“Sobreviviente” es el título de la exposición

Elgotas expone en el Museo

Municipal de Artes Visuales

Se trata de una muestra antológica del reconocido artista santafesino, en el Museo Municipal de Artes Visuales, con la organización de la Municipalidad de Santa Fe.

De la redacción de El Litoral

El Museo Municipal de Artes Visuales (MMAV) es el marco para “Sobreviviente”, la muestra antológica de la obra del reconocido artista santafesino Eduardo Elgotas. La curaduría está a cargo de la Lic. Stella Arber y el Prof. Abel Monasterolo. La muestra podrá visitarse de forma gratuita hasta el 8 de diciembre. En el acto de inauguración, que se concretó ayer, el Prof. Prof. Gustavo Nardi realizó una interpretación musical especialmente preparada para la ocasión.

Respecto de la exposición, la Prof. Isabel Molinas sostuvo que “en ocasiones, las muestras antológicas permiten mirar en proyección, reconocer la génesis de un programa pictórico y constatar sus principales insistencias. Desde esta perspectiva, tres décadas de la obra de Elgotas son material suficiente para indagar en los motivos y el oficio de su autor”. Sin embargo, advierte Molinas, “más allá de un afán biográfico y de un hacer retrospectivo, lo que esta obra pide es una lectura que reponga el contexto, los humores de la historia, los avatares de una vida..., el recuerdo de los amigos y la felicidad de arribar a ciertas imágenes que lo representan”.

Comienzos

La cita anterior pertenece al catálogo de mano de la exposición, en el cual se reúnen diferentes lecturas de críticos de arte santafesinos acerca de treinta años en la pintura de este importante creador. Se trata de un texto polifónico que dialoga con las voces de estos teóricos convirtiendo al catálogo de “Sobreviviente” en un valioso aporte para el estudio de la plástica local. Allí se explica que “en sus primeras pinturas el autor se resiste a declaraciones grandilocuentes y opta por personajes que habitan en los bordes de la escena. A principios de los 80, la imposibilidad de decir se expresa en el abandono progresivo de la figuración y en la incorporación de letras y números que nos interpelan desde su parentesco con la cábala. Vibrante en los cromatismos que se inclinan por los ocres, los tierras y algunos blancos -en palabras de Taverna Irigoyen (1992)-, trabaja una materia generosa en texturas táctiles y otros contrastes de pinceladas: desde el punto a la raya’”.

También Domingo Sahda, desde las páginas de Creadores Santafesinos escribió sobre Elgotas: “El creador no vacila en transgredir los tópicos preestablecidos para volcar en la superficie del cuadro, en el volumen construido, los perfiles, las formas, los tintes que la urgencia estética exige”. Y Molinas completa: “convulsión y desasosiego son los gestos con los que el artista expresa sus emociones. Los monstruos vuelven a tener visibilidad en la escena del delito y despojados de toda ética se apoderan del cuadro. Es difícil discernir si son buenos o malos... Criaturas prehistóricas, animales imaginarios y perros de la noche son las imágenes más pregnantes de fines de los 90”.

“Soy el hombre que nada”

Llegando en su recorrido a la década actual, se afirma que aquella “fantasmagórica galería de bichos feos es la víspera de las “Crónicas Urbanas’; saga presentada en el MAC de la UNL en el 2007, sobre la que Arber escribió: “Elgotas tiene la gran capacidad de estructurar escenas colectivas en pequeñas dimensiones y contener el universo del territorio urbano en su compleja vitalidad, donde deja actuar a las fuerzas de cada uno de los personajes que aparecen en escena (...) Todos conviven en una descripción que permite el lirismo poético del expresionismo, el surrealismo intelectual y el barroquismo del informalismo gráfico-pictórico’ ”.

En ese sentido, Molinas argumenta que “éste es el momento en el que la metáfora queda definitivamente explicitada y la figura humana vuelve al centro de la escena. También es el momento en el que reaparecen en su obra objetos pintados en los que el tópico principal es sobrevivir a la intemperie. Son piezas que nos interpelan desde lo más íntimo y despojado de la condición humana: el vientre abultado, los pelos de punta y las manos en alto, nos hablan de la integridad de estas criaturas, sólo mitad humanas y largo tiempo “agazapadas más acá o más allá de la mirada’, como escribió Juan Carlos Rodríguez, en el 2003. Las mismas criaturas que hoy salen a la calle con los genitales al aire y un perro como único testigo del desamparo. Animales fieles que no quedan fuera de esta transformación profunda que, al caer la noche o a la vuelta de la esquina, los convierte en cuasi-bestias y saca a la superficie lo más visceral de la cultura”.

“Entre sus obras más recientes, la imagen de un nadador se repite de manera insistente”, afirma Molinas y continúa citando a Oliverio Coelho (2009), “‘el nadador podría ser considerado un anfibio capaz de sobrevivir a cualquier calamidad, porque al admitir la ley horizontal del agua la naturaleza vuelta tiempo-, declina su verticalidad bípeda y adopta las cualidades de un semihéroe’. Coelho escribe sobre la performance física de Alain Bernard, para lo cual rememora un poema de Viel Temperley: “Soy el nadador, Señor, sólo el hombre que nada / Gracias doy a tus aguas porque en ellas / mis brazos todavía / hacen ruido de alas’”. Y el texto finaliza con una lectura que emparenta el hacer del artista con las palabras del poeta: “Eduardo Elgotas se adentra en cielos arrastrados por ángeles caídos, escudriña las aguas y en primera persona nos dice: “soy el hombre que nada’...”

Elgotas expone en el Museo Municipal de Artes Visuales

“Nadador Nº 5” es una de las obras que integran la exposición.

Foto: Gentileza producción

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“Arquetipo azul”, de la serie Objetos Pintados, técnica mixta.

Foto: Gentileza producción