La premisa de no contaminar

El clima como excusa de los

poderosos para el comercio

Lo que se produzca con contaminación no será comprado por los países centrales. Pero sólo ellos tienen la tecnología para “fábricas limpias”. El nuevo paradigma desafía al desarrollo.

De la redacción de El Litoral

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DyN

Un estudio de la Cancillería consideró esta semana que resultará “imprescindible” para los países en desarrollo lograr que el régimen internacional de respuesta al cambio climático “no derive en restricciones encubiertas al comercio y no agrave las asimetrías económicas prevalecientes”.

El trabajo, titulado “Comercio y cambio climático, el camino hacia Copenhague”, fue elaborado por el Centro de Estudios Internacionales (CEI), dependiente del Ministerio de Relaciones Exteriores, y se presentó durante un seminario que organizó la Organización Mundial del Comercio (OMC) en Buenos Aires.

El informe fue realizado en vistas a la próxima reunión de las partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, prevista para diciembre en la capital de Dinamarca.

Según el estudio, los países en desarrollo podrían adoptar en el futuro medidas relacionadas con el comercio, en respuesta a las disposiciones de los países desarrollados con efectos comerciales, a fin de mitigar los efectos del cambio climático.

“Ello podría llevar a una guerra comercial y una represalia cruzada, que no sería positiva con relación a los principios y objetivos del sistema multilateral de comercio”, ya que se “gatillarían” las disputas en el sistema de solución de diferencias de la OMC (Organización Mundial del Comercio), con “resultados inciertos”, alertó el CEI.

Casi ley en EE.UU.

El Centro de la Cancillería alertó en especial sobre el Acta de Energía Limpia y Seguridad, aprobado semanas atrás por la Cámara de Representantes de Estados Unidos, y que podría convertirse en ley este mismo año.

Esa medida tendría “efectos extraterritoriales” y sus instrumentos “afectarían en particular a la importación de bienes provenientes de países que no cuenten con los mismos estándares ambientales que Estados Unidos, o que no formen parte de un eventual acuerdo internacional”.

Al calcular el “impacto potencial sobre las exportaciones argentinas” a Estados Unidos, el estudio estimó que se podrían ver afectados envíos que en 2006-2008 sumaron 493 millones de dólares, cerca de 19% de las exportaciones de manufacturas y 11% del total de ventas a ese país.

Los rubros más vulnerables a esas eventuales restricciones comerciales de EE.UU. son: aluminio, productos petroquímicos y químicos orgánicos y manufacturas de cemento, cal y yeso.

En un escenario más complicado, si las ventas externas de esos sectores no puedan presentar los permisos negociables de emisión (de gases invernadero), “se vería perjudicado casi 40% de las exportaciones de aluminio, casi el 28% de las ventas externas de productos petroquímicos y químico-orgánicos y 14% de las exportaciones de manufacturas de cemento, cal y yeso”.

El señorío tecnológico

“Los países en desarrollo deberán estar atentos a que, con el argumento de la defensa de la competitividad y de evitar el efecto de la fuga de carbono, los países desarrollados impongan aranceles al carbono o acciones equivalentes”, evaluó el estudio del CEI.

“Las exportaciones de los países en desarrollo serán las más afectadas por las medidas de respuesta comerciales”, debido a que no cuentan con el acceso a las tecnologías avanzadas y de punta de los países ricos, necesarias para reducir emisiones contaminantes en su proceso de producción.

El CEI planteó la necesidad de que países ricos y en desarrollo acuerden “que estos últimos reciban transferencia de tecnología y de recursos, a fin de alcanzar los objetivos globales de reducción de las emisiones”.

Recordó el estudio que las emisiones históricas, que datan desde la revolución industrial, corresponden a los países del hemisferio Norte, por lo que tienen mayores responsabilidades en la materia.