al margen de la crónica

Una noche sin dormir

Nada mejor para después de un largo día de trabajo, tener una larga noche de descanso. Nada peor para una noche de descanso que una tormenta santafesina: calor, humedad, mosquitos y un corte de luz asegurado.

En una búsqueda rápida en Wikipedia se encuentra que el rayo, “es una poderosa descarga electrostática natural acompañada por la emisión de luz” -el relámpago-. Se genera por el paso de “corriente eléctrica que ioniza las moléculas de aire, traspasa la atmósfera y expande rápidamente el aire, produciendo el ruido característico del rayo; es decir, el trueno”.

La definición se vive sentada en la cama -alrededor de las tres y media de la mañana-, mirando por la ventana cada vez que “la poderosa descarga electroestática” ocurre, a los manotazos para matar los insectos voladores picudos. Por décima vez se recorre el camino a la heladera en busca de agua.

También hay viento fuerte que asusta. Las ventanas se azotan una y otra vez. En un intento de solución se cierran y se bajan las persianas que se sacuden y hacen un ruido molesto; inmediatamente empieza a faltar el aire.

Ya pasó una hora, llueve intensamente y no se logra conciliar el sueño. La preocupación por los problemas que ocurrieron en la ciudad durante las últimas lluvias es inevitable; es difícil no pensar también -sentada en la cama a las cuatro y media- que la crecida del río Uruguay está afectando seriamente a la zona litoral. La angustia es peor así que se recurre al conteo de ovejas, en vano.

Falta poco para que suene el despertador, el cielo sigue gris, amenazante y hace calor; hay que enfrentar una nueva jornada laboral con apenas dos horas de sueño y un jefe pesado como el día.