Festival Internacional de Mar del Plata

El marido de Doña Flor

Roberto Maurer (Enviado especial)

Una sala del complejo del Paseo fue rebasada por un vibrante público femenino, atraído por el actor que interpretó a Vadihnho, el fantasma sexy de “Doña Flor y sus dos maridos”. Antes de la proyección de aquel film inolvidable, José Wilker mantuvo un diálogo risueño con José Martínez Suárez, el histriónico y siempre festejado presidente del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, evocando su participación en una película atrevida para su tiempo, mediados de los ‘70, donde una viuda era acosada por el espectro de quien había sido su marido, un simpático pícaro de vida disipada, y con la joven Gal Costa en la banda de sonido.

Entre otras cosas, el actor brasileño recordó su intervención en un par de penosas películas argentinas. “Fiebre amarilla”, si bien “tuvo un guión excepcional de Torre Nilsson y Beatriz Guido, unas directivas del Ejército, la Marina y la Aeronáutica la destrozaron”, reveló. En cuanto a “Los crápulas”, era “tan mala que el productor después se suicidó”. Wilker adelantó que en breve debutará como director de cine.

El celuloide reflexiona sobre sí mismo

En la sección denominada Cine Documentado fueron programados siete documentales en los cuales la edición de materiales de archivo es un vehículo para reflexionar sobre el cine, y vimos dos de esas películas que, cada una a su modo, vinculan a Hollywood con España e Italia.

“Hollywood contra Franco”, del español Oriol Porta, refleja con inteligencia y rigor la evolución de las relaciones contradictorias entre Estados Unidos y el régimen franquista durante décadas, a partir de la Guerra Civil, tal como se fue reflejando en la pantalla norteamericana. El hilo conductor es la trayectoria de Alvah Bessie, el escritor y guionista comunista que se enroló como voluntario en la Brigada Lincoln y combatió en el frente, y que años después resultó uno de los más castigados por el macartismo, que lo incluyó en la célebre Lista de los 10.

El film registra el apoyo masivo de la sociedad norteamericana a la causa de la República, y el extendido compromiso de la comunidad de Hollywood, enfrentados con la neutralidad del presidente Roosevelt, quien años después manifestó su arrepentimiento, y con las resistencias de los grandes estudios. Fue la primera guerra que contó con un acompañamiento de los medios masivos de comunicación, especialmente por la mayor facilidad para trasladar las cámaras al frente de batalla. El resultado: el mundo la pudo vivir casi en directo. Aquella militancia idealista de actores, directores y guionistas que advertían tempranamente acerca del peligro del nazifacismo, los convertiría años después en víctimas de la persecución anticomunista, mientras el presidente Eisenhower se reconciliaba con Franco,

Es un film con momentos muy interesantes y emotivos, como el retorno de Alvah Bessie al lugar donde había luchado treinta años antes, por iniciativa del director español Jaime Camino, o la polémica provocada por “Por quien doblan las campanas”, repudiada por los sectores liberales, ya que la relación entre Gary Cooper e Ingrid Bergman era más importante que el contexto político, tibiamente aludido. Se registran testimonios del hijo de Bessie, Susan Sarandon, Roman Gubern y guionistas sobrevivientes de aquellos tiempos.

Americanos invaden Roma

Junto a este documental, “Hollywood sobre el Tíber - Americanos en Roma”, de Marco Spagnoli, resulta frívola. Describe el fenómeno producido entre 1950 y 1970, posterior a los grandes descubrimientos del neorrealismo, cuando las huestes cinematográficas de Hollywood la convirtieron en subsede. La explosión se registró en las postrimerías del sistema de estudios, y convirtió a Cinecitá en un lugar ideal donde filmar y a Vía Véneto en la vidriera fashion del universo.

Es un desfile de los rostros más famosos de la época, y también los de sus intelectuales, en situaciones poco interesantes, ya que son imágenes de aeropuertos, fiestas y diálogos con la prensa, siempre promocionales, en una orgía de sonrisas. Un cambio de paradigmas cinematográficos y el costo de colosos como “Cleopatra” acabaron con el fenómeno. Si bien los textos y la compaginación son eficaces, surge la sensación de que el film se hizo con un dudoso orgullo nacional, el de haber sido anfitriones del star-system.

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José Wilker.

Foto: Foto Gentileza Colombo-Pashkus