Acerca del tiempo

Alberto de Luján Castillo

DNI. 6.212.519.

Señores directores: Hace más de 1.600 años San Agustín hizo esta observación: “¿Qué es el tiempo? Si nadie me lo pregunta sé lo que es, pero si se lo quiero explicar a quien me lo pregunte, entonces, no lo sé”. Sin embargo desarrolló un análisis exhaustivo del tema, concluyendo en que el tiempo era algo que residía en el alma. Siempre me apasionó el tema del tiempo, lineal, circular, si fluye siempre regular, desde la física, la filosofía, psicología, principio y fin, hasta la duda de si es continuo o discreto como se sabe que son la materia y la energía. Ahora quisiera referirme al tiempo nuestro de cada día, en que casi toda la gente se preocupa por llegar a tiempo a sus obligaciones, trabajo, escuela, turnos, citas... Vivimos acosados por el tiempo, por el reloj que nos marca y la vorágine de la vida actual, donde “hoy se vive de prepo y se duerme apurao” como reza el viejo tango de Cadícamo. Encima de estas situaciones cotidianas agobiantes tenemos el cambio de horario que se propuso y que la provincia se negó a aceptar.

Si tomamos la iniciación del día como la cero hora, el mediodía sería a las doce horas, momento en que, con esta manipulación del tiempo, al Sol le faltarían dos horas para cruzar el meridiano, siendo éste el momento que marca el mediodía natural, que para nuestros relojes serían las catorce horas. Esto es algo absurdo, porque significa atrasar aún más el día solar. Si hoy amanece a las seis, de aceptar el cambio habría amanecido a las siete y quienes entran a esa hora a trabajar seguirían levantándose de noche como en invierno, aunque los días se fueran alargando hacia el solsticio. Todo se deriva del pretendido ahorro de energía eléctrica, y especialmente se hace pensando en el súper “Gran Buenos Aires”. En nuestra provincia y gran parte del país, las actividades comienzan entre las siete y las ocho de la mañana; pero nuestros hermanos porteños lo hacen entre las nueve y las diez. De modo que a ellos no les incomoda el cambio de horario porque viven tiempos distintos. Entendamos que nuestro planeta y su relación con el Sol hacen caso omiso de nuestros relojes, y tendremos luz de día cuando la rotación de la Tierra nos muestre la aparición de nuestra estrella, y oscuridad cuando se haya ocultado por occidente. Encenderemos nuestras luces o aparatos acondicionadores o ventiladores cuando haga calor o necesitemos luz... Entonces ¿dónde hubiera estado el ahorro? Tendríamos que cenar a las diez u once de la noche si no quisiéramos hacerlo de día, y nos iríamos a dormir alrededor de las doce. Los mayores que deben cumplir con su trabajo y los más chicos que van a la escuela entre las siete u ocho de la mañana hubieran tenido que levantarse a las seis (de noche otra vez) o poco más. ¿Y las ocho horas de descanso aconsejables para un buen rendimiento, sobre todo en los menores? El adelanto de una hora hubiera perjudicado en nuestro medio actividades comerciales, industriales, educativas, gastronómicas y muchas otras, además de un negativo desajuste a nuestro reloj biológico.