Al margen de la crónica

Memoria y balance

Todo parece que termina cada 31 de diciembre. Todo parece que comienza en el primer minuto del nuevo año. Aunque por más obvio que resulte, la continuidad -salvo avatares propios de la vida y la muerte- existe. Los balances se hacen, entonces, basados en esos 365 días que transcurren entre enero y diciembre, tratando de procesar de una sola vez -y abusando de las posibilidades que ofrece un solo día, normalmente ajetreado- todo lo que la vida dosificó a lo largo de tantas jornadas.

Pero más allá del balance, siempre un año nuevo supone una esperanza de cambio... para bien. Por eso, se entienden los buenos augurios de paz, prosperidad y felicidad y todas, todas, todas esas frases que se repiten como ritual de despedida previo o simultáneo al brindis, con mayor o menor énfasis y a veces casi como si no hubiera un mañana... o no volviéramos a vernos todos las mismas caras en los mismos lugares y circunstancias que durante el resto del año.

Es cierto que muchos deseos quedan en el ámbito de lo privado, entre familiares y amigos -cada uno sabrá qué le desea a cada quién- pero también es verdad que hay buenos augurios generales y hasta globales. Y todos coinciden más o menos en los mismos términos. El problema es que no se cumplen: se desea paz pero se hace la guerra; se pide prosperidad pero el reparto se demora; se pregona felicidad pero se alientan los conflictos. Entonces, pongámonos de acuerdo: o deseamos sólo aquello que podemos cumplir -en pequeña o gran escala- o admitimos que estas fechas invitan a una sucesión de lugares comunes y frases hechas. Tan hechas, como que vienen impresas o formateadas para ser repartidas en forma masiva. O nos acomodamos a la vida real y pedimos por aquello que nos interesa, nos inquieta y nos hace felices, que en nuestra particular historia y geografía tendrá sin dudas connotaciones propias y alejadas de rituales ajenos.

Los últimos días del año se volvieron casi de balance obligado. Tal vez, si se hiciera algo real y concreto para que los buenos deseos sean posibles de materializarse, el resultado al cabo del próximo diciembre, será otro.