Al margen de la crónica

Después cantale a Gardel

Una vez más quedó demostrado lo que Catalina Narváez y Nilda Gómez refirieron a El Litoral el lunes pasado: la gente espera a que otras personas reclamen por ella ante situaciones por las que se queja permanentemente y exige soluciones.

El martes, previa convocatoria por los medios de la ciudad, hubo una nueva movilización organizada por la asociación de familiares víctimas de la inseguridad. La cita era a las 9 de la mañana, en la Plaza del Soldado, para luego marchar “todos juntos” hacia la Legislatura, Tribunales y Casa de Gobierno.

Sólo una mujer asistió para acompañar a los familiares de las víctimas y para pedir por más seguridad, los demás participantes eran los mismos de siempre, o sea seres queridos o amigos de las personas fallecidas. Y eso que la invitación fue para “toda la gente que vive encerrada, que se siente insegura, que sufrió un robo o un asalto y que pretende que esta realidad cambie”.

El número de marchas en reclamo de seguridad ya es incalculable en la ciudad: fueron muchísimas y casi ninguna con buenos resultados ya que todo está igual o peor que antes. El número de participantes aumentó desde la primera movilización organizada por la mamá de Hernán Bouvier los primeros días de marzo de 2007, pero la mayoría de quienes concurrieron fue por ser familiar o amigo de la persona asesinada.

Nada se asemeja al dolor de una muerte inesperada. Sin embargo, son quienes la sufren a diario los únicos que reclaman por vivir en una ciudad mejor, sin miedo ni temor de salir a la calle.

Aunque el descreimiento en la efectividad de una marcha puede ser el argumento de varias personas a la hora de justificar su inasistencia, viene bien recordar que a través de ellas uno se hace escuchar; y si mal no se entiende el pedido de seguridad es algo que la mayoría de los santafesinos quiere que los gobernantes escuchen. Mientras se siga esperando a que otros reclamen por uno, nada va a cambiar: las víctimas de la inseguridad irán aumentando y sus familiares se irán sumando al dolor de otros quizás por no haberlos acompañado antes.