La semana política
Un largo y caliente verano
Néstor y Cristina difícilmente puedan revertir sus índices de impopularidad. La estrategia parece ser aguantar y minar el terreno.
Sergio Serrichio
CMI
El ambiente enrarecido en las calles de las ciudades grandes y la seca extrema en gran parte del interior rural anticipan un verano caliente.
Las perspectivas, coinciden la mayoría de los analistas y consultores económicos, son claramente mejores que hace unos meses. La economía mundial, aunque sin superar del todo las taras que casi la hicieron colapsar, parece haber enfilado la senda de la recuperación.
Las economías emergentes han vuelto a crecer muy rápido. En el tercer trimestre del año, por caso, el PIB de China fue 10 por ciento superior al de un año atrás. El de Singapur, 13,5 por ciento. El de Rusia, 8,5 por ciento. El de Corea del Sur 8 por ciento. El de Taiwán, 9,5 por ciento.
En el mismo período, México creció al 11 por ciento (fue también el país latinoamericano al que más duro le pegó la crisis con epicentro en Estados Unidos), Brasil al 6,5 por ciento. Chile y Perú al 7 por ciento.
Nadie está muy seguro cuán lejos llegará el envión, que además- es mucho más incierto y modesto en los países desarrollados. De resultas, el retorno de la economía mundial al crecimiento en 2010 será a un ritmo más débil que en el sexenio 2003/2008.
Pero lo que se conoce, más la debilidad mundial del dólar, bastan para ponerle un piso alto al precio internacional de las materias primas que vende nuestro país y augurar un año con una recaudación fiscal mucho más alta y una demanda más sostenida por nuestras exportaciones.
Pasado el soponcio, el dólar débil y el retorno de la orgía especulativa hizo que aquí se detuviera la fuga de capitales (o, mejor llamada, huída del peso) y que “los mercados” hasta se le animen a la Argentina K.
Entrada más cara
Eso sí: para entrar a la fiestita, los Kirchner pagarán más cara la entrada. Aún si el ministro de Economía, Amado Boudou, se sale con la suya, implementa sin demasiadas complicaciones el segundo “canje” de deuda y en el verano empieza a emitir bonos por centenares luego miles- de millones de dólares, la Argentina pagará el doble de interés que sus vecinos (Brasil, Uruguay, Chile, Perú, Colombia) por dinero a la mitad de plazo. Con una rareza adicional: a diez años, el país inspira más confianza que a cinco. Como si en el medio debiera superar una prueba.
La “reinserción” financiera no es un acto de fe ni un cambio “ideológico”, sino una apuesta del gobierno a suavizar (y, con suerte, evitar) un ajuste fiscal severo, que haría inmanejable la situación económica y social.
Lo que nos lleva de vuelta al principio: la alta conflictividad en “la calle”, la crispación en todos lados y la sensación de país al borde de un ataque de nervios.
Algo tiene que estar muy mal para que una tormenta intensa pero pasajera y que según las estadísticas oficiales aquí no llegó a provocar recesión (el presupuesto 2010, que el gobierno presentó hace menos de dos meses, dice que al cabo de este año el PIB habrá crecido 0,5 por ciento por sobre su ya excelente desempeño de 2008) provoque tanto malestar, tanta disputa callejera, tanta desesperación de los de abajo, tanto exabrupto de los de arriba.
Después de mí, el diluvio
Una interpretación muy difundida es que, repuesto de la derrota electoral del 28 de junio gracias a una seguidilla de victorias legislativas (prórroga de facultades delegadas, Ley de Medios, Presupuesto 2010, extensión plurianual de un esquema fiscal que concentra los recursos en manos de la Nación y en desmedro de las provincias), el kirchnerismo está abonando el terreno para la aventura “Néstor 2011”.
Es posible, sin embargo, que el ex presidente esté mirando más allá. Que tanta energía sea sólo un esquema de aguante y de minado del terreno. Para que le explote al que viene, y retornar en triunfo. Para eso, claro, los Kirchner necesitan que los suceda un no-peronista.
¿Descabellado? Menem casi lo hizo. Entre 1997 y 1999 el ex presidente sumergió al país en una orgía de endeudamiento para mantener la convertibilidad y evitar el default. No le sirvió para revivir la magia extinta de un sistema inviable, pero sí para entregar el gobierno con cierta sensación de orden. Dejó una trampa cazabobos y hasta controló el proceso sucesorio.
La última parte del plan, el retorno, no funcionó, porque la memoria popular esta vez alcanzó para impedírselo. Menem se transfugó políticamente y privó a Néstor Kirchner de un triunfo plebiscitario. Pero en retrospectiva- estuvo bastante cerca de salirse con la suya.
Los Kirchner están mucho peor que Menem en 2007. Aquel año, el entonces presidente perdió hasta en la provincia de Buenos Aires, bastión histórico del peronismo, una elección legislativa con la economía en pleno crecimiento, tras el soponcio del mal llamado “efecto-Tequila”. El hastío con la corrupción y las chapucerías del príncipe y su entorno ya no tenían retorno.
Difícilmente Néstor y Cristina Kirchner crean que puedan revertir, desde el poder y en sólo dos años, la impopularidad que supieron conseguir. Según la consultora Poliarquía, la imagen negativa del ex presidente llegó en octubre al 80 por ciento. Y la de Cristina, al 47 por ciento. Y si ése es el resultado al cabo de casi siete años en que, según el relato oficial, no hubo sino éxitos, ¿qué cabe esperar de una etapa más difícil?
La imagen de la presidenta contrasta además con la ola de popularidad de sus pares latinoamericanos. A punto de cumplir su mandato, Michelle Bachelet tiene un 78 por ciento de imagen positiva entre los chilenos. A Lula le falta un año, y lo aprueba el 80 por ciento de sus compatriotas, igual porcentaje que al colombiano Alvaro Uribe. A Evo Morales lo aprueban dos de cada tres bolivianos, y marcha cómodo a su reelección, el mes próximo. En Uruguay, Tabaré dejará el gobierno con una imagen positiva del 65 por ciento.
Aguantar la situación al costo de agravar la herencia aparece entonces como una apuesta difícil, pero factible, a financiar con deuda y bicicleta financiera, a apuntalar en la calle con sindicatos afines (por eso Hugo Moyano es el socio imprescindible de los Kirchner) y organizaciones sociales “del palo”, y regar con denuncias de movidas “destituyentes” que, de paso, sirven para revitalizar la fe de los ilusos y mejorar el cálculo de los interesados.