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Las fábricas de fábricas

Para los industriales de bienes de capital, existe un estado de desindustrialización por crisis y simplificación productiva. Proponen políticas selectivas, que promuevan una competitividad dinámica.

Las fábricas de fábricas

Raimondi: “Un proyecto no cristaliza hasta que están presentes los bienes de capital”.

Foto: El Litoral

 

Félix Canale

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A mediados 2009, comenzó a circular un trabajo titulado “Diagnósticos y propuestas para un desarrollo estratégico de la industria de bienes de capital en la Argentina” , elaborado por la Cámara de Industriales de Proyectos e Ingeniería de Bienes de Capital (Cipibic).

Por el título, podría suponerse que se trata de una propuesta eminentemente sectorial. Sin embargo, los párrafos de cierre del documento trasuntan que la intencionalidad no es meramente técnica e intrasector.

Dicen: “Es claro que todo ello (reindustrialización y redistribución del ingreso) no podrá ser obra del mercado sino que se requiere una intervención estatal decidida, sostenida y flexible. La base para ello está vinculada con la conformación de una fuerza social que pueda impulsar estas estrategias”.

Y remata: “Sin duda, esto implicaría asumir las dificultades derivadas de enfrentar en los campos económico y político-ideológico a importantes segmentos de la sociedad (incluso muchos empresarios del ámbito industrial); sin embargo, ellas no serían más serias ni más riesgosas que las que se desprenderían de no hacerlo o de llevar a cabo una estrategia de conciliación de intereses inadecuada que, a la larga, resultaría inapropiada e inconveniente en tanto profundizaría aún más el subdesarrollo nacional”.

Dinámica

Hugo Raimondi, industrial santafesino integrante de la directiva de la cámara, accedió a dialogar con El Litoral para ampliar algunos conceptos del documento. Entre otros, aquel que afirma que el actual modelo se asienta sobre ventajas competitivas estáticas, en vez de hacerlo sobre las dinámicas.

“Las ventajas competitivas estáticas son aquellas relacionadas con los recursos naturales, (podría decirse que son hereditarias) y otros factores, tales como la mano de obra. Las dinámicas, son las que se deben al esfuerzo y a la inteligencia del ser humano y que están vinculadas con el progreso científico-tecnológico”, dice Raimondi.

Según su análisis, durante décadas, los modelos se asentaron sobre las ventajas estáticas, asociadas al neoliberalismo, en los que la Argentina cumplía el rol de productora de commodities, en un marco de subordinación científica que profundizó el subdesarrollo.

La superación de este esquema -entiende el dirigente- pasa por trazar una política que estimule al sector de bienes de capital, por ser clave para el desarrollo de todo el entramado industrial. “Por sí mismos, o con arreglos ingenieriles diferentes, constituyen las líneas de producción. Un proyecto industrial no se cristaliza hasta el momento en que están presentes los bienes de capital. Una industria existe realmente cuando arrancan las máquinas y comienza a producir”.

Luego agrega: “La industria de bienes de capital -fábricas de fábricas-, es un sector de relevancia estratégica, por su densidad tecnológica y por sus enormes encadenamientos productivos, lo que la hace determinante en cualquier proceso de industrialización de carácter nacional”.

Cambio

En uno de sus párrafos, el documento de Cipibic afirma que un tipo de cambio real competitivo y estable puede ser un aliciente para la expansión fabril, pero es insuficiente si se aspira a un sistema industrial integrado.

De allí que promueva la aplicación de cambios diferenciales, “de acuerdo con las características del producto en términos de niveles de productividad y competitividad internacional, grado de elaboración, generación de puestos de trabajo y encadenamientos internos reales o potenciales”.

La pregunta de rigor, es si este esquema de multiplicidad cambiaria no crearía un enredo, estableciendo distintos diferenciales según el tipo de industria.

“Esto no se refiere a la existencia de 20 valores distintos para el tipo de cambio -dice Raimondi- sino al manejo de los derechos de exportación, (las retenciones) y los reintegros, mejorando el tipo de cambio real. Para fortalecer la industria de bienes de capital, el sector solicita anular los derechos de exportación y restituir los reintegros a sus valores históricos”.

Diferencias

Al abordar el tema con el que se inicia esta nota, referido a que Cipibic advierte que su propuesta puede conllevar a un enfrentamiento en el campo económico, político e ideológico, incluso con otros industriales, la pregunta que surge es: ¿hasta qué punto se está propiciando una fractura, al interior de la actividad gremial de los empresarios manufactureros?

Raimondi desecha tal interpretación. “La propuesta no propone fracturas -dice- sino dar el debate acerca de lo que ya hablamos, sobre ventajas competitivas estáticas o dinámicas. Lo que se pretende es agregar mayor elaboración nacional; no exportar solamente materias primas como tales o con escasa transformación, sino productos más complejos con mayor valor agregado y más demandantes de mano de obra. Hay un principio según el cual cuando más se transforma, más riqueza social se genera”.

“En todo caso -agrega-, lo que la propuesta admite es que al reformular una política industrial, entrarán en juego intereses encontrados. Pero en el fondo, el debate central es agregar o no mayor valor a la producción industrial”.

Pymes y representación política

Durante la conversación con Raimondi, se le señala que las propuestas del documento de Cipibic corren el riesgo de quedar en eso, propuestas, ya que su implementación, o al menos su discusión, depende más del estamento político que del directamente vinculado con la actividad industrial.

El dirigente admite que las organizaciones intermedias de la industria han mostrado cierto enervamiento a la hora de impulsar sus propios puntos de vista.

“Se habla mucho de las Pymes, de defender las Pymes, pero hay demasiadas declamaciones y poca acción. Ya es sabido que estas empresas generan más del 80 por ciento de la mano de obra industrial, pero curiosamente no tienen representación legislativa a nivel nacional”, reclama.

“Para que el sector pueda desarrollarse -agrega- se requieren políticas activas, las cuales no sobrevienen porque un funcionario comprenda el problema y trate de implementar soluciones. Eso no basta. Se requiere una representación política que, cuando algún tema inherente a las Pymes se trate en el Congreso, pida la palabra, analice y proponga “desde dentro del sector’ las soluciones posibles, y apoye los proyectos de ley que favorezcan el desarrollo de las mismas”.


+ información

El documento de Cipibic y la transcripción completa del diálogo con Raimondi, pueden leerse en http://blogs.ellitoral.com.empresariosyempresas.