En su centenario

El humor corrosivo de

Ionesco sigue vigente

De la redacción de El Litoral

Francia rinde tributo al dramaturgo de origen rumano Eugéne Ionesco, que habría cumplido 100 años este noviembre, con una exposición que celebra su obra marcada por sus miedos y humor corrosivo, que desconcertó en su tiempo pero que hoy goza de una popularidad a toda prueba.

La exposición en la Biblioteca Nacional de Francia (BNF) celebra no sólo el centenario del nacimiento del autor de “La cantante calva”, que murió en París en marzo de 1994, sino también el ingreso a la BNF de los archivos personales del dramaturgo, donados por su hija, Marie France Ionesco.

A través de unos unos 300 objetos -manuscritos, textos, cartas, fotos, dibujos, filmes- la muestra levanta un velo sobre el complejo personaje que fue Ionesco, así como sobre sus obsesiones, principalmente su temor a la muerte, que tuvo como corolario su búsqueda metafísica de Dios.

La comisaria de la muestra Noëlle Giret, conservadora general del departamento de artes del espectáculo de la BNF, resaltó que para ella, trabajar en esta exposición le permitió descubrir un “personaje provocador, apasionado, angustiado, que rápidamente se vuelve entrañable”.

Ionesco, que como Samuel Beckett pertenece a un movimiento bautizado “teatro del absurdo” -término que, según Giret, no satisfacía al dramaturgo, que prefería el de “teatro del escarnio”-, decía que su obra “no tenía temas, sino obsesiones”.

“Sus obsesiones, que se reflejan en toda su obra, son el temor a la muerte, con su corolario, la búsqueda mística de Dios, y también el tema del pecado original”, explicó Giret, enfatizando que todo el teatro de Ionesco “tiene una verdadera dimensión metafísica”.

Obsesiones

“En mi angustia personal encuentro el miedo a la muerte, y también la manera de amar, que es la misma de cualquier hombre, en cualquier época”, declaró Ionesco en una entrevista, que puede verse en la exposición que tiene lugar en la galería Francisco I de la BNF hasta el 3 de enero.

“La cantante calva”, su primera pieza, presentada por primera vez en 1950, refleja esas obsesiones. Esa obra “habla de la deconstrucción del lenguaje y de la incomunicación entre las personas”, señaló Giret.

El dramaturgo refleja esas obsesiones también en “Las sillas”, con ese “pobre viejo que se deja sumergir por las sillas que invaden el escenario”, y también en una de sus más bellas piezas, “El rey se muere”, subrayó la comisaria, que resaltó la vigencia de Ionesco en el mundo actual.

“A mediados de los ‘50, su teatro cruzó las fronteras de Francia, y empezó a ser representado en Inglaterra y en Alemania, y luego en el mundo entero”, subrayó.

Además, Ionesco ha impuesto un récord mundial: el pequeño Teatro de la Huchette, en el corazón del Barrio Latino de París, presenta cada noche, desde 1957, dos de sus piezas: “La cantante calva” y “La lección”.

La exposición de la BNF recuerda asimismo que a Ionesco no le bastó el teatro para expresar las imágenes que le venían cuando escribía. “Por eso empezó a trabajar para el cine, en paralelo, porque el cine le permitía trabajar un material onírico”, explicó la comisaria.

“Pero luego pasó a un tercer lenguaje: la pintura”, señaló, recordando que Ionesco decía que “él tomaba los pinceles y los colores, pero que prácticamente era la mano sola que la pintaba”.

Además de la exposición en la Biblioteca francesa, coloquios y espectáculos celebran el centenario de este creador, quien fue sacrificado en un principio por la crítica, que ahora aplaude su manera única de unir la más profunda desesperanza con el humor más absurdo.

El humor corrosivo de Ionesco sigue vigente

El genial dramaturgo es homenajeado por la Biblioteca Nacional de Francia

Foto: AFP