AL MARGEN DE LA CRÓNICA

Una historia de espías y de espiados

El gobierno de Mauricio Macri hizo todo para contar con una policía propia... Hasta que lo logró.

Pero los comienzos de la Policía Metropolitana de la Ciudad de Buenos Aires pasarán a la historia como una tragedia -aunque por momentos tenga visos de comedia- que dejó al descubierto los más rancios métodos de las fuerzas de seguridad y los organismos de inteligencia.

Este escándalo de espías y teléfonos pinchados también desnudó a Macri, quien hasta el momento ni siquiera intentó dar una explicación razonable sobre lo ocurrido. A su llegada desde Europa, convocó a una conferencia de prensa para criticar al gobierno nacional. Dijo que los Kirchner “quieren ir por todo” y que continúan manejándose con una concepción autoritaria del poder.

Macri tiene razón. Sin embargo, acertar en este diagnóstico no alcanza para reconocer sus propios errores. El jefe de Gobierno porteño nombró como primer jefe de su Policía Metropolitana a Jorge Palacios, sospechado de haber cometido irregularidades en el caso Amia. Le advirtieron que estaba incurriendo en un error, pero no quiso escuchar a nadie. Por capricho, conveniencia o convencimiento, lo mantuvo en su cargo. Ahora, Palacios está preso.

El error lo cometió Macri. No Kirchner.

Luego, el jefe de Gobierno porteño nombró a Osvaldo Chamorro, hasta que debió también echarlo porque se comprobó que espiaba a funcionarios opositores y hasta dirigentes del riñón macrista.

Los espías -Palacios y Chamorro- estaban siendo espiados. El jefe de Gabinete nacional, Aníbal Fernández, aprovechó políticamente el papelón para pegarle a Macri. Comparó este caso con el Watergate, que derivó en la renuncia de Richard Nixon a la presidencia de los Estados Unidos. Aunque a Macri le duela, existen llamativas similitudes entre el Watergate y los métodos de la Policía Metropoligana.

Los argentinos observan atónitos este espectáculo, en el que kirchneristas y macristas parecen embarcados en una especie de carrera para ver quién espía mejor.

Las explicaciones, siguen siendo insuficientes.