátedra sobre “Historia de los sistemas de pensamiento”, Michel Foucault dictó en el Collège de France, en 1983, el curso “El gobierno de sí y de los otros”. En la primera clase, Foucault parte de un texto de Kant: “Was ist Aufklärung’ (“¿Qué es la ilustración?”) concluyendo sentenciosamente que la elección filosófica sustancial a la que nos enfrentaríamos en la actualidad es optar o bien por una filosofía crítica que se presente como una filosofía analítica de la verdad en general, o por un pensamiento crítico que adopte la forma de una ontología de nosotros mismos, una ontología de la actualidad. Y agrega sobre esta última opción: “Esta forma de filosofía, desde Hegel a la la Escuela de Fráncfort, pasando por Nietzsche, Max Weber, etc., ha fundado un tipo de reflexión al cual, desde luego, me asocio en la medida de mis posibilidades”.

Ya adentrándose en el curso, Foucault, a propósito de la dirección de conciencia y de la prácticas de sí en la Antigüedad de los siglos I y II d.C., introduce la noción de parrhesía, palabra griega que significa “decirlo todo” o, como se la traduce a menudo, “hablar franco”: una virtud o cualidad que era considerada también un deber, y que, finalmente, era una técnica, un procedimiento (una capacidad que algunas personas poseían y otras no). “En otras palabras, la parrhesía es una virtud, un deber y una técnica que debemos encontrar en quien dirige la conciencia de los otros y los ayuda a constituir su relación consigo mismos”. Una cierta manera de hablar, y más precisamente, una manera de decir la verdad. “Una manera de decir la verdad de tal modo que, por el hecho mismo de decirla, abrimos, nos exponemos a un riesgo... Es el libre coraje por el cual uno se liga a sí mismo en el acto de decir la verdad. E incluso es la ética del decir veraz, en su acto arriesgado y libre”. Quien practica esta virtud es, pues, el hombre verídico, quien tiene el coraje de arriesgar el decir veraz, y que arriesga ese decir veraz en un pacto consigo mismo, en su carácter, justamente, de enunciador de la verdad.

De estas nociones, parte la propuesta de estudio de Foucault: “Lo que me gustaría hacer este año es una historia del discurso de la gubernamentalidad que tome como hilo conductor esa dramática del discurso verdadero, y trate de señalar algunas de sus grandes formas”.