EDITORIAL

Ineficiencia oficial y gremialismo irresponsable

La crisis educativa en la provincia afectará, en realidad está afectando desde hace tiempo, a los niños. Ni los burócratas sindicales del magisterio, ni los funcionarios políticos del gobierno, pagarán las consecuencias de un sistema educativo anacrónico, ineficiente y que parece premiar a los docentes que no trabajan o juegan a tramar planes de lucha que no son más que coartadas para no asumir la responsabilidad que les compete como educadores.

El juego, ya a esta altura sórdido y perverso, de regatear salarios por clases, puede continuar indefinidamente porque los contribuyentes lo financian con sus impuestos y, al respecto, conviene recordar una vez más, que el treinta y ocho por ciento del presupuesto está destinado a la educación, una educación que está m

muy lejos de cumplir con sus objetivos.

Lo más grave de todo esto es que quienes pagarán las consecuencias de un sistema educativo minado por un gremialismo irresponsable y una gestión educativa ineficiente, serán los niños de menores recursos que carecen de medios para poder subsanar lo que el Estado y los maestros no les brindan. Sería deseable que los padres, alguna vez decidieran movilizarse para reclamar lo que con justicia les pertenece -la educación de sus hijos nada más y nada menos-. Pero ya se sabe que es muy difícil movilizar lo que está disperso y de esas dificultades, se aprovechan los burócratas sindicales para desarrollar sus carreras corporativas.

El tema es serio porque en un mundo y en sociedades cada vez más exigentes y competitivas los chicos de familias humildes reciben una educación deplorable, mientras los responsables se dedican a hacer especulaciones políticas o a tramar carreras sindicales o, como es evidente en estas huelgas, a disfrutar de los días no trabajados aprovechándose para ello, de una legislación generosa de la cual hace rato que han demostrado que no son merecedores .

Recientes declaraciones del gobierno provincial, reiteran una vez más, que los días de huelga no serán descontados; mientras, los sindicalistas se preparan para entretenerse con nuevos planes de lucha, con la certeza de que van a contar con adhesiones masivas. Saben en definitiva, que disponen de carta libre para no trabajar, con la seguridad de que en todos los casos percibirán sus sueldos completos.

También se ha dicho desde el gobierno que los días de clases perdidos no se recuperarán. Con estas declaraciones hay buenos motivos para suponer que de manera conciente o inconciente, desde el poder político se trabaja en común acuerdo con los dirigentes sindicales, que ven en estos anuncios, un guiño cómplice para continuar con las huelgas.

Por último, queda en evidencia -por si alguien necesitaba una prueba más al respecto-, que la variante de ajuste a estas refriegas son los niños. ¿Quiénes sino se perjudican cuando no hay clases? ¿Los dirigentes políticos que contemplan indiferentes como se deteriora el sistema educativo? ¿Los burócratas sindicales que se dedican a correrse “por izquierda” entre ellos, y suponen que cada huelga es un aporte a la revolución social o un escalón más para disfrutar de una cómoda y bien rentada licencia sindical? ¿O los chicos, sobre todos los chicos de las familias humildes?