EDITORIAL

Los Kirchner en

el laberinto de la

seguridad jurídica

En algún momento, los Kirchner expresaron su adhesión a la candidatura de Obama y la presidenta, en uno de sus habituales discursos, llegó a compararlo con Perón. Más allá de lo disparatado de la apreciación, hoy es muy probable que Cristina Fernández esté algo arrepentida de sus palabras, sobre todo después de que el representante del gobierno norteamericano, Arturo Valenzuela, hiciera espinosas consideraciones sobre la seguridad jurídica en la Argentina.

Las palabras de Valenzuela dieron lugar a una catarata de declaraciones por parte del oficialismo nacional en la que abundaron las descalificaciones hacia el funcionario de Obama. Una de las más habituales fue la de derechista, algo que en Estados Unidos seguramente ha llamado la atención porque Valenzuela pertenece al partido Demócrata, ha sido funcionario de Clinton y se lo considera un intelectual “liberal”, es decir un progresista en el sentido más amplio de la palabra.

Los Kirchner seguramente que no se van a detener a reflexionar sobre los matices de la política norteamericana, como tampoco van a perder demasiado tiempo en evaluar si lo que dijo Valenzuela se corresponde o no con la realidad. Tomando en cuenta las opiniones de los intelectuales del kirchnerismo, está claro que Obama ha vuelto a expresar la política agresiva del imperialismo yanqui y el episodio con Valenzuela no hace más que ratificar esta tendencia.

Es necesario insistir en que para opinar sobre lo que sucede en Estados Unidos, es necesario conocer cómo funciona su sistema de poder y cómo se expresan las diferencias y los acuerdos entre sus diferentes fracciones dominantes. Está claro que quienes esperaban que Obama fuera un presidente progresista o de izquierda, o un funcionario humilde decidido a escuchar lo que dice el resto del mundo para hacerle caso de manera sumisa, ahora se encuentran ante una realidad que no tiene nada que ver con aquellas ilusiones.

Más allá de sus diferencias con Bush, que cada vez que puede las manifiesta, el actual presidente de los EE.UU. sigue siendo el representante de la primera potencia del mundo y actúa en consecuencia. Por otro lado, en los países desarrollados, y en Estados Unidos en particular, las políticas de Estado, como la expresión indica, se mantienen más allá del signo político del presidente de turno.

Suponer que entre Obama y Bush no hay diferencias es una simplificación, pero creer que expresan proyectos antagónicos es un grave error de concepto político. Esas diferencias, a veces sutiles, a veces evidentes, son las que los caciques populistas no comprenden o se resisten a reconocer.