“Se miente mucho”

Juan Archibaldo Lanús reflexiona sobre una cura política al país

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La fundación que preside Miguel Asensio invitó al embajador Lanús a dar una conferencia en Santa Fe. El diplomático se refirió a los temas pendientes de resolución en la Argentina.

Foto: Flavio Raina

 

El diplomático dice que hace falta “verdad”. Habla de un irresuelto proceso de identidad, de respeto por la ley y de cumplimiento de la palabra. La necesidad de instituciones estables.

 

De la redacción de El Litoral

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“Sin legitimidad política, nada se sostiene a largo plazo. La batalla hay que darla en la polis, en la política”. Juan Archibaldo Lanús, ex embajador ante la Unesco y en Francia, estuvo en Santa Fe invitado por la Fundación Dos Siglos y ofreció su visión del país, de cara al bicentenario.

El diplomático, doctorado en Economía Internacional en La Sorbona, contrapuso “el país confiado en sí mismo” de 1910, con la “ permanente confrontación y discordia política en la sociedad argentina”, que caracteriza la actualidad del país.

“Cada gobierno llega a reemplazar al otro y cambiar sus políticas. No se han acordado las estrategias que interpreten mejor el interés nacional, lo que no ocurre por ejemplo con Brasil”.

“No terminamos de instalar un sistema electoral, sano, confiable y que evite la manipulación. En 1890 Estrada y Alem pedían comicios limpios; hoy estamos en lo mismo”, ejemplificó.

En diálogo con El Litoral, Lanús interpretó que “desde el punto de vista de la identidad del país, desde el fondo de nuestra historia hay una controversia. Podemos iniciarla en el salón literario de 1837, en la librería de Marcos Sastre, cuando se plantea una propuesta cultural contraria a Rosas, que sigue con Alberdi y Sarmiento, la idea del país liberal, del positivismo, el trasplante europeo.

“Ese proyecto interpretado por la generación del “80, fue contestado desde el principio. Lucio B. Mansilla en su “Excursión a los indios ranqueles’ dice que estamos haciendo un país de zarzuela y pide terminar con la “monomanía de copiar’. Y no olvidemos lo que dijo Ricardo Rojas en su restauración nacionalista: “estamos hartos de las confiterías parisienses’.

Sin asumir “en la integralidad el legado de su historia, de su cultura”, la Argentina no logra en la óptica de Lanús una cuestión elemental. “La ley es la base de la civilización occidental, es el cumplimiento de la palabra; “las sociedades regidas por leyes y no por hombres como decía Aristóteles’. Parecería que hay algo profundo que nos hace violadores seriales de las leyes. No podemos establecer un régimen de instituciones estables”.

Trampas y exclusiones

Lanús remarcó que “muy rara vez hemos tenido el gobierno que hemos considerado legítimos: son producto de trampas o exclusiones, grandes o pequeñas. La división de poderes es irrelevante y hay -ya lo señalaba Joaquín B. González- una hegemonía del Ejecutivo que distorsiona el poder institucional”.

Expuso que “en el primer eslabón por el cual se califica un país, que es la calidad de las instituciones, la Argentina tiene una muy baja calificación”.

Al respecto apuntó que “Se está mintiendo mucho; nos hemos cubierto con un mundo de ficciones para no encarar ningún problema. Por ejemplo, a pesar de ser una sociedad relativamente rica en el contexto mundial, el país incrementó la pobreza del 8 % en 1970 a un cálculo que va del 32 al 40 %. La mala praxis de los grupos gobernantes es evidente”.

“No hablemos del maltrato que se le da a la población de los más frágiles, de la malversación de los recursos de la Anses, de que un tercio -o más- de la población trabaja en negro. Creo que la Argentina necesita una cura con autenticidad y verdad”.

El riesgo del partido único

Lanús advirtió que “concentrando riqueza y declinando colectivamente. Los que estén en el lado bueno de la zanja vivirán relativamente bien como en algunos países de África o Asia”. El diplomático -ante la consulta- dijo que en ese proceso hubo “continuidad y no un cambio de modelo”. Y advirtió sobre el riesgo del “partido único”.

Dijo que “el partido único es el Estado, rodeado de una ciudadela de negocios. El dominio se legitima por las elecciones, tramposas o no. A partir del Estado que concentra el poder, de la máquina que domina las instituciones, con la corrupción y el capitalismo prebendarios se gobierna el país; eso es lo que hay que romper; hay que volver a la República”.

Reconoció sin embargo que para eso hay “capacidades que no encarnan” en propuestas electorales. Pero admitió que hay gente con capacidad y recursos, si se tiene en cuenta que “la mitad del Producto Bruto está afuera, esperando confianza y seguridad para invertir”.

Respecto de la reforma política que pasó al Senado, dijo que “no es el mejor momento para porque transitamos el fin de una mayoría política, de cuerpos que no representan la realidad política del momento. Hay que hacerlo con paz y con consenso; la reforma es mala porque no se discute en clima de libertad y serenidad; lo mismo pasó con la ley de medios”.

/// LA CLAVE

Oportunidad

“La Argentina se ha replegado sobre sí misma, negó los cambios del mundo y optó por enfoques políticos internacionales influidos por ideologías e intereses, más que en el interés general. La demonización de organismos como el FMI es ridícula; la desconfianza a los EE.UU. no es productiva y la pasividad frente al Mercosur ha traído la réplica de Brasil. La obcecada actitud frente al Uruguay, un país hermano, nos han llevado a un tribunal por cuestiones bilaterales. La Argentina no aprovecha la situación positiva del mundo. Tenemos que ser coherentes y tratar de aprovechar la coyuntura en lugar de querer modificar al mundo.

/// EL DATO

Una salida

“La sociedad debe producir un gran movimiento de opinión y un liderazgo colectivo de gente más lúcida, sana, menos corrupta. La gente que piensa es más, pero no ha logrado estructuras políticas que le permitan expresarse plenamente. Está prisionera de una máquina; debemos ponerle punto final, como decía Sáenz Peña en 1912 antes de la reforma”.