Celebrado el 4 de septiembre

Día del Inmigrante (II)

En la nota anterior se aludió a los inmigrantes presentes en nuestro país y a la política migratoria. A continuación, se consignan los conceptos de la Dra. Susana Sassone, geógrafa e investigadora del Conicet, con respecto a las particularidades de los desplazamientos de bolivianos en nuestro territorio. La científica se desempeña en el Instituto Multidisciplinario de Historia y Ciencias Humanas (Imhicihu) del Centro Científico Tecnológico Conicet Mendoza, sito en la ciudad homónima.

(C) Conicet - Conicet Santa Fe - El Litoral

El último censo general de población en la Argentina (2001) hace referencia a 233.464 bolivianos. Pero esta migración se inició hacia fines del siglo XIX, momento histórico en el que se adscribió al modelo de migración fronteriza en respuesta a la demanda estacional de mano de obra masculina para las cosechas agrícolas en el Norte argentino. En ello coincidía con mecanismos similares entre otros países de América: los mexicanos hacia Estados Unidos; los colombianos hacia Venezuela; los nicaragüenses hacia Costa Rica, por citar unos pocos ejemplos. Los bolivianos venían desde las áreas rurales de su país; eran campesinos que se empleaban como trabajadores de temporada -o “braceros”- en la zafra de caña de azúcar en el Norte de nuestro país. Esos migrantes trabajaban durante los tres meses de la cosecha en la frontera argentina, a menos de 200 km de sus pueblos de origen, y regresaban a sus comunidades campesinas cuando finalizaba la tarea.

Según pasaron los años

Entre 1930 y 1960 los bolivianos comenzaron a complementar sus actividades labores agrícolas con las de las fincas tabacaleras. La articulación entre el período de la cosecha de azúcar (junio-octubre) con la del tabaco (agosto-abril, en Salta, y diciembre-marzo, en Jujuy) facilitó la coordinación de las tareas y la mayor permanencia en el territorio argentino, de hasta seis meses. Desde la década de 1950, estos migrantes comenzaron a llegar a Buenos Aires para trabajar en el sector de la construcción y en los servicios como mano de obra asalariada no calificada. Coincidieron con las migraciones internas desde las provincias empobrecidas del Norte argentino y así se sumaron a las poblaciones de las denominadas “villas de emergencia” en el área de Retiro como en la zona sur de la ciudad de Buenos Aires. “La falta de reconocimiento de estos contingentes a nivel político contribuyó al aumento del número de indocumentados o ilegales, luego objeto de la tan mentada discriminación, que fue más política que social”, comenta la Dra. Susana Sassone, geógrafa del ya nombrado Imhicihu/Conicet (Mza.).

El pueblo boliviano, unido

A la hora de decidir dónde vivir, si no es Bolivia, eligen estar cerca de sus connacionales. En la ciudad de Buenos Aires se puede hablar de barrios “de” o “con” bolivianos. Los destinos en la Argentina son variados, pero Capital Federal es el primer polo de atracción. Luego de la erradicación de las villas a mediados de los años setenta, los migrantes bolivianos residentes se relocalizaron en las periferias suburbanas de la metrópolis: localidades como Gregorio de Laferrere y González Catán (La Matanza), Florencio Varela, La Plata, Escobar, Moreno, Merlo y Lomas de Zamora, entre otros lugares. Para ellos es mejor vivir en un barrio donde ya habitan otros bolivianos y lejos de las áreas centrales, lo que les permite continuar con actividades que marcan su identidad. Desde la religiosidad hasta las festividades transferidas desde Bolivia eclosionan con demostraciones de la identidad étnica en el espacio argentino y los ayudan a superar las barreras de exclusión que pesan sobre esta colectividad.

Su tierra es Bolivia

Saber cuál es el proyecto de vida de los bolivianos es un tema aparte. Para ellos, la migración es un recurso funcional. Contrariamente a las creencias difundidas a través de diversos estudios, los migrantes bolivianos no llegan a la Argentina con la idea de permanecer, sino sólo con las expectativas de ahorrar y de ayudar a la familia que quedó en el pueblo o la ciudad de Bolivia. Las remesas dinerarias, unas de las grandes protagonistas de las temáticas de investigación, no son efectos de la globalización; existían desde hacía mucho tiempo. Los migrantes bolivianos, como otros tantos migrantes internacionales, viven en el país de destino pero invierten en sus países de nacimiento, donde construyen su casa y compran tierras. En suma, se aseguran que para cuando llegue su vejez cuenten con un cierto bienestar. Su proyecto es retornar a Bolivia, de donde nunca se han ido del todo.

Fuente: Área de Comunicación Institucional y Prensa (Conicet; Bs. As.). Seleccionó y adaptó: Lic. Enrique A. Rabe (ÁCS/Conicet Santa Fe).