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Oportunidad, equilibrio, sentido común

Néstor Fenoglio

La necesidad de transformar en autovía la Ruta 34 desde, por lo menos, Sunchales a Rosario está fuera de discusión: es un tema lo suficientemente instalado y aceptado por todos, tanto en la provincia como en la Nación. Los relativamente pocos kilómetros que separan el complejo Sunchales-Rafaela de Rosario tienen una densidad industrial y demográfica que difícilmente puedan mostrar en conjunto cualquiera de los otros corredores que aspiran y también necesitan mejoras que los hagan más seguros.

En el caso que nos toca, la propia Nación ya reconoció esa necesidad al construir en buena parte de las localidades del corredor, accesos y rotondas de doble mano para sortear las zonas urbanizadas que tuvieron, además, casi todas, dolorosos accidentes graves ocasionados por el tránsito de “la 34”.

También está ese cuidado “popular”, una suerte de respeto impuesto por la ruta a fuerza de filas interminables de camiones, escasas y peligrosas posibilidades de sobrepaso y la convivencia de vehículos de diferentes portes y planes de recorrido, desde el camión que trae del más lejano norte (esta ruta viene del sur productivo boliviano, pasa por las capitales de Tucumán y Santiago del Estero y termina en los puertos de Rosario) hasta el vehículo rural; desde transportes especiales que sacan la poderosa concentración fabril rafaelina hasta vehículos en plan de vacaciones... “Ojo con la 34”, dicen esas voces anónimas, advirtiendo lo que hasta el más desprevenido sabe: que es una ruta vital y prácticamente colapsada en su actual diseño.

Ahora bien, sabido por todos que su destino es el de su ampliación y la construcción de dos carriles separados, se metió en la discusión, inoportunamente, el lugar desde donde debería comenzar la obra: desde Rosario o desde Sunchales. Los intendentes y presidentes comunales cercanos a Rosario y el poderoso lobby rosarino quieren, lógicamente, con sus razones, que el comienzo se produzca desde la ciudad puerto. Sus pares de Rafaela y zona -con el apoyo de las provincias norteñas que ven allí el primero y principal cuello de botella que desalienta el turismo- quieren que el comienzo de obra se ejecute desde Sunchales, tal como se ha presentado y aprobado en su momento en la Nación. Entre ambos puntos median tres años, que es el plazo planteado para la obra completa.

Hay argumentos importantes para apoyar el comienzo por Sunchales. Hay una cuestión básica de oportunidad: con la obra de la autovía de la también recargada 19 entre Santa Fe y San Francisco, con un grado importante de avance, sería oportuno conectar en el cruce de Angélica -el otrora cruce de la muerte- las dos autovías, lo que generaría un indudable impacto regional y posibilidades de enlace mucho mayores que la sola “recepción” que ofrece Rosario, el destino final de buena parte de ese tránsito. Con ese enlace asegurado, se abren posibilidades inmediatas de conexión que también descargan automáticamente la congestión de la 34 cercana a Rosario, al menos en los vehículos de gran porte y gran recorrido, que buscarán llegar a Rosario combinando o bien por la Ruta 10 -por Santa Clara de Buena Vista hasta Gálvez para subir allí a la autopista Santa Fe-Rosario- o bien por la 19 hasta Santo Tomé y desde allí por autopista a Rosario.

También, sobre todo, media una cuestión de equilibrio regional. Para entrar o salir de Rosario, año más o año menos, todo será de doble mano: el puente a Victoria, la autopista a Santa Fe, la autopista a Buenos Aires, la autopista a Córdoba, en breve la también colapsada 33, inevitablemente también la colapsada 34: Rosario tiene inmediato destino de “doble mano”. No es un regalo. Es algo que Rosario, por actividad, importancia, densidad, se ganó.

Pero aquí hay que mirar el caso de Rafaela: con cien mil habitantes, una concentración industrial que es única (con fábricas que exportan de todo a todo el mundo, todo el tiempo), lo único que tiene “doble mano” son sus avenidas empedradas internas y el “regalo” moroso del pequeño tramo de autovía de la 34 que la Nación hizo para cruzar la ciudad. Nada: un puñado de kilómetros. ¿La circunvalación de Rafaela por la también colapsada y ahora peligrosa 70? Nada, pese a los dos peajes que se cobran entre Santa Fe y Rafaela: hoy sólo hay un ripio. ¿Qué más tiene que hacer o demostrar Rafaela para tener lo que por derecho también se ganó? El sentido de equilibrio regional tiene que ver también con la importancia de reforzar ese enclave al oeste de la provincia (Reconquista, Santa Fe, Rosario están recostadas sobre el Paraná) porque la ciudad y su región actúa como ancla y contrapeso del productivo este cordobés y la cercana Sana Francisco.

Y por último, media otra cuestión, para que esta obra comience por Sunchales, cuanto antes. No se trata sólo de oportunidad o equilibrio regional, sino también de sentido común: que todos entendamos en la provincia -un común que a veces nos cuesta imaginarnos en visión completa o global- que a la obra hay que hacerla ya y desde el punto en que fue planteada y aprobada.

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