Un relámpago entre imágenes

Por Marcos Denes

“Entre imágenes. Foto. Cine. Video”, de Raymond Bellour. Colihue, Buenos Aires, 2009.

Vivimos entre imágenes, y cada día aparecen nuevas formas de captar, elaborar y reproducir el mundo. De la fotografía al cine, del cine al video y la televisión, de la televisión a la computadora, vivimos en una dimensión que ha asimilado y se expresa a través de la virtualidad y la abstracción. Raymond Bellour (Francia, 1939), autor de libros de teoría cinematográfica, propone en “Entre imágenes” un recorrido por ese espacio “todavía bastante nuevo para ser abordado como enigma, y ya suficientemente constituido como para ser delimitado”, un recorrido precisamente “entre imágenes”.

Uno de los efectos cinematográficos a los que Raymond Bellour presta atención es al de la imagen congelada. Recurre para estudiarlo a filmes de Hitchcock (“Rebeca”, “Intriga internacional”) y Godard (“Salve quien pueda (la vida”). La toma fotográfica en el film, pose o pausa de imagen se presentaría como una inmovilidad que permite a la vez el análisis y “juega con el congelado de la muerte”. La detención de la imagen “que invadió el cine a fines de los años 60, coincide con las transformaciones que a partir de ese entonces comenzaron a precisarse gracias al tratamiento de la imagen electrónica. Hay una palabra que centraliza esta mutación: video, abierto hacia las dos vertientes que lo acompañan: la televisión y el videoarte. Una palabra improbable, cuyo alcance aún no hemos terminado de comprender y que compromete en una situación sin precedentes las artes de reproducción mecánica anteriores a ella -foto y cine-, abriendo un espacio en el que la cuestión de la reproducción está desbordada por las posiblidades apenas avizoradas de la imagen calculada. Es decir, una virtualidad que ignora ella misma cuál es la mutación que afectará en el fondo la capacidad humana -inmemorial- de formar imágenes, y, más precisamente, de definirlas en cuanto arte”.

Dos nombres jalonan las páginas de estos ensayos: el de videasta Thierry Kuntzel y Godard, sobre todo por la condición de haber sido uno de los primeros cineatas que se volcó y apropió del video (y de la televisión). Ambos manifiestan un doble movimiento del pasaje “entre imágenes”: uno que conduce al cine y a la teoría del cine hacia el mundo de las artes plásticas, como se evidencia en la apelación a la pintura del videoarte; el segundo movimiento acerca la imagen (de la foto al video) a la literatura y al lenguaje. “A la literatura, por las posiciones de enunciación, la naturaleza del gesto creador, la indeterminación de las obras, su capacidad reflexiva. Al lenguaje, en el sentido de que las palabras cada vez hacen más cuerpo con la imagen (en lugar de solo inmiscuirse, como sucedía en el cine mudo, que había presentido este acercamiento)”.

Los distintos ensayos del libro abordan desde el clásico análisis de films al video, abordado y concebido como un arte propio y específico. Todo captado con la conciencia de un pasaje, un relámpago entre imágenes, cuyo desarrollo y destino es impredecible.

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